El día de hoy, poco tiempo después del lamentable suceso, Carmelia se levantó con muchos ánimos para ir al colegio. Se bañó, se vistió, desayunó, y se fue. Bueno, antes de irse se despidió de sus preciados girasoles, que estaban recién saliendo de la madre tierra.
Mientras iba por la calle y admiraba el paisaje que había a su alrededor, ella se preguntaba algunas cosas:
—¿Necesito a alguien a mi lado para ser feliz? ¿En realidad necesito a alguien?
A medida que lo pensaba más, menos importaba. Ella realmente estaba feliz consigo misma, no necesita la opinión de otras personas para valorar lo que ella realmente ama.
Las hojas de los árboles de aguacate empezaban a aclararse con la luz del sol, sol que apenas se podía distinguir entre la neblina. Las flores púrpuras con forma de campana tenían hechizada a Carmelia, no paraba de observarlas:
—Son tan hermosas...
—Aún me pregunto por qué la gente no se percata de estas cosas, se están perdiendo de un gran mausoleo, verde y viviente como el presente.
Carmelia al ver la hora de reojo, se dio cuenta que estaba por llegar tarde al colegio y tuvo que acelerar el paso, usando todas las fuerzas que tenía. Para nuestra suerte, llegó sin ningún rasguño y lista para empezar las clases.
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La Chica de los Girasoles
PuisiUn libro que narra la historia de una jovencita, cuya misión es triunfar en cada paso de su vida dando lo mejor de ella.