Capítulo 7

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La presente situación no tenía ninguna explicación que yo pudiese deducir.
Lo último en lo que había pensado antes de despertar en ese aparente hospital era mi despedida de este mundo.

Cualquiera que se creyera muerto estaría en la misma situación mental que yo en estos momentos.

Definitivamente muchas dudas pasaban por mi mente, pero había una en específico que se repetía continuamente, que también era la que más me angustiaba.

¿Por qué estaba Edgar conmigo?

Podría ponerme peor preguntarme quién me había salvado, o cómo había llegado al hospital, sin embargo yo decidí preocuparme por el por qué ese chico estaba ahí.
Definitivamente yo parecía la literatura absurda, pero en la vida real, y en un problema real, uno muy serio.

Sin tener tiempo para seguir preguntandomelo, empecé de nuevo con esos dolores de cabeza insoportables. No tenía otra opción mas que despertar a Edgar y preguntarle qué sucedía.

Afortunadamente estaba reposando en mi cuarto, así que vasto con moverlo para despertarlo repentinamente.

-Ah...¿Qué?- sostuvo su cabeza, como removiendo su cabello con sus brazos intentando realizar lo que pasaba, hasta que lo logró-¡Ah! ¡Ya despertaste! Debo decírselo al doctor.

-¡Espera!- definitivamente debía preguntarle tan siquiera algo antes de que se fuera, así que luego de casi gritarle, se detuvo queriendo escuchar lo que tenía que decirle-¿Qué esta pasando?

-Es una larga y complicada historia, así que por favor déjame ir por un doctor, luego te lo contaré.-No tenía más opción que asentir a su petición y esperar.

Pasaron unos pequeños minutos hasta que Edgar regreso con un doctor, el cual me hizo una pequeña revisión, y me dió pastillas para el dolor de cabeza. Para luego darme un pequeño adelanto de lo que me había sucedido.

-Sufriste una gran crisis, me sorprende verte en un estado decente. Seguramente tengas muchas dudas, ya que normalmente los pacientes no recuerdan mucho luego de tener estos ataques. Pero el mejor para explicártelo debe ser tu novio, así que los dejo solos.-Habló mientras que esa última frase la inclinó mucho más al chico parado a la par de él.

"Novio"

No es la palabra con la que definiría nuestra relación. Esto provocó una sorpresa evidente en el rostro de los dos, con la única y gran diferencia de que en el de Edgar también había un notable sonrojo. Bastante interesante para mi, ya que luego intento arreglar las palabras del médico.

-A-ah... gracias doctor, aunque no es mi novia.-Dijo acompañado de una pequeña risa algo nerviosa al final.

-Pues lo parece, muchacho, no por algo la trajiste y pasaste mucho tiempo aquí.-Se despidió el doctor saliendo de la habitación luego de darle dos palmadas en la espalda al chico, cosa que provocó que el sonrojo de Edgar se intensificara aún más.

Esas últimas palabras del doctor me explicaban algo clave, fue este novelista el que me trajo hasta aquí.

Después de esa escena bastante incomoda, Edgar volvió a aproximarse cerca mío, sentándose así en una silla. Se veía demasiado tímido como para hablar aunque sea un poco, asi que esta vez, de nuevo era mi turno de empezar lo que sería una rara conversación.

-Creo que ahora deberías contarme cómo es que llegue aquí. Ya que parece que estás bastante involucrado.-Era solo un pequeño impulso para hacerlo hablar.

-C-claro, lo siento mucho.

Luego de un largo suspiro comenzó a relatar la historia.

-Ayer por la noche, estaba dando un paseo nocturno por la ciudad; mientras lo daba, pensé en hablarte, así que te llamé, bastantes veces. Ya que no respondías las llamadas, comencé a preocuparme un poco. Seguí caminando mientras intentaba llamarte, pero de repente escuché un ruido, provenía de la casa que tenía al frente, el sonido era como el de un humano cayendo. No sé por qué tuve el impulso de tocar la puerta de la casa, pero la perilla no tenía seguro, así que cuando entré te encontré tirada en el piso. Tenías grados muy altos de fiebre y poco pulso, por lo que te traje aquí, el hospital más cercano. Eso es todo.

No sé qué tendría que pensar de esta historia, me había sorprendido demasiado.

No tenía ningún tipo de sentido que esto hubiera pasado, tendría que ser obra misma del universo o de Dios que un milagro como este ocurriese. ¿Qué tanta probabilidad tendría que haber para que justo caminara por la misma calle y escuchara justamente el momento en el que me caí y deje de estar consciente? Seguramente no era de más del 3%, pero había sucedido. Él me había salvado la vida

Aún así, esto no era lo único que me sorprendía de la historia.

Edgar estaba preocupado por mí. ¿Por qué? No nos habíamos visto más de dos veces. Claramente yo no me preocuparía así por una persona que apenas conozco si no me contesta las llamadas. También me trajo al hospital y me acompañó mientras dormía, por, según el doctor, bastante tiempo.

Otra vez estaba yo sobrepensando las palabras de Edgar. En esa parte me compadecía de él, no era la primera vez que me veía quedarme callada luego de que él hablara. Y el pobre no sabía cómo arreglarlo más que huyendo del lugar, como ahora también intentó hacer.

-Este... quizás quieras pasar algo de tiempo sola, tu teléfono esta en la mesita a tu par, si me necesitas puedes llamarme y vendré.- Habló levantándose de su silla intentando salir del lugar, de nuevo.

Esta vez no pensaba detenerlo, sí quería algo de tiempo para mí, pero también tenía que agradecerle.

-¿Quisieras que te llame Edgar o Poe?- de paso podía resolver una pequeña duda en la que aún pensaba desde que lo llamé por su nombre por accidente.

-¡Oh! ¡Edgar esta bien!-Dijo de nuevo con esa rara sonrisa que tenía.

-Bien, entonces muchas gracias Edgar.- Traté de dar mi mejor sonrisa aunque sea una vez.

-No hay de qué ____.

Al final lo ví salir de la habitación sonriéndome.

Todo esto me hacía sentir demasiado extraña.
¿De verdad no había alguien que pudiese explicarme mejor lo que sentía y me pasaba? Tal parece que no.

Todos estos nuevos sentimientos y sensaciones fueron lo que me hicieron recaer en un ataque de este estilo. Cada vez que hablaba con Edgar, me sentía aún peor.

No hay que ser un genio para deducir la manera en la que me sentía.

Ese maldito novelista me había provocado la peor crisis en mi vida, pero ese mismo novelista me había salvado de la casi muerte.

Es algo irónico que me salvara de lo que él mismo provocó.

Gedicht || Poe x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora