Todos los «Exiliados» creen que echan de menos su hogar... hasta que regresan.
Riesgos de los viajes en el tiempo. Joyce Carol Oates.
Durante mis paseos con él, el almirante me hablaba de las rarezas de su mundo más allá del Big Bang. Al parecer, disfrutaba contándome historias. Y así, me encadenaba el collar y salíamos a charlar sobre temas mundanos mientras recorríamos las galerías del portadrones. A veces, yo también le contaba historias de mi universo. Él no me creía, argumentando que mis historias no eran sino invenciones, pero yo sé que en el fondo gozaba escuchando esas historias que él consideraba fantásticas.
Por su parte, él me hablaba de las rarezas de su universo del otro lado: la primera, el elevado valor de la velocidad de la luz; la segunda, la escasez de agujeros negros y la presencia de estrellas oscuras; la tercera, la existencia de materia extraña como el mascarón y la cuarta, la abundancia de antimateria.
En nuestro universo la antimateria es muy escasa. Sin embargo, en el universo al otro lado del Big Bang parece ser muy común. Algunos sistemas planetarios de esta galaxia estaban formados de materia ordinaria, otros eran enteramente de antimateria. Y, aunque el almirante lo percibía como un problema, en verdad suponía una bendición. La economía de los Eloi dependía enteramente de algunos de aquellos extraños sistemas de antimateria para obtenerla, para alimentar, en definitiva, las ansias de energía de su civilización. A menudo, flotas enteras Eloi de tanques de combustible visitaban furtivamente los sistemas con antiplanetas en los que los Morlock no tenían vigilancia, por no ser habitables o por ser poco importantes para ellos. De igual manera, a menudo los Morlocks eran sorprendidos repostando sus flotas en sistemas de materia ordinaria. Según el almirante, no podía haber paz entre ellos; la convivencia pacífica era, al parecer, imposible.
Eso me hizo pensar en que la primera gran guerra que se produjo en la historia de nuestro universo tuvo lugar durante el desarrollo del Big Bang, cuando se produjeron las violentas aniquilaciones de la materia contra la antimateria. La materia ordinaria resultó victoriosa, y por eso en nuestro universo predomina abrumadoramente sobre la otra. ¿Qué oscuras asimetrías de las leyes de la física motivaron la victoria de la materia? Eso lo ignoro, pero fue así.
En el extraño y sorprendente universo del otro lado era distinto. La aniquilación entre materia y antimateria continuaba, porque no había finalizado aún. Con el paso del tiempo, la materia y su mortal enemiga habían evolucionado, se habían enriquecido hasta el punto de que —con la aparición de la vida inteligente— habían tomado consciencia de sí mismas. Pero la guerra y la aniquilación continuaba. Y sólo podía quedar uno.
Una vez el almirante me contó una historia inquietante. El sistema planetario Eloi del sol naranja fue cruzado por un cometa sumamente extraño. El objeto emitía una luz inusualmente intensa. Al poco tiempo, se descubrió que era un cometa extrasolar de antimateria que interaccionaba con el viento solar del sol naranja emitiendo rayos gamma de extrema violencia. Por suerte, su trayectoria pasó sólo una vez, trazando una órbita alejada del planeta Eloi, para después alejarse en el espacio infinito y no volver jamás.
—Almirante, quizás el cometa del que me habla era de color rojo...
—No. intensamente luminoso, pero blanco violáceo.
En cierta ocasión, caminábamos por una galería secundaria y poco frecuentada de la Fortuna. El almirante estaba relajado y había soltado la cadena de mi collar para que yo me moviera con libertad. Entonces, me volví hacia él para solucionar una de mis numerosas dudas:
—¿Me permite una pregunta, almirante?
Realizó un gesto de asentimiento con sus pinzas. Podía lanzar la cuestión y satisfacer mis inquietudes.
—Las leyes de la gravedad hacen que los cuerpos se atraigan, pero ¿qué hay de la antimateria? ¿La antimateria antigravita? Quiero decir, si un planeta de materia se acercase a un planeta de antimateria, se atraerían o se rechazarían?
Entonces ocurrió algo muy inusual en alguien de la sobriedad del almirante. Quizá era porque estábamos a solas, donde nadie nos veía. No lo sé; pero lo cierto es que comenzó a abrir y cerrar sus dos pinzas rápidamente: se reía, el almirante reía abandonando su seriedad habitual. Supongo que la candidez de mi pregunta le había hecho gracia:
—No se rechazarían, mi buena capitana Vargas —siguió abriendo y cerrando pinzas—. La antimateria gravita al igual que la materia ordinaria. Esos dos planetas hipotéticos que describes se atraerían entre sí y, en caso de colsionar, explotarían con una violencia casi inimaginable.
Una de las leyendas que me contó el almirante es la de los amantes antagonistas, la historia de amor entre Abelardo y Rosaura (la verdad es que no recuerdo si estos eran realmente sus nombres verdaderos). Desde que se conocen en las redes sociales, surge un apasionado amor entre ellos. Sus sentimientos son tan intensos que, cierto día, Abelardo decide buscar a Rosaura para unirse a ella. Comienza así su búsqueda, primero en su propio mundo; después, por toda la galaxia. Cuando, tras muchos esfuerzos e infortunios, descubre que su amada vive en un mundo de antimateria, se siente desolado. El amor entre ellos parece imposible, todo está en contra, pues es contrario a las propias leyes de la naturaleza. Pero un buen día, desbordados por la pasión, acuerdan encontrarse en un punto del espacio para unirse en un único y eterno abrazo. Sin duda, el de Abelardo y Rosaura, fue un amor explosivo.
Otra de las historias era la del planeta Blanco. Resulta que, por el azar de las carambolas gravitatorias, en un acercamiento entre dos sistemas planetarios, un planeta fue capturado por otra estrella. Es decir, habiéndo nacido y evolucionado en un sistema planetario convencional, la fortuna había querido que pasase a orbitar sobre otra estrella más grande que lo había capturado gravitatoriamente. De esta manera, el planeta Blanco orbitaba sobre una estrella que no era la suya. La clave del asunto era que esta estrella estaba formada de antimateria en un sistema planetario de antimateria. El planeta Blanco era inhabitable porque con el curso de los eones se había vuelto ligeramente radioactivo. A pesar de eso, solía ser un destino de vacaciones para los más aventureros, pues decían que la belleza de sus auroras boreales producidas por el viento solar de antimateria no tenía comparación con ningún otro sitio en toda la galaxia. Las lluvias de estrellas eran también espectaculares, pues las explosiones en la alta atmósfera de los meteoritos de antimateria alcanzaban una intensidad que iluminaba la noche como si fuera de día.
En unas semanas llegaríamos al sistema Morlock. Allí, había un antimundo, un sorprendente planeta terrestre de antimateria donde vivían cientos de miles de millones de seres vivos de antimateria. Civilizaciones enteras de antimateria, con vidas y sueños de antimateria y amor... ¿cómo amarían las personas de antimateria? ¿Serían felices? El concepto me parecía fascinante, y tan difícil de asimilar que hacía que mi mente estallase.
Navegar por el Espacio tiene sus riesgos, y hay que ser un buen nauta para saber afrontarlos, pero os aseguro que navegar por un sistema antiplanetario, lleno de antimundos, es mucho más arriesgado. En los protocolos y las regulaciones de la navegación, cuando surgen problemas, la recomendación siempre es la misma: recalar en un puerto seguro a la mayor brevedad. Sin embargo, en un sistema de antimateria eso parecía imposible y, sin un puerto en el que fondear, todo eran problemas. Nos la estábamos jugando. Una nave averiada durante un enfrentamiento naval, aunque fuera levemente, sólo tendría a la flota para asistirla. No habría ayuda en ninguna otra parte.
En cualquier caso, el sistema Morlock era un objetivo estratégico muy valioso militarmente; se esperaba encontrarlo bien defendido. Sin embargo, lo importante era que los informes de las inteligencias artificiales transmitían una buena noticia: los poderosísimos portadores de drones del enemigo ahora fondeaban en un lejano lugar de la galaxia. No tendrían tiempo material de asistir al encuentro naval. Si todo salía como estaba planeado, íbamos a dar un golpe de mano inesperado en el corazón mismo del enemigo...
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Más allá del Big Bang
Science FictionQuinta ¡y última! aventura del espacio protagonizada por Rebeca, mi heroína favorita. Viaja en este libro a ¡nada menos! que el Big Bang...