La Pareja de Oro

76 9 0
                                    

Tras una semana de instalación Dario sigue en mi casa, eso de levantarse y tener el desayuno preparado se ve que le mola bastante, un día llegó un paquete envuelto en papel de oro, no sé porqué algo me decía que era para Dario. Cuando lo abrió era un broche de dos estrellas doradas.

-¿Qué significa eso D?- le pregunté desde el sofá.

- Esto es mi identificación por así decirlo, son dos estrellas porque soy el segundo caballero y están hechas de mi metal.

- O sea, todos los caballeros tenéis una chapita que os identifica.

- Exactamente, el de platino será de platino, el de hierro será de hierro, y cada uno llevará su rango en el número de estrellitas.

-Ah, vale, lo he entendido.

Siempre la llevaba en los calzoncillos, ya que no llevaba más ropa, ya me había acostumbrado a verle así, incluso una vez me salió en pelota picada de la ducha y yo comiendo helado, se me cayó la cuchara y su excusa fue que no había cogido una toalla... me quede anonadada, a la vez que avergonzada e impresionada. Ya lo tenía todo comprobado, Dario era el hombre perfecto, un adonis griego en toda regla, pero Dayana era la viva imagen de la diosa Afrodita. Tenía curiosidad por ver a quién se le caía la mandíbula al suelo antes, Taranee y yo teníamos una apuesta, no es que se lo contará, se enteró solita eh, no me juzguéis.

Un día estábamos hablando por Skype cuando el guapo de mi querido hermano pasó por detrás de mí, y Taranee vió la chapita que llevaba en los calzones, ahí ya tuve que contárselo todo, técnicamente yo no le dije nada, se enteró ella solita... pues teníamos una apuesta, ella decía que a Dayana y yo decía que a Dario, lo veríamos muy pronto.

Hablé con Dayana y me disponía a ir y hacerle una visita. El muy cabrón de Liam le otorgó la zona sur de Asia, y vivía en lo alto del Himalaya, ese gesto hizo que me cayera un pelín peor. En lo alto del Himalaya no es que hubiera mucha gente, así que Dayana se aburría un tanto, al no ser del todo humanos podemos sobrevivir en esas zonas perfectamente. Hice la maleta y cuando me disponía a salir Dario me cortó el paso.

-¿Dónde vas con esa maleta?- me dice comiéndose un regaliz, ya había descubierto donde guardaba las chuches el muy...

-Pues me disponía a ir a hacerle una visita a mi hermana, hasta que te has puesto en mi camino...

-¿A qué hermana? Te recuerdo que tienes seis.

- A Dayana, la guardiana del sur de Asia.

- ¿Vas a ir a ver a la tigresa? Me apunto.

- Pues guapo, vamos a tener que pasar por Polonia por qué no tendrás la intención de ir al Himalaya solo con los calzoncillos ¿verdad que no?

-Ems, no, así que vamos, llama a tu pony alado y vamos a mi casa- dice vistiéndose.

- ¡SE LLAMA COTTON Y NO ES UN PONY, ES UN PEGASO! COTTON- llamo y acude, montamos, la maleta la llevaré con la telequinesia.

Pasamos por Polonia, a casa de Dario, que madre mía que desorden, estaban todas las cajas sin desenvalar y todo en el medio. Dario abre una caja llena de ropa de invierno, saca unas cuántas prendas y las mete en una maleta negra, coge mudas y la cierra.

-Ya podemos irnos, al Himalaya - se pone una chaqueta y se sube en Cotton, resoplo, cojo su maleta y vamos camino al Himalaya.

Cuanto más nos acercamos al Himalaya, lógicamente más frío hacía y Dario no paraba de quejarse ¿Y este era un gran caballero? Pues menos mal... Cotton se quejaba menos cuando era pequeño. Llegamos al Himalaya y ahí está el chalet de Dayana, como el mío pero el suyo no tenía jardín con piscina, sí, me he hecho una piscina. El suyo tenía terraza cerrada completamente acristalada, que guapada, al acercarnos no nos damos cuenta de un animalito camuflado entre la nieve, Shere, el tigre himalayo de Dayana viene a darnos la bienvenida corriendo, o por lo menos a mí viene a darme la bienvenida... a Dario lo mira con hambre.

El metal de mi corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora