[4] Umm, el postre va al último

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Austin sería el lugar donde la pareja le diría a la familia de Carlos y a los pilotos que estaba embarazada.

La verdad es que se habían tardado porque los primeros meses de embarazo de Victoria, la cantante había sufrido más a la hora de dejar la nicotina. Sus nervios de recaer estaban altísimos al punto de que su obstetra tuvo que intervenir solucionando un poco los nervios y Carlos no quiso exponerla más a viajar al ver lo mucho que sufría en los aviones.

Addison y Wes habían cumplido con su palabra y habían dejado su hogar en Beverly Hills para mudarse a un departamento de Nueva York. Trataban de hacerle compañía lo más que podían sin molestarla una vez que Carlos había regresado a trabajar.

Los pilotos podían ver que el madrileño estaba del mejor humor posible, pero como ya era costumbre, Carlos no decía nada.

Las semanas pasaron y octubre llegó.

Victoria ya tenía 5 meses para entonces y el crecimiento de su panza era notorio, no era enorme, pero ya no podía ocultarse. Si la gente lo veía podría comenzar a especular y tendrían razón, es por eso que cuando salía la cantante usaba ropa enorme, no era sorpresa para nadie porque estaban acostumbrados a que ella se vistiera así.

Carlos hablaba con ella todos los días y se aseguraba que no la pasara mal, y ahora había insistido a que sus padres vinieran a Estados Unidos. La última vez que habían visto a Victoria había sido en el GP de Barcelona, mucho antes de que ella supiera que estaba esperando un bebé de Carlos.

—Hijos —El señor Sainz fue el primero en acercarse a la pareja.

Carlos abrazó a su padre mientras Victoria iba con Reyes y trataba de que su panza no chocara con nada. No quería arruinar la sorpresa.

—¿Cómo están? No te hemos visto en un buen rato —Ese comentario de Reyes fue dirigido para Victoria mientras que ella solo sonreía.

—Trabajo —Aunque era una mentira.

—Las chicas no pudieron viajar, pero disfrutaremos el fin de semana nosotros —El señor Sainz les informó y la pareja volteó a verse un tanto decepcionados.

Sabían que existía esa posibilidad, pero de verdad que Victoria no quería viajar más de lo necesario.

—No se preocupen, nos divertiremos.

Después de el saludo, quedaron de verse con ellos para cenar en un rato, mientras que Carlos y Victoria iban directo a su habitación para planear como lo dirían.

—Sigo creyendo que tú debes de decirles, eres su hijo —La rubia sonrió sentada en la cama sobando su vientre.

—¿Segura?

—Podríamos sugerirlo y ver cómo reaccionan o decirles que vamos a casarnos y Boom, enseñas tu enorme panza —La cantante lo miró mal en cuanto su novio hizo gestos sobre su propio vientre.

—No es enorme aún. Todavía entro en mis jeans.

—Por ahora.

—Callate, Carlos —Victoria soltó divertida.

El madrileño vio de inmediato que las inseguridades y nervios de su mujer no se iban y cada vez que hablaban de decirle a alguien, le dolía no poder hacer mucho para ayudarla, así que simplemente trataba de que ella supiera que estaba ahí para lo que necesitara.

Soltando un suspiro, el madrileño fue hasta ella y se sentó en la cama colocando una de sus manos sobre su vientre.

—Tu madre no sabe qué hacer contigo —El hecho de que Carlos le hablara al bebé la ponían a llorar como una jodida magdalena —Pero no sabe que confío en que será la mejor y serás el más afortunado de tenerla como mamá.

Guía para ser padresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora