CAPITULO 20

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Ambas estábamos sudadas, acostadas, respirando con dificultad, teníamos una sonrisa tonta.

-Quiero hacer una locura, Dulce.

- ¿A qué te refieres?

- ¿Nos escapamos juntas?

Ella comienza a reírse a carcajadas, y yo también. No podía creer que estaba teniendo mi momento con el amor de mi vida, después de tanto tiempo, le hice el amor a la mujer que amo verdaderamente.

-Mujer casada, te esperan en casa- dice Dulce.

-¡No lo arruines! - le grité comiendo a besos su cuello- Anda, escapemos.

Me mira con el ceño fruncido.

-¿Hablas enserio? - dice con una sonrisa traviesa- ¿Qué hay de la loca de tú esposa?.

-Ahorita no quiero hablar de eso, pero María no merece ninguna consideración.

-¿Qué te hizo?.

-Por favor, olvidemos a María, por hoy- le dije acunando su rostro- Vamos a cualquier parte lejos de aquí. Por hoy, dejemos que María Celeste, se envenene sola.

Dulce, no entendía nada, pero no quería contarle, no ahorita, si le decía que su hermana se hizo pasar por ella, y que por eso no estamos juntas, no sé qué podría pasar. Y no me siento preparada para ver ese enfrentamiento. Ni me siento con ánimos de verle el rostro a la mujer que más me ayudo, pero que sin saberlo sería la que más daño nos hizo.

Y tras su silencio se separó de mí, me lanzó mi ropa, y comenzó a vestirse rápidamente, la seguí en dicha acción y una vez listas, salimos casi corriendo de la oficina y de la empresa, bajo los ojos curiosos de Rene.

Nos fuimos en mi auto, hasta llegar a su departamento, más que departamento parecía una casa enorme.

Mi celular lo apagué, que arda lo que tenga que arder y que se queme lo que se tenga que quemar.

Entre charlas, risas, y vino, nos volvimos a hacer el amor. Es de madrugada, las tres para ser exacta, y Dulce duerme profundamente en la cama, mientras que yo la contemplo de pie cerca de la ventana.

Tal parece que mis emociones me llevan a creer que mis cicatrices siguen expuestas, y yendo a un sitio más poético y profundo, todo lo que siento me hace creer que hasta mi corazón y mi alma siguen a la vista.

Dejo de poner toda mi atención en Dulce y salgo al balcón. La leve brisa choca contra mí y me hace sentir más viva que hace pocos minutos atrás.

Me siento extraña, enamorada, enojada, engañada, con tristeza. Tanto tiempo amando a Dulce, y me dejé engañar por una persona oscura como su hermana, llena de envidia, odio.

Llevé mi mano a mi pequeño vientre.

-¿Qué haremos con mamá, pequeño?, me engañó, me mintió y me siento lastimada. 

Y sí, mi bebé es de ella, me fertilice uno de sus óvulos, ambas lo quisimos así. Ella me tenía envuelta en una nube de mentiras, me lavo el cerebro, tal como lo decía Mariana.

-Siempre tuviste razón, Mariana, ¿dónde estarás?... te extraño amiga.

A pesar de sentirme engañada, triste y enojada. Percibo que algo en mi interior se abrió, como si una puerta se hubiera desbloqueado para llevarme a un mundo que debo explorar y conocer.

En este momento María debe estar buscándome, llamando a medio mundo, no debería importarme después de lo que descubrí, pero siento un poco de pena, ya que soy consciente que suele preocuparse mucho por mí, pero no será hasta mañana que le daré la cara, que me dará la cara. 

La Dama Y La ProstitutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora