ᴇʟᴇᴠᴇɴ

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𝐂𝐃𝐂 𝐘 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒

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╰─►El humo del cigarrillo quemaba su garganta a medida que iba bajando hasta sus pulmones. Su deshidratación hacía que el calor raspante fuera aún peor. Cada inhalación era un recordatorio de la realidad desoladora en la que vivían, un pequeño escape en medio de la desesperación. Malia cerró los ojos por un instante, tratando de encontrar consuelo en el hábito.

Rick la miraba, triste, mientras su mano se dirigía a aquel cigarrillo de tabaco. Lo arrancó de sus manos de una manera suave, cuidando de su tacto cuando se trataba de su dulce niña. La amargura de verla fumar, un hábito que había adquirido en el caos, le desgarraba el alma.

—¿Puedes no fumar delante de mí? — Pidió, suavizando su mirada. Sus ojos reflejaban un profundo amor y una desesperación silenciosa por protegerla de todo, incluso de sí misma.

—Claro. — Murmuró Malia, brindándole respeto a su amado padre. Su voz apenas era un susurro, cargado de resignación y un deseo de complacerlo a pesar de la dureza del momento.

Rick extendió una mano, tocando suavemente el rostro de Malia con una caricia llena de amor paternal. Sus dedos se deslizaron por su mejilla, transmitiendo toda la ternura y la esperanza que aún le quedaban.

—Empaca tus cosas, cariño. — Dijo con una voz que intentaba ser firme, pero que temblaba ligeramente. — Iremos al CDC, allí estaremos bien.

—¿Lo prometes? — Preguntó Malia, sus ojos buscando desesperadamente una chispa de certeza en la mirada de su padre.

—Claro, princesa. — Respondió Rick, sonriendo con suavidad a pesar de la incertidumbre que reinaba en su corazón.

Lia asintió lentamente, aceptando la promesa de su padre. Aunque una parte de ella sabía que en estos tiempos nada estaba garantizado, se aferró a las palabras de su padre cómo un ancla en medio de la tormenta.

Se dirigió hacia su pequeña tienda de campaña, recogiendo sus pertenencias con rapidez. Mientras guardaba sus cosas, notó a Daryl Dixon observándola desde la distancia, su expresión imperturbable. Había algo en la manera en que la miraba, una mezcla de curiosidad y una especie de respeto. Malia se preguntaba qué clase de persona había sido Daryl antes del apocalipsis. Parecía haberse adaptado tan fácilmente al nuevo mundo, cómo si siempre hubiese estado preparado para sobrevivir. Esa resiliencia y dureza lo hacían alguien intrigante a sus ojos, aunque no se atrevía a acercarse más para descubrirlo.

Para terminar de empacar, Malia se dirigió hacia su carpa. Al entrar, encontró a Carl sentado en un rincón, abrazando sus rodillas mientras lágrimas silenciosas recorrían su rostro.

—Rayito de Luz. — Susurró Malia con ternura, acercándose a su hermano pequeño y arrodillándose a su lado. — ¿Qué pasa?

El pequeño de ojos azules levantó la mirada, sus orbes brillando con miedo y tristeza.

—Tengo miedo, Lía. Todo esto... no sé si podremos estar a salvo alguna vez. — Dijo entre sollozos.

Malia envolvió a Carl en un abrazo cálido, sosteniéndolo con fuerza como si pudiera protegerlo de todo el dolor del mundo.

—En este mundo nada podrá hacerte daño mientras yo viva. — Murmuro, acariciando el cabello castaño del menor. — Tú no debes preocuparte por nada, aquí tienes a tú hermana mayor que cuidara de ti hasta que seamos uno viejitos. — Dijo, su voz llena de determinación y cariño.

ɴᴏ ᴛɪᴍᴇ ᴛᴏ ᴅɪᴇ | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora