Capítulo 13

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Todo listo ¿verdad?

Tenía el poema... tenía el poema... y tenía el poema...

Quizá no estaba todo listo.

Ciertamente el poema era lo más importante, pero aún tenía que agendar una cita con Edgar, y tomar el valor en medio de la cita para dárselo. Suena fácil, ¿no? Aún más después de tener la seguridad de que Edgar estaba enamorado de mi, según Ranpo. Pero la ansiedad y el miedo al rechazo acechaban en mi cerebro cual lombrices devorando a una manzana.

Vaya, ni un solo día en paz en esta vida.

Mi única esperanza era que Edgar dijera que también me amaba y así traer algo de paz mental de una vez por todas.

Traté que ese pensamiento constante del rechazo desapareciera con otro pensamiento, esta vez el de el final bueno de la historia. Y aunque no era del todo efectivo, no me quedó más opción que llamar por teléfono a Edgar para confirmar en qué fecha nos podríamos ver de nuevo.

-¿Hola?

-¿Qué tal Edgar? ¿Cómo te va?- dije con normalidad aunque detrás del teléfono parecía que hubiese corrido una maratón debido a todo el sudor que me fue imposible parar.

-¡Oh! ¡___! Estoy muy bien ahora que me llamas. ¿Qué tal tú?

-Pues estoy bien Edgar, sí, muy bien.- dije inconscientemente con el tono más mentiroso del mundo.-Pero la razón de mi llamada es en realidad una pregunta.

-Ya entiendo. Entonces dime, yo te escucho.

-Me gustaría saber qué día podríamos vernos. Hay algo que tengo que decirte, en persona.

-En ese caso, y si es muy importante, estoy libre esta tarde. ¿Y tú, ___?

Eso si que me ponía en un problema. ¿Qué diablos debía decirle? Realmente estaba esperando que me dijera la fecha más alejada posible, no hoy mismo. Los nervios atacaban mi estómago y mis intestinos empezaban a retorcerse más que las babosas en sal. Sin importar cuanta atención le prestara a la aparente fiesta que ocurría al mismo tiempo en mis órganos internos, tenía que responderle a Edgar, lo más rápido posible.

-Ahm... sí, sí, yo también estoy libre. Esta tarde esta muy bien. ¿Te parecería ir a una cafetería o algo así?- sí, quizá cometí un error, todo a causa de hablar sin pensar.

-¡Por supuesto! Yo diría que podemos ir al Cafe Uzumaki, la que esta en el primer piso del edificio de la Agencia Armada de Detectives. ¿Te parece bien?

-Claro, por mí está perfecto. Entonces nos veremos ahí ¿cierto?

-Sí ___. Estaré ahí a partir de las cuatro en punto. ¡Nos vemos luego!

-Trataré de ser lo más puntual posible. ¡Hasta luego Edgar!

El pitido del final de la llamada se hacía presente en el ya sorprendido tímpano mío. Demonios. Un día más, un error más para mi vida. Ya no había marcha atrás, lo único que quedaba era alistarme y salir esta tarde a triunfar, o probablemente fracasar. Ah si, y tener un día lleno de ansiedad y nervios.

Como esa última línea lo dice. El resto de la mañana y parte de la tarde se resumieron en ansiedad y nervios. Pasé la mayor parte de mi horario laboral pensando en una buena manera de entregarle el poema a Edgar sin arruinarlo todo.

Y probablemente alguien normal pensaría:

¿Qué tan difícil es entregar un poema? Es solo dárselo y ya.

Sí, eso es lo que una persona en sus cabales y sin aparentes problemas mentales haría y diría. Pero la señora ansiedad estaba empezando a desempacar sus maletas para tener una dulce y bella estancia en mi mente y así controlar mis decisiones el resto del día.

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⏰ Última actualización: Jun 28 ⏰

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