Capitulo 14

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-Lo siento Anahí, María, se lo dijo todo.

- ¿Qué le dijo, Rene?      

-Que trabajas en el bar de Velería, que eres prostituta... debiste hablar con ella cuando era tiempo.

-No he sido capaz de ser sincera, tenía mucho miedo de perderla, de que le diera tanto asco que me repudiara.  No es fácil como todos creen, es la persona que amo.

-Dulce, no me quiere ver ni en pintura...

-Lo lamento, Rene.

-No te preocupes, bueno, el deber llama, si tengo noticias te marco.

-Gracias, bye.

Con lágrimas en los ojos miré a Mariana caminar hacia mí.

- ¡Deja ese celular! Todo se complicó... Any, Velería nos va a matar.

-No regresaré con ella más, ni tú tampoco. 

Mi debilidad al dolor me había hecho volver a recaer, inhale cocaína como si no hubiera un mañana, junto a una botella de tequila.

- ¡Maldición, Anahí, dame eso! - Mariana me arrebato la bolsa que tenía del polvo blanco y lo esparció en el suelo. Grave error, en este momento no estaba presente, me puse de pie y la encaré empujándola.

- ¿Quién te crees Mariana?, ¡es mi maldita droga! - le grite fuera de mí.

- ¡Basta! - ella lloraba, mientras sacaba ropa de un clóset - Anahí, estabas limpia, lo has arruinado.

-No... estoy arruinada desde hace mucho tiempo. La única causa de mi sonrisa me odia, no tengo motivos para vivir, me odia- estaba llorando descontroladamente- No puedo soportarlo.

-Escúchame... Any, estás mal y lo entiendo. Pero Valeria viene por nosotras, salimos de aquí ya, o somos mujeres muertas.

Era muy joven cuándo quedé sola. Amaba pintar, crear cuadros con mi padre, dibujar, pasar tiempo entre colores, cuándo estaba con él, el tiempo corría deprisa. Lo veía muy poco, él y mamá se habían separado desde que yo era niña. Mamá, era la típica mujer que salía sola adelante con sus hijos, era compresiva y tenía un muy buen sentido del humor. Pasábamos horas entre libros, nos encantaba leer, e imaginar mundos diferentes. 

Un día hace ya bastante tiempo, mamá preparo un día de asados en casa, invito a mi padre y él fue sin mucho titubeo. Él la amaba mucho, deseaba que le diera una oportunidad, pero eso nunca pasó. Yo también me ilusionaba cada que mi madre lo invitaba ha casa, soñaba con que volviéramos ha ser una familia feliz.

Mi madre, enfermó severamente y murió. Por su lado mi papá, unos meses después de su fallecimiento, se embriago tanto que tuvo un choque en su moto, provocando así también su muerte. 

Tenía 18 años cuándo quede sola, era mayor de edad, pero tenía la mente de una niña inocente. Estaba completamente sola, nunca había tenido un novio, era virgen, ni siquiera un beso había dado, me gustaba demasiado estudiar y hasta el día de hoy es de las pocas cosas que me distraen de mi asquerosa vida. He tenido que parar varias veces mis estudios en la universidad, por la jodida vida que llevo.

-Hola, bonita... no deberías estar deambulando a altas horas de la noche, es peligroso. Soy Velería- La sonriente chicha, era muy hermosa, recuerdo que le sonreí de regreso y le platiqué sobre mí- Eres muy joven para estar tan sola, bonita.

-No tengo a nadie en el mundo, algunos familiares, pero ellos no cuentan en mi vida. 

-Siento mucho escuchar eso.

Ella como si me conociera de toda la vida me abrazo, y esa noche llore mares en sus brazos, me desahogue, creyendo que era un ángel que me estaba salvando de la soledad. Pero que ingenua fui, si bien es cierto, nunca más estuve sola, ella se aprovechó de mí, de mi inocencia y de lo tan jodidamente estúpida que era.

La Dama Y La ProstitutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora