CAPITULO 15

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*DULCE*

"No te sientas culpable"

Es lo que dicen todos, que Anahí se lo busco por meterse en ese mundo, que no es mi culpa. 

¿Quiénes son todos ustedes para juzgarla?, nadie puede hacer eso, nadie sabe sus motivos, o las circunstancias que la orillaron a vivir de ese modo.

"No la pudiste cuidar" es lo que mi mente me repite una y otra vez.

No puedo no sentirme culpable, porque realmente siento que, si hubiera visto todo, nada de esto habría pasado.

No despierta, no abre los ojos, no se mueve, está inmóvil, perdió mucha sangre, la operaron hace muchas horas atrás, sin un buen pronóstico. Si tan solo hubiéramos escuchado a Mariana, cuando nos sugirió quedarnos en la habitación dándonos muchos besos, si tan solo... ¡maldición!.

-Está fuera de peligro- nos informaron hace una hora. Entonces, ¿por qué me siento un peligro para ella?, si sigo a su lado no seré solo una maldita ciega, si no también, alguien que no la puede cuidar. 

Quisiera que mi mente se callara. Necesito que por un momento se ponga en pausa, no la quiero escuchar, ya no. Suficiente con todo lo que me está haciendo pensar por el momento. Que alguien por favor, calle a mi mente porque no deja de lastimarme.

-¡Dulce!- sé muy bien que se trata de Mariana. Noto como se sienta a mi lado, y doy por seguro que es ella cuando su perfume llega a mi nariz- Amiga, háblame. Me aterra tú silencio. 

-Nos atacaron y no pude hacer nada- susurro entre dientes con dolor- No pude... 

Mi voz se quiebra al repetir tales palabras. En mis ojos pican las lágrimas, aquellas que me he negado a soltar desde que llegamos aquí.

-No te lastimes así...

- Es la verdad- la interrumpo- No me digas que mi discapacidad no fue un problema, ni tampoco me digas que estas cosas uno no puede manejarlas. Ya me cansé de oír lo mismo, y no quiero que repitas esas absurdas palabras- siento como las lágrimas acarician mi rostro y desembocan en mis mejillas al terminar su danza triste- Me siento muy mal, horrible, Mariana.

Los brazos de Mariana me rodean. Ella no teme a mi rechazo, porque es capaz de luchar contra el hasta rendirme. Pero esta vez no tiene que luchar, dejo que me abrace. Y como todo abrazo que la gente te da en un momento triste, provoca que mi llanto sea más fuerte. 

-Ya pasó- la aparto de mi- Todo va a estar bien, si me alejo de Anahí. Las seguiré ayudando, pero no juntas.

Mariana, suspira, pero no dice nada.

¿Estoy exagerando?, ¿soy extremista?, no. No tienen la más mínima idea de cómo me siento. Los brazos, oscuros del dolor, del miedo, y del enojo, me volvieron a encontrar. Nuevamente me abrazan a su vacío.

Mariana, continúa hablando, pero mi atención no está en lo que dice. Su voz no es tan fuerte como los pensamientos que están en mi mente.

María Celeste se presenta, y por fin Mariana se queda en silencio. Noto como se pone de pie, y se aleja sin decir nada.

-No has comido nada, Dulce. Y estoy comenzando a enfadarme, o comes o comes. 

-Vete, María... 

-No.

-Es una mentirosa que no merece...

-¡Por favor cállate! - le grite enojada- Si no vas a estar para apoyar, vete.

-Carajo, más le vale a Anahí ponerse bien, porque si tus enfermas, la mató... ahí viene el médico, hermanita. 

Me informa, me pongo de pie y ella me ayuda a mis pasos, me guía hasta donde está el doctor.

La Dama Y La ProstitutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora