5.

175 20 0
                                    

La semana transcurrió con tranquilidad, aunque Yeosang seguía revoloteando al rededor de San, Wooyoung se dedicaba a darle más atención a su mayor.

Ya iban varias veces que llegaba sin aviso a su departamento con algo de comer y beber, se sentaban en la alfombra de la sala y hablaban de lo que sea mientras Wooyoung hacía preguntas simples que el ya sabía pero dijo que quería confirmarlas, como su color favorito, estación favorita, comida, emoji, libro, películas, de todo un poco.
San seguía sin entender que le pasaba a Wooyoung, pero no se quejaba, aunque el menor jamás fue de dar tanta atención (y eso no le molestaba, comprendía que esa era su forma de ser) este nuevo lado del pelinegro le gustaba. Más de lo que ya lo hacía.

Era viernes nuevamente, y fin de mes, lo que significaba que el pequeño viaje a casa de los abuelos de San comenzaba ya.

Terminando las clases, San lo esperaba en el estacionamiento recargado en su auto leyendo algunos mensajes de su madre, quien junto a su padre ya habían emprendido su viaje, les informaba que Wooyoung y él saldrían en una hora y media solo para ir en busca de las cosas del menor.

El pelinegro más bajo tomo aire al verlo a lo lejos, trato de relajar su pulso acelerado, últimamente lo sentía con más fuerza cada que veía a San, ¿siempre lucía así de atractivo simplemente sentado viendo su teléfono?, se dio una abofeteada mental despejando sus pensamientos delirantes; no tenía tiempo para eso, debían irse ya para llegar a casa de sus abuelos antes de que el sol se ocultara, era un viaje de cuatro horas.

-¿estás listo, bonito?-. Vio a Wooyoung acercarse con pequeños saltitos de felicidad, le emocionaban los viajes en carretera. El menor asintió alegre.

-Listo, solo hay que pasar por mis cosas a casa-.

-Claro-. Le abrió la puerta de pasajero dejando al menor entrar, para después cerrar e ir él al asiento del conductor.

Una vez que tuvieron la maleta de Wooyoung en la cajuela, emprendieron el viaje al alejado campo, no sin antes parar en una gasolinera; mientras San llenaba el tanque, Wooyoung corrió a la tienda de ahí a comprar algunos bocadillos y botanas.
Primero decidió algo que llenara sus estómagos, eran como unos emparedados tipo pizza, se veían deliciosos, un par de bebidas, tomó una botella de limonada natural que sabía que le gustaba a San, y para sí mismo tomó un jugo de naranja; como botanas, llevó una bolsa grande de las frituras favoritas de San, también tomó algunas galletas que le gustaban para sí mismo, y por su puesto una leche de fresa y sus gomitas favoritas personales. Pagó todo y fue feliz al auto donde San lo esperaba.

El trayecto fue diferente a las veces anteriores, aunque la música sonaba un poco alto, no lo era como para interrumpir su conversación, para San era algo muy nuevo conversas por tanto tiempo con Wooyoung, en el sentido que fuera uno a uno, no solo el hablando y el otro escuchando.
Era nuevo pero le encantaba.
Amaba escuchar las carcajadas de Wooyoung a sus chistes, también como le fue en el día, para posteriormente preguntárselo a él y ver como el menor lo miraba atentamente escuchando todo con detenimiento.

El pelinegro ponía tanto como sus canciones favoritas como las de él, de vez en cuando cantaban juntos y luego volvían a conversas, sintiéndolo tan natural y ameno que no se dieron cuenta cuando ya había llegado.

La casa de los abuelos de San era enorme, había habitaciones alejadas unas de las otras con salas de juegos y de estar, el patio delantero era igualmente grande con espacio para correr y al menos cuatro autos, el jardín trasero era el doble de grande, había una linda alberca climatizada, una palapa con parrilla, amacas y mucha área verde. San la llamaba casa de retiro por lo grande, acogedora y alejada que era de la ciudad.

Ingreso la clave en la pequeña caseta, para después ver como el portón le daba paso al terreno de la casa, cerrándose tras de sí mientras se estacionaba.

They can't love me like you (WooSan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora