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Moonbin entró en aquel enorme garaje de su casa estacionando su automóvil del año. Era de noche. Tres días de "viaje de negocios". Todo estaba oscuro en el jardín, le extrañó sobremanera.

Apreció su reloj, nueve y treinta... seguramente Dongmin estará en la cocina esperándolo con una buena cena como siempre, la necesitaba. Moría de hambre.

Se saboreaba mientras descendía del auto. Pasó sus manos por su cabellera arreglando un poco su cuello con aquella chaqueta para tapar ciertas marcas de chupones que tenía. No quería que Dongmin se diera cuenta que lo engañaba.

Sonrió al recordar esos días con su asistente. Había ido a disfrutar con su amante en uno de los mejores hoteles en la playa. Siempre era buena excusa sus "viajes de negocios" eso le decía a su esposo. Vaya que lo disfrutó al máximo. Jamás creyó que su asistente se convirtiese en su amante. No pudo evitar caer en sus encantos. Aunque luego se sintiera el peor de los hombres siguió hasta ya prácticamente no poder evitarlo.

Lo único que lo atormentaba era Dongmin.

La culpa lo golpeaba en muchas ocasiones. Se habían casado muy jóvenes y llenos de sueños. Poco a poco fue logrando surgir con él siempre a su lado, apoyándolo en todo. Reconocía que siempre estuvo ahí en las buenas y en las malas. Con su sonrisa, con sus atenciones, con su amor.

Hoy día era uno de los ejecutivos de alto rango. Gana extremadamente bien. Lujos tenían y se daban sus gustos. Pensándolo bien, solo él y su amante.

Desde que ascendió hace año y medio no recuerda haber invitado a su esposo ni siquiera a una cena por su ascenso. Mucho menos salir de paseo o a un viaje.

Se detuvo tratando de recordar. ¿Tanto tiempo? ¿Desde cuando no han salido juntos? Su Dongmin siquiera sale a divertirse, a estar un día para si, todo el tiempo es para él. Otra vez la culpa lo estaba atacando.

Desde que inició a trabajar recordó que su esposo siempre lo apoyó en todo, hasta en aquellos proyectos que se retrasaba le tendía la mano, es que por nada era uno de los mejores en su clase, lástima que no logró graduarse a un año de conseguir su título. Dongmin se sacrificó porque en esos momentos la situación económica no estaba bien en el joven matrimonio. Cuando consiguió el soñado empleo siempre lo acompañaba a cada evento o reuniones y viajaban juntos. Siempre uno al lado del otro.

Pero todo empezó a cambiar cuando contrató a su nuevo asistente al asumir el nuevo cargo. Era la tentación andante. Su cuerpo siempre se movía sensualmente llamándolo. Su voz lo envolvía en pensamientos lujuriosos y su accionar le daba a entender que tenía luz verde para que hiciera con él lo que deseaba. Sus ojos se lo gritaban.

Solo logró evitar caer en la tentación cuatro meses. Luego vino la perdición.

Su esposo no merece lo que le está haciendo, lo reconoce, pero el deseo y la lujuria le ganan.

De todos modos sabía que, Dongmin estaría siempre ahí.

Empezó a distanciarse de Dongmin. Ya no lo llevaba a sus cenas, reuniones y menos en las salidas de negocios. Todo el tiempo era su asistente. Llegó un punto donde le pidió que no fuese más a su oficina para "evitar distracciones en su trabajo".

Y su buen esposo aceptó aunque le dijo que exageraba pero, para no discutir hizo lo que le pidió.

A pesar de tener desde hace un año aproximadamente una actitud fría y cortante con él, este siempre le espera con su cálida sonrisa. A pesar de que es brusco con su accionar y sus palabras hirientes, él siempre buscaba la manera de estar ahí. A pesar de ignorarlo y no brindarle cariño, ni besarle y menos tener intimidad, éste siempre lo busca, lo anhela, lo desea, pero él simplemente se excusa con su cansancio y trabajo o lo evita con palabras hirientes y ofensivas.

A pesar de escucharlo y en muchas ocasiones verlo llorar en silencio y esconder el dolor en su sonrisa falsa... continúa con su infidelidad aunque su conciencia le repitiese una y mil veces que está mal hacer sufrir a su abnegado esposo. No le gusta verlo llorar, menos triste porque su conciencia le grita el daño que le está haciendo sin merecerlo. Él es su ángel, su esposo, su amor... pero su parte irracional y lujuriosa le domina. El no merece esa canallada.

Trató en varias de ocasiones terminar su amorío, pero su asistente no lo permitió.

Caminó a la sala extrañando en el proceso ver la casa en total penumbra. Encendió las luces y un silencio terrorífico se sentía en aquel lugar.

La soledad hizo entrada en su alma, la realidad caía sobre su ser, había sentido el frío de su infidelidad envolverlo terrorificamente sobre si haciendo estragos en este preciso instante de su vida.

Su corazón dio un vuelco sintiendo un terrible presentimiento.

Fue rápido a la cocina y estaba oscuro. Encendió las luces, todo estaba limpio e impecable como siempre. Entonces corrió a su habitación subiendo velozmente aquellas enormes escaleras que en esos instantes se le hacían eternas. El silencio sepulcral más la oscuridad de la soledad aplastante le invadía en todos los sentidos al adentrarse cada vez más a la segunda planta.

Entró a la habitación matrimonial y prendió las luces. Al igual que el resto de la casa, todo estaba en silencio.

- ¿Dongmin? - preguntó a la nada. Sintió el eco de su voz al nombrarlo como si se repitiese una y miles de veces el nombre de su esposo. Volvió a llamarle dando pasos pequeños como tratando de entender que sucedía. Por un momento se sintió mareado. Gritó ahora su nombre buscándolo desesperadamente en el baño.

Nada.

Queriendo evitar su terrible pesadilla no le quedó de otra que mirar en aquel lugar. Allí sabría la verdad.

Con manos temblorosas y respiración entrecortada abrió la puerta.

Y el mundo le dio la cachetada más dolorosa que jamás creyó sentiría.

Estaba casi vacío.

Un sollozo escapó de sus labios y su corazón latió como nunca sintiendo desfallecer.

Lo que nunca creyó que sucediera estaba pasando.

No podía creerlo. Miraba aun aquel sitio de manera borrosa por las lágrimas y seguía así, sin casi nada. Todo vacío.

Vacío.

Su corazón vacío.

Retrocedió lentamente hasta sentarse en la gran cama. Tratando de comprender que estaba sucediendo giró su rostro hasta aquel pequeño papel que estaba en la mesita. Se acercó temblando, lo tomó con un nudo en la garganta y con el pánico a flor de piel.

"Mi mundo era único contigo. Eras mi todo, mi vida entera. Tu amor eterno solo duró... creo que siete años. Fue un placer amarte. Gracias por destrozarme el corazón y hacerme sentir el peor dolor que jamás creí sentir. Pero algo si te digo, no dejaré que destroces mi vida."

Dongmin


La realidad lo golpeó.





Lo había descubierto.







Se enteró de su infidelidad.







Se fue.











Su Dongmin se fue.















♠︎💔♠︎

Recuerden...

"Caerse está permitido, levantarse es obligatorio"

Anónimo.

Jiny 🪷

Me Vas a ExtrañarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora