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Lo primero que lo recibió a Tom, fue la mesa decorada, la comida servida y las velas derretidas. No le cabía lo que había pasado, ¿Acaso Bill había hecho una cena? Pensó.
Dejo su saco en el sofá y se dirigió a la mesa, ahí observo todo, estaba perfectamente ordenado, su comida favorita ya se hacía fría.
Frunció el ceño más confundido aún cuando observo una cajita decorada que parecía ser un pequeño regalo. Levantó la mano para cogerlo, pero justo la puerta de su habitación se abrió detrás suyo. Giro su cabeza, encontrándose con el rostro muerto de su esposo, su mirada perdida, y su piel blanca como las nubes.

—¿Que es esto?– fue lo primero que salió, ni siquiera preguntó por él. Bill tenía el cuerpo balanceándose de un lado a otro, sin poderse poner firme.

— Eso es una mierda...

— Tu te vez como la mierda, pareces un muerto.— sonrió de lado.— Me muero de sueño, ¿Crees que me puedes preparar un café?— El menor levanto su cabeza, dejando ver sus ojos rojos. Se sentía fatal, indignado por lo dicho por Tom.

— Eres un descarado, eres incapaz de recordar que día fue ayer.– Soltó.

—¿De que hablas? Te dije que estaba trabajando.— Bill respiro profundamente. Se sujetó del sofá para controlarae. Mientras tanto, Tom sólo se recostó de brazos cruzados en la mesa.

— Oh, claro tu trabajo. Hay que ser empaticos con el señor porque anda trabajando.– se burlo. Llevo una de sus manos a su frente, tirando para atrás todo su grasoso cabello.— Que imbecil soy...

— Estas insoportable, de verdad que cada día te aguanto menos.– gruñó frustrado. Se separó de la mesa, cogio su abrigo y camino por el lado de Bill para dirigirse a su habitación.

Bill ya no puedo soportar como actuaba como un idiota, como a él le daban el papel de sopenco. Intentaba soportarlo, pero se le era imposible seguir aguantando que le vieran la cara. Pateo el sofá ya harto. Tembló como nunca antes, pensando si era lo correcto, si quería hacerlo o prefería seguir con el nudo en su garganta... respiro a bocadas, reventó su mente pensando, pero sin lograr soltarlo.

—¡Aaaaaaaahhhh!— fue lo único que salio de él, lo único que pudo decir, su grito guardado muy dentro de él... Tom se tenso ante aquel grito y volvió el paso a Bill.

—¿¡Qué mierda te pasa!?– sujeto el ante brazo de Bill con fuerza, privando de movimiento. Las lágrimas de Bill estaba vez no salieron, se quedaron secas. El azabache fruncio el ceño, pego su mirada a la de su esposo, provocando una batalla de miradas entre los dos.

—¿Que me pasa...?– susurro entre una sádica sonrisa.—¿Que que me pasa? Pasa, que estoy harto, harto que me veas la cara de imbecil, harto de esta vida, harto de tus mentiras. ¡Harto de ti!

¿Harto de él...?

No... no... no. Eso no podía ser verdad, su niño interior jamás podría decir eso, Tom era el amor de su vida...

En esta ocasión, Tom no dijo nada, solo apretó aún más el brazo de Bill. El menor trago saliva un par de veces, sin poder procesar lo que había dicho. Realmente pensó que esta vez él había ganado la batalla, y que Tom se había dado por vencido ante él. Solo lo penso.

—¿Y tu crees que no me tienes harto?– Soltó entre una limpia risa.

—¿Que...?

— Cada día me aburres más, por eso trato de venir tarde a la casa para no verte y no estar que soportar tus gritos de frustrado.— el menor tembló otra vez. Tom sólo se burlo de su cara, de su miedo, otra vez había tomado el control de su mente.

—¿Acaso fuiste capaz, de recordar que fue nuestro aniversario...?

—¿De que hablas? Nuestro aniversario ya pasó.

— No... Se cumplió ayer, y tu no viniste, siquiera me felicitaste, ni un beso, ni una caricia, solo te fuiste,– asintió con su cabeza, mientras bajaba la cabeza.— Te fuiste a trabajar... ¡Ah trabajar!

A ver a su amante quiso decir, pero se sentía amarrado de boca para soltarlo...

Tom paso saliva, su barbilla tembló, no podía ser tan idiota al poder llegar a olvidar su aniversario con su eterno esposo. Con vergüenza, solto el brazo de Bill, dejándolo soltarlo un suspiro.

Ambos se quedaron en silencio sin ser capaces de escuchar más, ni de soltar más.

Mientras el alma de Bill se partía, Tom era muy inútil para querer abrazarlo y solucionar sus problemas, más bien, prefería serle infiel a su esposo y así olvidar todo.

— Yo...– Quiso decir.

— No digas nada.– interrumpió el menor.— Tu hace mucho ya dejaste que este matrimonio se arruinará, mientras tanto yo aún tengo la esperanza que esto se solucione de alguna manera. Pero cada día me cansa mostrarte una sonrisa falsa e hipócrita como tú...

— Sabes que no es verdad, intento buscar una manera de volver hacer como antes.– sujeto los hombres de Bill, provocando un temblor en el menor. Llevo dos de sus dedos a la mejilla de su esposo, soltando caricias que no erizaban su piel. Tal vez a otra persona si lo hacía...

— Si quieres volver hacer como antes no me hagas daño, ¿Por que me lastimas...? ¿Acaso no soy suficiente para ti? ¿Acaso te hice daño?

— Bill...

—¿En que momento este cuento se torció de negro...?

Sus ojitos marrones se aguaron ante la mirada penetrante de Tom. Paso su dorso por sus ojos, limpiando toda mancha de debilidad.

— Eres suficiente cariño, deja de pensar que no lo eres...— deposito una caricia en el cabello de Bill, llevando mechones detrás de su oreja. En este caso, creyó que era mejor hacerlo sentir bien antes que perderle, por que a decir verdad, Tom amaba a Bill, si lo amaba, pero también amaba lastimarlo.

Las mejillas del menor se enrojecieron en un rosita bajo cuando noto como Tom se iba hacercando a sus labios en un lento movimiento. Ambos labios chocaron en un lento estanpado. Bill no se atrevió a moverlos ni un poco, sin embargo, fue Tom quien dio paso a este beso, mezclando sus delgados labios con el de su amado. Los labios de Tom tenían un sabor diferente, muy opaco y no cálido como los que Bill había dejado marca en ellos...

— Eres mi cielo, y contigo soy feliz.— dijo Tom. volvió a dejar un beso en los labios de Bill.

— Entonces deja que tus manos me busquen, que tu corazón lata por mí, aunque sea un vez más.— y sin querer hacerlo, se tiro contra el cuerpo de Tom, abrazándolo por la cintura y dejando sentir su corazón algo de tranquilidad.

Sin darse cuenta, acababa de perdonarlo otra vez.

Bill debería dejar ir lo que ya murió hace mucho tiempo, y no querer regresar el tiempo que paso.

Pero se sentía muy débil para hacerlo.

"Tu eterno regreso"

Tu eterno regreso | Toll |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora