CAPITULO 21

179 10 21
                                    

Me estacione, respire profundo, y me limpie las pocas lágrimas que quedaban en mi rostro, lista o no tengo que entrar a la casa.

-María, ¿bebé?.

No había rastros de María Celeste, caminé directo a nuestra habitación y ahí la encontré. Estaba con la mirada fija en el suelo y vestida aún con su pijama de dormir.

-Te fuiste con Dulce- sin darme tiempo a reaccionar, sentí un fuerte dolor en mi mejilla. Me había abofeteado fuertemente, ni si quiera me dio tiempo de poner un pie dentro de la habitación- Vi las cámaras- María, eran ríos de lágrimas combinadas con el rojo de sus ojos, estaba furiosa- ¿Que tienes para decirme?.

Yo estaba de pie viéndola, con mi mano aún en la mejilla.

-Me golpeaste- susurre mirándola impactada- Quiero que platiquemos, pero por favor, calmémonos.

-¡No me pidas que me calme!, me engañaste, ni siquiera llegaste a dormir. Ahora soy una cornuda, la hazme reír tuya y de la estúpida de mi hermana.

-No hables de engaños, que aquí la única estúpida he sido yo. Transformé toda mi vida, y le di un giro para merecer una mujer como tú. Deje a un lado a mi mejor amiga Mariana, que debe odiarme por tú culpa, trabaje en lo que tú quisiste, te ayude con la maldita empresa, porque tú no podías con eso, ¡era tú responsabilidad no mía!.

-Yo nunca te obligué a nada, Anahí.

-No, lo hice porque estaba agradecida contigo, porque me derretías, porque me gustabas, porque te quería demasiado como para no apoyarte. Pero tú eres una manipuladora, ¡todo lo moviste a tú favor!.

-¿De qué hablas?.

-No te hagas, Dulce jamás me humillo como yo creí, ¡tú te hiciste pasar por ella!, ¡fuiste tú!.

La bomba había estallado, María me miraba perpleja y sin saber que decir, tomó asiento en la cama tapándose la cara con las manos.

-¿Por qué debería tener algún tipo de consideración contigo?, sabias muy bien que ella y yo nos amábamos muchísimo, pero lo arruinaste, ¡te metiste con nuestro amor, lo ensuciaste y lo volviste algo horrible!, nos odiábamos por tu culpa, ¡tú culpa!- tomé un respiro, viendo cómo me daba la espalda, estaba entre lágrimas, pero no podía parar de reclamarle- Me hiciste tú esposa, gracias a la manipulación, y a tús mentiras, ¡creía en ti!, ¡maldición hasta un hijo te quise dar!, he sido tan idiota, y ciega.

La habitación entera tenía de fondo puros gritos, llenos de dolor, enojo, y frustración.

-Anahí- ella se puso de pie y me volvió a dar la cara- Me equivoque, te quería conmigo, y ella... siempre estaba en el medio. Se que no eran maneras de hacer las cosas, era inmadura e idiota. Perdóname por favor- atrapo mi rostro con sus manos, pero salí de su tacto.

-No me toques, no quiero que lo hagas... ¡¿esa es tú excusa?!, es patética. Estoy, decepcionada de ti, completamente.

-No me dejes- ella agarraba mi rostro llorando desconsoladamente- Haré lo que tú me pidas.

-No te quiero pedir nada, aquí la única realidad es que no eres más que una envidiosa, es tú hermana, ¿cómo pudiste?, ¡son gemelas por Dios!, pero tú, la jodiste con ella, y la jodiste conmigo también.

María, se puso de rodillas y abrazó mis piernas rogándome perdón. Debo admitir que a pesar del coraje que traigo, me debilita, yo a esa mujer la adoro con todo mi corazón. Tenía la salida fácil para correr a Dulce, para correr a la persona que amo, pero por ella tenía sentimientos fuertes también y además un hijo en camino. Estoy completamente en un maldito hoyo de nuevo, el de mis sentimientos.

La Dama Y La ProstitutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora