-Activación por voz requerida. -espetó la voz robótica que os acompañaba al entrar en prácticamente todas las estancias.
-TN. -le dijiste en un susurro.
-Acceso denegado. -contestó el robot sin dudar.
-TN Stark.
-Acceso denegado. -volvió a repetir.
Diste varias bocanadas de aire pausadas intentando mantener los nervios a raya, pues al parecer el entrenamiento no había servido de mucho después de los encuentros con Rogers y la maravillosa tarde con tus compañeros.
-Mini Stark. -dijiste en un momento de lucidez al pensar en que mote podría haberte asignado tu padre.
-Bienvenida, Mini Stark. -y fue entonces cuando las luces de la enorme estancia se encendieron una por una, dejando ver una gran cantidad de coches de alta gama.
Fueron las 3 de la mañana cuando te decidiste por emprender el camino hacia el garaje, te había costado empezar con la marcha, tanto que incluso al salir con la pequeña mochila de deporte bajo el brazo hiciste una pausa en frente de la habitación de Rogers; sus atentos azulinos, su sonrisa, su calidez, su preocupación... Las imágenes del capitán se repetían junto a las de la bonita tarde que habías pasado con tus compañeros y te atormentaban un poco, pues sin duda alguna con aquella escapada traicionarías la confianza de los de toda la torre.
Pero aunque veías el lado bueno de lo que había pasado hacía escasas horas y las pegas de emprender aquel viaje; para tomar la decisión habías tenido presente el pequeño infierno que viviste durante el último mes: no habías hablado prácticamente con nadie, habías estado entrenando casi cada día unos poderes que todavía no controlabas del todo, habías hecho daño a una compañera y aunque el rubio ahora se mostrara amable, no había estado de lo más acertado contigo en varias ocasiones. Y aunque aquello fuera lo único que te rondara por la cabeza, que no era el caso, también sabías que era la única manera viable que tenías de poder llegar hasta tu familia y a alguna que otra respuesta, pues Stark parecía estar demasiado ocupado con la mudanza al Complejo del Norte.
Así que cuando ya te encontrabas dentro de uno de los vehículos de tu padre, tras analizar unos cuantos con fascinación, emprendiste aquel ligero viaje en coche de casi 11 horas hacia Rose Hill, Tennessee.
-Espero no estar muy oxidada en esto. -dijiste para ti misma en arrancar el coche y ver cómo la grandiosa puerta se abría ante ti.
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-¿TN? -dijo Peter entrando a otro de los gimnasios de la torre, por si acaso habías decidido cambiar de ubicación tu entreno matutino.- Tampoco está aquí...
Ya eran las 10 de la mañana y, aunque a ti ya solo te quedaban 3 horas para llegar a tu hogar, Peter te había estado buscando desde que se había despertado por toda la torre. Tú en esos momentos no lo tenías en tus pensamientos, pero él sin duda alguna sí que te tenía en los suyos, pues tú misma le habías prometido que veríais una película de su recomendación ese mismo día.
-¿Happy? ¿Sabes dónde está TN? Me parece extraño que no esté ni en su habitación, ni en el gimnasio, ni en... -se quedó callado unos instantes y lo miró achicando los ojos, había estado a punto de delatarte diciendo vuestro lugar secreto.- ¿Se han ido todos sin mí? Por qué tampoco recuerdo haber visto a nadie.
-No, no, no, no, no.-dijo el mayor despreocupado o intentando estarlo, pues su misión para el día de hoy era prevenir que Peter saliera detrás del resto en tu búsqueda.- Ellos volverán pronto, si quieres podemos hacer lo que te apetezca.
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La Hija de Extremis (Steve Rogers)
RomanceUna mujer castaña iba y venía en sus sueños; estos tan dañinos que no los recordaba o deseaba no hacerlo. Acogida por los Keener a los 12 años y de orígenes desconocidos, se adentró como cualquier otra mañana en el bosque a la carrera para olvidar l...