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Se mía

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Se mía

Alexander

—¿Está todo bien? —interroga Cecilia mientras se viste.

—Si. —Mentí mientras tomaba de un solo golpe el contenido oscuro de mi vaso, sin fruncir el ceño ante la fuerza del whisky de barril que había servido minutos antes.

Ella camina hasta mí, abrazándome por la espalda... mientras acariciaba mi cuerpo con obvias intenciones de volver a coger... yo no estaba de humor, ni siquiera pude rendir bien cuando se desnudó, no podía cogérmela mientras recordaba como Aura besaba a ese chico, me daba cólera y eso no era bueno.

—Cecilia detente —la aleje de mi bruscamente —no puedo ni quiero hacer esto hoy...

—¿Y cuándo si Alexander! —me mira con indignación —siempre encuentras una excusa...

—No empieces Cecilia. —Dejo el bazo sobre el tocador y me dirijo hacia el armario.

—Dame la cara Alexander King... —e toma del brazo y trata de girarme, dejo que lo haga y me cruzo de brazos cuando la tengo al frente —¿Qué demonios crees que estás haciendo?, ¿crees que puedes humillarme cada vez que quieras?

—Estás loca...

—Alexander soy tu esposa, ¿hace cuánto que no tenemos sexo? ¿crees que no iba a notarlo? —se acerca —¿te estas cogiendo a otra?

—¿Este es tu plan? —interrogue con furia, recordando aquel maldito beso... todo fue su culpa —puedes irte al infierno Cecilia, estoy cansado de toda esta mierda... ¿quieres saber que me tiene así? —interrogue mientras la señalaba —me tiene así, el hecho que vayas a contrarle a Lia sobre nuestros problemas maritales ¿no crees que es asqueroso para ella saber cuándo sus padres tienen o no sexo?, si estas planeando usarla para manipularme... eso no pasara te lo prometo, no permitiré que sigas arruinando mi vida y que ahora por tus caprichos, traumes a mi hija...

—¿Tu hija? —se peina el cabello con los dedos para suspirar —nuestra hija Alexander, nuestra... yo la di a luz... —me señala frustrada —¿crees que esto es un capricho mío? —se da golpes al pecho —¡estas arruinando nuestro matrimonio Alexander!

—¿Yo? —la mire con burla —este matrimonio lo arruinaste tú, el día que sugeriste que casarte sería buena idea...

—Eres un maldito... después de todo lo que he hecho por ti ¿crees que tienes derecho a hablarme así?

—¿Qué mierda has hecho por mí? —la mire con molestia, sin controlar el tono de mi voz —¿crees que hacer que nuestros padres nos casaran porque tuvimos sexo una vez era lo correcto?, arruinaste la vida de ambos atándonos al otro...

—sabes perfectamente porque lo hice —me señalo con lágrimas formándose en sus ojos... sabía que esto pasaría, es su modus operandi —por el bien de ambos.

EN LAS SOMBRAS DEL DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora