𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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Han pasado dos días desde que JK se fué de Seúl en la madrugada. Me había quedado dormida en el sofá, era relativamente cómodo para ser uno. 

Cuando volví al departamento hubo muchas preguntas de Annie respecto a donde estaba. Su sonrisa socarrona nunca dejó su rostro hasta que le pregunté por una marca que tenía en la unión del cuello.

Luego de eso me ignoró por el resto del día.

Ahora era lunes en la noche, y estaba buscando como idiota mi bolso de mano. Ahí estaba la carta que Eunwoo me dió el viernes, y olvidé leerla.

¿Cómo demonios no lo noté desde el sábado en la madrugada?

Oh, no lo sé, simplemente lo olvidé.

Y tengo la sospecha de que lo olvidé en el departamento de JK.

Preferí dejarlo así y repasar los apuntes de las clases que perdí.

Sin embargo, no podía dejar de pensar en JK. La imagen de su rostro, su seriedad, y la forma en que había cuidado de mí, lo que me ha contado… Todo se entremezclaba con recuerdos confusos de hace años. Quería concentrarme, pero las palabras en los apuntes se difuminan y se mezclaban con mis pensamientos.

Decido que necesito un respiro, así que me levanto y me tiro a la cama. Escucho el sonido sordo de algo cayendo al suelo, así que ruedo a mi costado y me asomo.

—Ah, ahí estás. Necesito hablar contigo —tomo el peluche recién caído al suelo y vuelvo a darme vuelta, sosteniéndolo en mis manos mientras lo veo desde abajo—.  Ha pasado un tiempo.

Juego con las orejitas del osito mientras pienso en las palabras que quiero retirar de mi sistema.

—Se siente extraño ¿sabes? Nunca me ha importado saber de alguien más, siempre terminan diciéndome lo que quieren… Pero quiero saber de él. Se siente tan familiar cuando estoy con él. Es molesto, sí, y un idiota… un idiota que me hace recordar mucho a tu dueño original —suspiro, ladeando a Rilakkuma—. También… me dió mi primer beso. Bueno, mis dos primeros besos. Le pondré laxante en la comida cuando menos se lo espere —me acuesto de lado colocando al peluche frente a mí—. Extrañamente no lo odio por eso. Me ha tratado bien a pesar de que fué por obligación y que es… bueno, su trabajo no es el más moralmente ético y… legal —eso último lo digo en un tono más bajo.

Mientras me quedo mirando al peluche de Rilakkuma, dejo escapar un suspiro largo y pesado. Los últimos días han sido un torbellino de emociones y pensamientos confusos, y hablar con este viejo amigo de felpa es la única manera de desahogarme.

—¿Sabes? —continúo en voz baja, como si realmente esperara una respuesta—. JK me confunde. Un momento es duro, implacable y al siguiente es tan... protector. No sé qué pensar de él. Y ahora, con todo lo que está pasando, no sé si estoy lista para lo que viene.

El peluche sigue en silencio, obviamente, pero su presencia me conforta de una manera extraña. A veces, simplemente hablar en voz alta ayuda a poner las cosas en perspectiva.

—Pero tenía que salir del agujero de alguna manera ¿no? Creo que ahora tengo más libertad que antes.

Me quedo en silencio, mirando a Rilakkuma, dejando que mis pensamientos se calmen. La libertad es algo extraño. Por un lado, me siento liberada de una rutina monótona y sin sentido. Por otro, estoy atrapada en un laberinto de incertidumbre y peligro.

—Incertidumbre… —repito en voz alta.

De repente, mi teléfono vibra, interrumpiendo mis pensamientos. Me siento y lo saco del bolsillo de mi cárdigan. Es un mensaje de JK.

𝑴𝒊𝒔𝒔𝒊𝒏𝒈 ➻ Jᴇᴏɴ JᴜɴɢᴋᴏᴏᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora