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Penas de fin de verano

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Penas de fin de verano

Aurora

Mi pecho se oprime sin remedio ante aquella noticia tan repentina, había pasado una larga semana, pero aun aquellas palabras retumbaban en mi cabeza hasta llegar y destrozar mi corazón, el amor que imprudentemente sentía por Alexander, me dejaba en una posición engorrosa, siendo aquel comportamiento de "hombre perfecto" solo una alucinación, nada era real entre él y yo, solo un producto de mi enceguecida imaginación.

Hace mucho leí en algún lugar que no se podía herir a una persona que ya tuviera el corazón roto, sin embargo, yo... había caído en los espacios entre letras de aquella frase, no solo tenía el corazón roto, sino también... vivía con heridas sin poder sanar lo anterior, Alexander, había destrozado mi corazón dos veces seguidas...

Supongo que merezco eso, durante meses estuve engañando... escapando y disfrutando de algo que no me pertenecía, había caído rotunda en las sombras de un deseo prohibido, hasta que, en un punto invisible, aquellas sombras se llenaron de sentimientos que solo empeoraron mis intentos de escape, para cuando logré zafarme de aquella oscuridad, solo pude recuperar trozos de aquello que alguna vez estuvo complejo.

—Chica... —me llama Erika por tercera vez —¿astas bien?

—Lo estoy...

—No mientas, has estado ida esta semana, yo lo noto, Lia lo nota incluso Lucas me pidió que hablara contigo —se acomoda sobre el colchón, tomando uno de mis peluches de dinosaurio para abrazarlo —sabes que puedes confiar en mi ¿verdad?

—Lo se... pero en verdad no está pasando nada Erika.... —Solté sintiendo como mis ojos ardían, al llenarse de lágrimas.

—¿Por qué tus ojos están por desatar un torrente?

—Porque tengo el periodo —solté derramando mi llanto sobre mis manos —lo odio, odio sentirme tan sensible por todo...

—Amiga —me envuelve en sus brazos —¿estás segura que es por eso?

No digo nada, solo me quedo ahí, llorando a mares sobre su pecho, ¿Qué podía decir? "lloro, porque el hombre que amo va a tener un bebé con su esposa"

La tarde llegó con una larga siesta y conversaciones que me llevaban lejos del fiasco de la tarde, Erika evitaba el tema a toda costa y yo lo agradecía, pasar el rato con ella, me gustaba mucho... a pesar de ser una rompe corazones, Erika era linda, amable y todo un icono de la moda.

Durante todos los años de nuestra amistad, jamás la había visto con un novio o algún interés amoroso que dure más que una hora o lo más duradero... una semana.

El periodo pasó rápidamente, lo agradecia a pesar de ya no tener excusas para llorar como loca todas las noches, ahora, me veía atentamente frente al espejo, iría a la facultad de Lucas, para ayudarle a limpiar su habitación antes del retorno a clase, según él, podía ir y venir de la universidad a su casa, pero había días que prefería quedarse a dormir, así evitar las contiendas con su padre por lo del patinaje.

EN LAS SOMBRAS DEL DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora