ONE-SHOTS MAXLEY

Me llamo Max y soy adicto a los hombres chichones

Momentos de Max siendo un adicto al pecho de su novio porque bueno, he is just a guy!.

Momento 1:

La pareja de encontraba en un autobús bastante repleto. Estos iban en camino hacia una pista de patinaje que se localizaba alejada de la universidad. Se estarán preguntaron, ¿Acaso Brad no tiene auto?, pues si, pero esta en el mecánico y enserió querían ir así que, una cosa por aquí y una allá y pum, terminaron en un autobús.

Max iba pegado en la ventana, Bradley frente de él, sosteniéndose del caño en la parte superior del vehículo. Este último iba un poco incómodo ya que era la primera vez que se subía a un autobús, entonces era básicamente un inexpefo.

— Brad, cálmate no te vas a caer— Se río el menor.

— Eso no lo sabes — Su nudillo se estaba poniendo blanca de lo fuere que estaba agarrando la baranda.

— Tranquilo — Le acaricio la cintura — Yo te cuido.

Brad rodeo los ojos sonrojado mientras Max se reía suavemente.

Todo iba como en viento en popa, hasta que el vehículo pasó por un bache profundo haciendo que todo el autobús se sacudiera.

La pareja fue víctima de este suceso, Brad se tropezó contra Max, lo que hizo que su pronunciado pecho quedara en el rostro de su amado.

El bebé Goof quedó impactado por unos segundos.

Dios santo, son tan suaves y grandes.

— Rayos, Max perdóname, ¿Estas bien?— Brad se estaba a punto de separar cuando el más joven lo tomó de la cintura fuertemente.

— Sabes es mejor que te quedes así, no quiero que te caigas de nuevo.

— ¿Estas seguro?, puedo moverme para no aplastar-

—NO LO HAGAS — Tosió ya que lo había dicho fuerte — Quiero decir, es tu primera vez en el autobús, imagina si te caes y te lastimas. No quiero que te pase nada.

— Si tu lo dices.

Brad se había quedado en esa posición, mientras que el contrario disfrutaba de la suavidad y la calidez de los pectorales.

Ojalá que tardemos mucho.

Momento 2:

— MIERDA.

Max levantó la vista de su cómic.

— ¿Qué ocurre?

— Se rompió mi camisa. — Bradley agarraba la linea de botones que se había descosido con pena.

— Que no tienes, no se, ¿como 8 camisas más?

— Si, pero están en mi habitación. Encima no traje mi sweater.

El mayor se recostó en el suelo, apoyado contra la cama de la habitación de su novio. El más joven recostado en la el colchon ,mientras le acariciaba la cabeza a su pareja, se le encendió el foco.

— Te presto una de mis playeras si quieres.

— Ay galan que tierno, pero no creo que me entre.

— Hey vamos, uso ropa ancha, si eso no te entra te doy 20 dolares.

Bradley suspiró y acepto la oferta. Max se paro hasta llegar al armario y le tendió una de típicas playeras rojas.

— Oye Max.