CAPITULO 16

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Qué difícil es decirle adiós a alguien que fácilmente ya te dio la espalda.

Quisiera estar frente a Dulce, una vez más, para preguntarle como hizo, como hizo para dejar de sentir, para arrancarse todo del pecho, porque no estoy loca, sé muy bien todo lo que ambas hemos sentido en todo este lapso corto de tiempo. Quisiera tenerla de frente, y así obtener todas las respuestas. Quizás tenga la fórmula para superarla tan rápido como ella lo hizo conmigo, y así decirle adiós como si no hubiera causado un impacto en mi vida.

Digo que quisiera estar frente a ella, pero sé que, de ser así, me caería a sus pies, en los millones de sentimientos que aún siento y que no podré dejar ir, así como así, por arte de magia.

¿Como hacer para que lo complicado deje de serlo en cuestión de segundos? Y no quiero la típica y agotadora respuesta. Porque siempre todos te dicen "es cuestión de tiempo" y ese consejo no tranquiliza para nada a quien siente una tormenta en su interior. 

Se sabe que todo es cuestión de tiempo, pero la verdad, todo parece ser el final del mundo cuando te encuentras hecha añicos. Y la palabra tiempo suena demasiado lejana. 

Deseo que apure su trabajo, que se adelante y ponga todo en su lugar para poder decir que olvidé a la persona que llegó demasiado a mí en cuestión de nada.

Y en vez de concentrarme en estar bien, en poder sanar mi interior, más que mi exterior, solo pienso en lo último que me dijo, en la falta de cariño de sus palabras.

Ese maldito "no somos nada, nunca lo fuimos, y nunca lo seremos", me taladra la cabeza, y ni hablar de cuando dijo que los días que pasamos juntas no fueron nada. En ese momento parecía todo tan real, tan único.

Vaya decepción. Qué grande es el dolor que siento cuando recuerdo nuestra conversación de aquel día. Simplemente uno no puede dar crédito de las palabras tan crueles que salen de la boca de la persona que nos juró amor, es como si esa persona jamás hubiera existido, y solamente nos imaginamos a alguien que nunca existió. 

He llorado mares, sin parar, desde ese día, María Celeste, me trajo de vuelta al hotel, y me ofreció todo su apoyo. Pero no quiero más problemas, no quiero verla, me llama cada tanto para saber mi estado. Rene, también me busca, no quiero saber nada más de esa familia. Y no es por ser cobarde, pero creo que es hora de huir nuevamente.

-Amiga.

-No has dejado de llorar verdad.

-Mmm.

-¡Anahí!.

-No puedo evitarlo.

-Ok, te entiendo... pero sabes muy bien que necesitas un descanso de eso.

Su tono de voz es divertido, y se lo que sigue. Se acerca el cumpleaños de un amigo, y planea festejarlo. No tengo ganas de festejos, no tengo ganas de salir. Mis ánimos no están muy bien que digamos.

Solo quiero quedarme en casa, acostada, estudiando un poco, o viendo maratón de mis series favoritas. O para echarla más de menos.

¡Dulce!.

-No voy a salir, además no estoy recuperada al cien de mi herida.

-Sí que lo harás y no puedes fallarle a Sam. 

-No, digas eso.

-Va estar su chica, y Sam quiere que la conozcas.

Suspiro.

-No me vas a manipular- se ríe.

-No puede que no. Pero si puedo sacarte arrastras de aquí, lo sabes.

La Dama Y La ProstitutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora