Cap. 5

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—Que Karla sea una antigua y no haya querido reconocer que a su hijo legustan los hombres no quiere decir que yo deba callarme. 

—Mamá, lo siento... Te digo de corazón que lamento haberos mentido. 

—Estoy preocupada, Alli—es su respuesta. 

Ella me agarra de las manos y me dejo caer a su lado en el sofá mientrasmi padre me mira, alucinado. Supongo que mi madre no le habíacomentado la conclusión a la que ha llegado solita. 

—Estoy bien, en serio. Luis cuida de mí y en Ciudad de México he encontradouna ciudad que me encanta. 

—No digo que no, pero ¿eres feliz? —Lo era, hasta hace un rato lo era.Sólo de pensarlo vuelve a aparecer ese maldito nudo en el estómago que nome deja casi respirar—. No sigas mintiendo, por favor. 

—Estoy enamorada, hasta las trancas —me sincero al fin, y veo la cara deenfado de mi madre, que me escudriña de arriba abajo. 

—Por favor, eso no se lo cree nadie. Mírate... 

Se pone de pie, nerviosa. Sé que no ha entendido lo que le he queridodecir, y me dispongo a aclarárselo, pues no estoy dispuesta a volver amentir en mi vida. 

—De Luigi, mamá, el socio de Luis.—¿El que se ha ido corriendo? —interviene por primera vez mi padre,recolocándose en el sofá mientras me mira, pasmado porque no esperabanada de lo que está escuchando. 

—El mismo. —Mi madre sonríe, supongo que necesitábamos un poco desinceridad —. Me hace sentir especial, pero no sabía lo de mi matrimonio;no sé por qué no se lo conté y ahora... se ha ido. 

—Hija, por favor... Tienes que hablar con él. 

Ella jamás me había aconsejado en el amor, ni siquiera cuando lecomuniqué que me casaba con Luis; en ese momento se quedó en silencio yasintió como si lo esperara. 

—Lo he intentado, pero se ha marchado. No me va a perdonar que lehaya mentido. —Sé que no debería llorar delante de mis padres, pero soyincapaz de retener las lágrimas—. Lo he perdido —jadeo sin poder evitarlo,y mi madre me estrecha entre sus brazos, acogiéndome en su pecho. 

—Si él te quiere, volverá. Hazme caso, que de eso sé mucho. 

Percibo cómo el sofá se hunde un poco más y los brazos de mi padre merodean por los hombros hasta que me dejo caer sobre su pecho. 

—¿Por qué tuviste que irte a tantos kilómetros de distancia? Aquípodríamos ayudarte cuando lo necesitaras, ¡qué estúpida manía de alejartetanto! 

Sonrío porque me hace gracia oír lo mismo que siempre me dice... ytiene razón, puede que el hecho de irme fuera un error... y, si no lo hubieraconocido, ahora no estaría así de dolida. 

—Los padres de Luis no son como vosotros. Quisimos empezar de cero,lejos de ellos —comento mientras encojo los hombros, porque sé que estono les parecerá bien, aunque es la verdad y creo que es justo que lo sepan. 

—Entonces, ¿Luis no es en realidad tu marido? 

La pregunta de mi padre me sorprende, porque ha oído lo mismo que mimadre y ella lo ha captado a la primera; él, por el contrario, creo que aúnestá digiriendo la noticia. 

—Legalmente, sí. Bueno, fuimos un matrimonio, lo intentamos, peroahora sólo somos amigos, y cada uno tiene su espacio. Era lo mejor para losdos y, mientras tanto, sus padres vivían felices —se me hace muy extrañocontar esta parte de mí a mis padres, me siento un bicho raro—, pero hemosdecidido divorciarnos. Lo que me ha ocurrido con Luigi me ha hecho abrirlos ojos... y Lukas... 

Luigi es irresistibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora