El lenguaje del amor (prt 2.)

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Claro de Luna —Ludwig van Beethoven









La voz, afilada como espinas, se clavó en sus almas, desgarrando el mundo idílico que habían tejido juntos, lleno de serenidad y amor. De repente, fueron arrastrados de regreso a la amarga realidad que los envolvía, una verdad inexorable que no podían ignorar, por más que anhelaran permanecer en su refugio de ensueño bajo la luz de la luna.

Ante la sorpresa, los ojos verdes como bosques en una noche estrellada se abrieron con el temor de ser descubiertos. Instintivamente, sus manos se apartaron, pero una fuerza abrazadora lo hizo detenerse.

Jungkook, manteniéndose firme, tomó nuevamente las manos de Jimin, depositando al instante un tierno beso en sus nudillos. Su sonrisa y mirada tranquila expresaban una serenidad inquebrantable, pues con Jimin a su lado, no había nada que temer.

—¿Qué es lo que haces, príncipe? —preguntó el poeta, sus ojos reflejando la calma de los océanos en los ojos del príncipe.

—Lo que debí haber hecho desde el principio... —respondió Jungkook, besando con ternura los nudillos de Jimin, deleitándose en la suavidad de sus manos—: No separarme de ti.

Los pasos del rey Seok se acercaban, resonando como un tambor anunciando su llegada.

—Pero, príncipe, podrían descubrirnos —la voz de Jimin se aceleró, su angustia evidente—. Y lo más importante, podrías salir herido. No deseo que te hagan daño, por favor.

—No me esconderé más, Jimin. Jamás reprimiré lo perdidamente enamorado que estoy de ti, incluso si eso me trae consecuencias que deba enfrentar. No esconderé lo que me hace feliz —su agarre se intensificó, transmitiendo un reconfortante calor—. ¿Y tú?

La determinación y el brillo en los ojos del príncipe hicieron que el poeta tragara en seco. Con la misma seguridad colándose en su corazón, deslizó una mano hacia la cálida mejilla de Jungkook mientras decía—: Por supuesto que no deseo hacerlo. Te he amado toda mi vida y lo único que he deseado durante tanto tiempo es poder gritarlo. Pero ahora, justo en este momento, sé que no es posible porque hay cosas que debemos resolver.

Las palabras de su amado trajeron a la mente de Jungkook la imagen de su familia y, sobre todo, la amenaza latente de la princesa Lisa. Sus ojos se apagaron y, suspirando con el corazón abatido, Jungkook apoyó su frente contra la de Jimin, cerrando los ojos en un intento de disfrutar del momento, sin importar que su padre pudiera encontrar su pequeño escondite.

Seok, ajeno al momento tan memorable que se desarrollaba a unos pasos de él, se detuvo en medio del jardín, escudriñando el entorno con mirada cautelosa. Al no encontrar rastro alguno, la desesperación lo envolvió nuevamente, y una ira incontrolable comenzó a consumirlo. Sabía que el tiempo se agotaba y que la negativa de su hijo lo llevaría a tomar medidas drásticas; haría lo que fuera necesario para cumplir su objetivo.

AMARTE EN SILENCIO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora