Una copa de vino

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Anna es una mujer de 24 años que trabaja en el mejor restaurante de Miami.

Una persona muy linda y sonriente, siempre tiene esa alegría que contagia a todos.

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-Narra Anna-

Esta noche era como todas las demás, servir y sonreír a los clientes que llegaban, me encanta mi trabajo aún que habían días en los que personas con mal humor trataban de hacerme perder la paciencia.

Después de unas horas ví a lo lejos llegar a un hombre de traje , se sentó en una de las mesas en las que yo atendía pero solo de ver su rostro pude notar que sería de esas personas arrogantes , aún así fui para tomarle la orden.

-Hola buenas noches, desea que le deje la carta o ya tiene en mente lo que va a ordenar?- siempre debía mantener mi sonrisa en todo momento, después de todo algunos se contagiaban y se ponían de buen humor.


-Deseo una copa de su mejor vino- su tono de voz era indiferente y sin dirigirme la mirada en absoluto.

-Muy bien , si me lo permite le puedo recomendar un Domaine de la Romanée-Conti , es el mejor vino que hay.-

-Si ,me parece perfecto -

Diosss en verdad que era guapo pero muy arrogante y malumorado.

Después de servirle una copa de vino caminé hasta su mesa.

-Siempre con una sonrisa Ana- dije dentro de mí , pues lidiar con personas cómo aquel hombre era muy estresante.

- Aquí tiene, espero lo disfrute -

Me gire para atender otras mesas cuando escucho una voz detrás de mí que empezó a hablar.

-Bueno, al parecer usted consta de buenos gustos - dijo aquel hombre que por primera vez me miró directamente a la cara.

-Señorita...- entrecerró sus ojos para leer mi gafete con mi nombre escrito.

-Señorita Anna.-

Por la forma en la que dijo mi nombre, en mi rostro se formó una sonrisa sin intención.

-Gracias señor...- Esperaba que dijera su nombre.

-Alejandro, mucho gusto-

Era raro pues de un momento a otro se volvió amable.

-Bueno que tenga una linda noche señor Alejandro - Otra vez tenía intenciones de irme pero volvió a hablar.

Que fea maña de hablar cuando me voy.

-Pero no me digas señor me siento anciano, apenas tengo 27 años-

-Oh!, lo siento mucho no era mi intensión-

-Ja,ja,ja, no te preocupes, ahora sí te puedes retirar -

Bueno después de todo no era tan amargado como pensaba.

Todo quedó hasta ahí, yo fuí a atender otras mesas y después de unas horas el señor Alejandro se había retirado del restaurante.












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𝐇𝐮𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐢𝐝𝐨 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora