SIPNOSIS

1.3K 103 6
                                    

Las risas resuenan, las copas llenas de bebida salpican al chocarse entre mis compañeros mientras me pedían que siguiera haciéndolos reír con mis chistes e historias de cómo he llevado a prisión a incontables piratas que se atrevieron a subestimarme solo por mi apariencia joven y por ser mujer, pues según ellos, eran más fuertes que yo.

—¡Di qué hiciste, ________! —pide uno de ellos.

—Pues nada, lo derribé de un golpe. Toda la hilera de sus dientes acabaron en el suelo —respondí ganando aplausos y que todos empezaran a vitorear por mi victoria tan simple.

—¡_________! ¡La mejor cadete de la marina! —levantan sus tarros de cerveza y las golpean de nuevo como excusa para seguir bebiendo.

—No me sorprendería que un día de estos, muy pronto creería yo, te ascendieran a oficial —comenta uno de mis compañeros y todos estuvieron de acuerdo con su opinión.

—¡Pronto serás una Almirante reconocida y no me sorprendería que así fuera!

Reí levemente mientras sentía mis mejillas sonrojarse, pues es lindo que creyeran que tuviera tanto talento y fuerza como para volverme una Almirante. Realmente quiero ser eso... Ser tan fuerte como ellos, aún no puedo entender cómo es que el Vicealmirante Garp no acepta el puesto, ¡sería increíble! Es por eso por lo que no dejo de entrenar todos los días para fortalecerme y así acelerar el proceso. Si reconocen mi valor, así como dicen mis compañero, seré Almirante muy pronto. Estoy decidida a hacerlos notarme.

—Brindemos —uno de mis compañeros se levanta y eleva su tarro—. Por la futura Almirante _______. ¡Que acabará con todos esos malditos piratas!

—¡Por la futura Almirante ________!

—Basta, harán que me de vergüenza —bromeé haciéndolos reír de nuevo al igual que a mí, bebí de mi trago, solo un sorbo, pero no pude evitar pensar en estos dos años siendo parte de la marina.

Ingresé cuando tenía dieciséis años, ahora, a mis dieciocho, pude demostrar de lo que soy capaz, de lo que mi gente lo es. He crecido en una pequeña aldea en el East Blue dedicada a la herrería, lo mejor que se nos da hacer es fabricar herramientas o armas de todo tipo, incluso con pocos materiales que podemos encontrar tirados en cualquier parte, es como un don. Pero los demás solo hicieron eso, no querían ser parte de la pelea, son "pacifistas", y es por eso por lo que otros nos ven como débiles, como personas que solo pueden hacer armas y nada más

Este pensamiento comenzó cuando mi aldea fue tomada por piratas que nos obligaron a fabricar armas para ellos durante cinco años... Los marinos rescataron mi aldea y desde ese entonces juramos darles nuestro trabajo, y yo decidí unirme como cadete. Fue la mejor decisión que he tomado.

O eso creía...


Los meses pasaron, pero las risas y reuniones no faltaban, veía a mis compañeros y estaba segura de que estarían para mí siempre que fuera a necesitarlos. Yo siempre lo estuve, siempre los he apoyado y ayudado en todo momento, sentía que me querían, que no podían esperar más por el día en el que me nombraran oficial o Almirante. Yo tampoco podía esperar. Entonces... ¿por qué tienen esas caras? ¡¿Por qué nadie me está ayudando ahora?!

—No quiero ir... ¡Suéltenme, por favor! —rogué una vez más— ¡Chicos. Ayúdenme! ¡Se los ruego!

Miré a mis compañeros que tan solo ayer estaban riendo conmigo, ahora mismo estaban arrodillados, con la cabeza agachada y cerrando los ojos. Ninguno hacía el amago de querer tenderme una mano.

—Chicos... —murmuré incrédula por su hipocresía, por cómo son capaces de abandonarme en este momento.

Solté un quejido de dolor cuando un golpe directo a mi cabeza me derriba, me llevé una mano a la frente, sintiendo la sangre bajar por esta, vi como manchaba mis dedos temblorosos por la impotencia, incluso goteaba hasta las cadenas en mis muñecas. Cadenas que nunca creí tener puestas... nunca he hecho nada para merecerlas.

—Es muy ruidosa. Oye, tú —sollocé asustada cuando la punta del arma de oro de aquel Dragón Celestial aparece frente a mi rostro—. Deja de hacer esos ruidos molestos, o te mataré.

Lo miré temblando mientras mantenía el arma frente a mí, cerré los ojos y bajé la mirada derrotada. Aquel Dragón Celestial se endereza y se dirige a sus guardias para ordenarles que me lleven al puerto. Dos hombres se me acercan y me obligan a levantarme sujetando mis brazos, volví a mirar a mis supuestos compañeros, todo lo que podía sentir cuando los volvía a ver era una rabia impresionante. Ninguno se atreve a siquiera mirarme con lástima, todos solo... lo aceptaron tan rápido.

—Traidores... Son de lo peor —sollocé por lo bajo antes de que me empujaran para hacerme caminar.

Finalmente no tuve más opción que seguir las órdenes del Dragón Celestial, por lo que escuché... ahora me volvería su decimoséptima esposa. ¡No quiero hacerlo! Apreté los dientes con fuerza pero nada en este mundo iba a detener esto, quisiera que exista una forma que la marina me ha demostrado ser tan cobarde y tan perros fieles cuando se trata de los Dragones Celestiales que ni siquiera veo ni una pizca de ganas por ayudarme, a ellos no les importa. No les importa lo que me pase al estar en manos de estas personas, si es que se les puede llamar así. Jamás había visto a un Dragón Celestial, solo me han dicho cosas buenas sobre ellos y que debemos protegerlos a toda costa... ¡¿Por qué protegería a seres tan despreciables como ellos?! ¡Prácticamente me están secuestrando!

—Alguien... ayúdenme...

HORIZONTES DE ESPERANZA || Trafalgar Law y Tú ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora