Han pasados decadas, milenios, épocas y épocas de odiseas desde que volví a contar algo de mí... Han pasado tantas cosas que... me cuesta decir si es algo bueno o algo malo... O quizás eso ya no importa más, porque ahora estoy bien. Soy más fuerte, y los girasoles me miran más, con más cariño y más esperanza que antes.
¿Recuerdan a aquel chico del atardecer? Bueno... Resulto ser parte de un sueño que tuve por haberme dormido en cierta parte de aquel día... Al menos ahora sé que existe, y solo debo esperar a que aparezca...
Si se preguntan como está la casa y la propiedad en la que habitan mis pies y mis pesares, pues está bien. Me siento bien, porque he podido cuidar de cada girasol, de cada jardín, de cada parcela y de cada animalito que se cruza en el destino de mi andar por el bosque.
Me he comprado bastantes atuendos grandes y largos de tela, hasta tengo un sombre acogedor y llen ode girasoles bordados con mucho amor. Ahora tengo un puesto preferido en el que conseguir mis gadgets. No sé si se dice así pero suena bonito y divertido.
Extraño a mis papás. Extraño la compañía un poco, pero nah, no es para tanto. Tengo a mi querido terroncito de azúcar y es todo lo que necesito para consolar mis dolencias, mis pensamientos y el pasado que me agobia semana tras semana, tiempo tras tiempo, aunque sé que pronto se irá.
Mis girasoles ahora son de colores rojo, naranja, amarillos (como siempre), turquesa, celeste, café, rojos (dios mío lo volví a mencionar, es que me gustan tanto), verdes, morados, rosados..., entremezclados como arcoíris... Son tan bonitos que me gustaría verlos toda la tarde... Pero bueno, trabajo es trabajo. Igual no tengo de que preocuparme realmente... ¿O sí?
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La Chica de los Girasoles
PoetryUn libro que narra la historia de una jovencita, cuya misión es triunfar en cada paso de su vida dando lo mejor de ella.