48. "Ojo por ojo"

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LUCA NOVAK.

Sabía que esto sucedería en cualquier momento. Cuando me informaron de que él había sido asesinado en la cárcel, lo dudé. Pensé: ¿Cómo han podido asesinarlo de una manera tan sencilla? A él. Al chico que con sus propias manos mató a más de veinte personas, con dos heridas de bala y el cráneo fracturado hasta tal punto que quedó en coma por varias semanas. De alguna manera consiguió un informe falso en el que confirmaron que el cuerpo encontrado irreconocible era el suyo, pero nunca lo creí del todo. Yo lo crie. Yo cree un monstruo manipulador, calculador y loco. Claro que también era mi hijo y mi sangre corría por sus venas, como también el gen psicópata que ha pasado de generación en generación en mi familia.

— Silencio. —pido y doy un golpe en la mesa.

— ¿Silencio, Luca? ¡¿Silencio?! —me grita Stefan. — Mi esposa y mis hijos van a morir, pero tú me pides que me calle.

— Vuelve a gritarme y te perforaré la garganta con esta misma pluma. —amenazo. — Te dije que no complicaras tu vida teniendo familia. Te advertí todo lo que podía sucederle a los hombres como nosotros, pero preferiste ignorar y hacerlo igualmente. —me siento, saco un puro y lo enciendo. — Los enemigos buscan la debilidad y aprovecharse de la vulnerabilidad para destruir.

— Voy a destrozar a tu maldito protegido con mis propias manos ¡Debí matarlo ese día! —exclama lleno de furia. —Si no me hubieras detenido nada de esto estaría pasando ¡Pero lo hiciste! No me dejaste dispararle en la cabeza y mira, ha regresado.

— Tengo muy en cuenta que debí haberlo matado. Cometí un error pensando que quitarle todo lo destruiría hasta que él mismo decidiera quitarse la vida. —mascullo.

— Entonces él sigue vivo porque una vez más lo permitiste. —reclama Federico. — ¡Lo sabía! Utilizaste la maldita piedad de nuevo con ese bastardo.

— Ordené su muerte en la cárcel después de todo ¿Qué hiciste tú? —lo miro furioso por sus reclamos.

— Advertirte que te estabas ablandando con él. Desde el primer día lo supe, él sería tu perdición. —pone el dedo en mi pecho. — Un psicópata no ama, ni siquiera a alguien de su propia sangre ¿Acaso no te lo dejé claro?

Stefan ríe. — Claro. Es tu hijo biológico, por eso lo protegías y no me dejaste apretar el gatillo.

— No. Tener mi sangre no lo libró de su muerte ese día, Stefan. —digo mirándolo fijamente. — Tampoco fue mi favorito por ser mi hijo ¿Quieres qué te diga la razón? Lo fue porque era todo lo que vosotros no podíais ser. Lo fue porque sonreía cuando sus manos se llenaban de sangre, no importaba que fueran mujeres y niños. —me pongo en pie. — Después de tantos años sigue demostrando que es más inteligente que cualquiera de vosotros.

SHADE. ®   (#1) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora