Capítulo 1

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Ohm Al Thitiwat, príncipe heredero de Zenara, entró en las estancias privadas de su tío con una sonrisa. Incluso al inclinar la cabeza en aquella respetuosa reverencia era más alto que su antecesor, que se puso de pie ignorando el protocolo para saludar a su sobrino.

– Ohm – dijo el regente dándole una calurosa acogida.

– Siéntate antes de que los guardias se pongan nerviosos – le urgió Ohm incómodo.

– Has sido mi rey desde que tenías doce años y siempre lo serás – replicó Jalil. – En poco más de año y medio ocuparás el puesto que te corresponde y yo dejaré la regencia.

Aquel recordatorio era innecesario para Ohm quien, a sus veintiocho años, se enfrentaba a las restricciones impuestas por el consejo ejecutivo del gobierno cuando el príncipe Jalil había sido encargado de ocupar la regencia y criar a su sobrino huérfano hasta que alcanzara la madurez. Aunque se había decidido que a los treinta años subiera al trono de sus antepasados, Ohm hacía tiempo que estaba preparado para asumir el desafío. Aún así le abrumaba la responsabilidad porque su tío había sido un excelente gobernante y un magnífico tutor, un hombre, en definitiva, infinitamente más capacitado para ocupar el trono de lo que había demostrado ser Azhar, el difunto padre de Ohm. Su conducta libertina y sus prácticas corruptas habían hecho que la monarquía cayera en descrédito.

No había ninguna duda de que el pasado de sus padres era la razón por la que Ohm y su hermano menor, Zayn, hubieran soportado una educación rígida, tradicional y anticuada en la que cada movimiento había estado plagado de prohibiciones. Todo el mundo temía que Ohm o Zayn mostraran el mismo comportamiento que su padre, posibilidad que Ohm consideraba remota. Al fin y al cabo, estaba convencido de que su padre había cometido sus peores excesos bajo la influencia de las drogas.

– Dijiste que querías verme enseguida – le recordó Ohm al anciano. – ¿Qué ha pasado?

Estaba contento de haber vuelto a aquella ala del palacio y poder disfrutar así de un poco de tranquilidad antes de presentar al consejo ejecutivo un informe oficial sobre las inversiones financieras de Zenara.

Jalil inspiró profundamente y atravesó la estancia hasta detenerse bajo el arco que daba al balcón. Una bocanada de aire sopló, refrescando el calor del mediodía.

– Quiero que hables con tu hermano sobre su matrimonio. Está demostrando ser demasiado ... cabezota.

Al oír aquello, Ohm se puso rígido y palideció.

– Conoces mi opinión. Zayn tiene diecisiete años, es demasiado joven.

El regente suspiró.

– Supongo que eso me deja muy claro lo que opinas por haberte tenido que casar con dieciséis años.

– No pretendía ser irrespetuoso – se apresuró a afirmar Ohm, antes de que un sentimiento de culpa se apoderara de él.

Aún así, ¿cómo podría soportar que fuera su hermano pequeño el que pagara el precio por su negativa a volver a casarse? Hacía tan solo dos años que su esposa Fadith había muerto y en cuestión de semanas el consejo le había pedido a Ohm que considerase casarse por segunda vez. Por desgracia, no habían tenido hijos y los médicos, que no habían encontrada nada en ninguno de ellos, habían concluido recurriendo a la expresión genérica de «infertilidad por causas desconocidas».

Ohm no estaba preparado para celebrar una segunda unión y volver a pasar de nuevo por un proceso tan doloroso.

No se sentía con ánimo de disculparse por querer seguir disfrutando de la libertad que durante tanto tiempo le había sido negada.

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