Capítulo 10

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Todo lo que pasó durante la siguiente hora quedó en una especie de nebulosa para Fluke.

El doctor Karim apareció corriendo y enseguida lo metieron en una ambulancia.

Ohm se aferraba a su mano, completamente pálido. Parecía un hombre ante su peor pesadilla y deseó apartarle un mechón de pelo que le caía sobre la frente para tranquilizarlo.

– Vamos a operarlo, adelantaremos el nacimiento – le dijo el doctor Karim suavemente, después de que lo separaran de Ohm y que una enfermera lo ayudara a desvestirse, – pero me temo que nacerán prematuramente pero es necesario hacerlo inmediatamente porque uno de los bebés no está bien colocado.

– ¡Es demasiado pronto! – exclamó Fluke, muy preocupado por la supervivencia de sus bebés.

El señor Abbas, el médico que iba a ocuparse del parto y con el que ya había estado en otras ocasiones, se reunió con ellos.

– No, solo se están adelantando un par de semanas y ya en la última ecografía nos planteamos que esto podía pasar. Está todo preparado para que sea un parto seguro – declaró con seguridad mientras lo llevaban al quirófano.

Una vez dentro de el quirófano, lo conectaron a los monitores y le pusieron la anestesia.

Ohm reapareció a su lado con una bata quirúrgica y una mascarilla ocultando la tensión de sus facciones.

– Señor Abbas ... – le pidió Ohm bajando la voz y en tono solemne, – pase lo que pase, mi esposo tiene que superar esta intervención. Él debe ser su máxima prioridad ...

Fluke parpadeó sorprendido. Estaba seguro de que lo había oído mal o había malinterpretado sus palabras.

– Trate de relajarse, Alteza. Voy a sacar adelante a los tres miembros de su familia – replicó el médico a las puertas de quirófano, mientras su equipo tomaba posiciones y comenzaba con las comprobaciones rutinarias.

Ohm estaba angustiado.

– Muchos pasan por esto – dijo Fluke en un intento por calmarlo.

– Se trata de ti – replicó él. – Y solo hay uno como tú.

Le colocaron una sábana delante y dejó de ver la parte inferior de su cuerpo. Sus dedos se entumecieron por lo fuerte que estaban aferrados a la mano de Ohm. Sintió que manipulaban su cuerpo y luego una ligera presión, pero ningún dolor.

Unos minutos después, el llanto de un bebé rompió el silencio y vio su pequeño rostro un instante antes de desaparecer.

– Ella es Leila – susurró Fluke completamente absorto.

– Es ... – farfulló Ohm y se quedó sin palabras.

– Y esa es Lucia – añadió Fluke cuando vio aparecer un segundo bebé por encima de la sábana.

No pudo sostenerlas en brazos.

Hacía frío en el quirófano y había que comprobar el estado de las bebés, así que las abrigaron antes de llevárselas. Al volverse para hacerle un comentario a Ohm, se oyó un estruendo y lo vio tirado en el suelo.

Enseguida acudieron a socorrerlo.

– Se pondrá bien, Alteza – murmuró suavemente el doctor Abbas. – La intervención ha podido con los nervios de su marido. El príncipe heredero ha estado muy preocupado durante su embarazo.

– ¿De verdad? – preguntó Fluke sorprendido.

Lo cierto era que no se había dado cuenta de que hubiera estado preocupado, simplemente había dado por sentado que se había tomado como su deber el atender las necesidades de su esposo embarazado.

Los planes del Rey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora