El día de la batalla naval

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—Esa no es una opinión razonable porque usted no está capacitado para comandar esta flota. Usted lo sabe. Su conocimiento de armas y tácticas está completamente anticuado —⁠replicó Numos⁠—. Usted carece de la información necesaria para comprender cuál es la situación actual, tanto aquí como en casa. Usted...

La flota perdida. Intrépido. Jack Campbell.

Todos sabíamos que iba a ser difícil y que este audaz golpe de mano podía complicarse fácilmente. Los riesgos eran muchos y la incertidumbre elevada. Había miedo en los ojos de los cangrejos. Se palpaba su nerviosismo. Este y no otro era el momento de arengar a las tripulaciones y el almirante lo sabía. Reunidos en el puente, el corpulento segundo realizó un anuncio:

—Atención en toda la flota. El almirante va a hablar.

Se hizo un silencio dramático en todas las naves del grupo. Las conversaciones pararon inmediatamente y las tareas secundarias fueron dejadas en suspenso. Desde el más humilde marinero de las fragatas hasta el ingeniero jefe del portador de drones, todos escuchaban. El almirante iba a hablar. Se dirigía a toda la flota.

—Queridos camaradas, desde que el universo existe estamos en guerra con Morlock. Ellos son la negación de la vida y la libertad. Y defenderemos nuestro estilo de vida a cualquier coste. Todos y cada uno de vosotros sois importantes, pues nuestra flota es lo que separa la civilización Eloi del caos de Morlock. En este día, Eloi se enfrenta contra la barbarie y la tiranía, y lucharemos por nuestras vidas, por nuestra libertad y por nuestro derecho a un lugar en la galaxia.

El almirante realizó una breve pausa retórica, esperando así reforzar el impacto de sus palabras en su gente. Enseguida continuó:

—Hoy tenemos una oportunidad única de asestar un golpe mortal en el corazón de Morlock. En este sistema planetario se ubican los astilleros y las infraestructuras navales más importantes de la flota enemiga. Ellos no lo esperan, ni siquiera lo sospechan; pero caeremos sobre su planeta como la furia del trueno, con una fuerza irresistible; hoy seremos semejantes a un vendaval de muerte terrible y arrolladora destrucción del que nunca más podrán reponerse.

Nueva pausa.

—Hoy, queridos hermanos, haremos historia, y los hololibros en el futuro recordarán este día como aquel en el que derrotamos a Morlock. Nuestros nombres y los de nuestras naves de guerra serán recordados por siempre: Fortuna, Intrépido, Descubierta, Cazadora y Vencedora.

En el puente, todos los operadores habían parado sus tareas en las holoconsolas y miraban fijamente al almirante. Había algo en sus miradas que anhelaba esas palabras.

—Cuando volvamos a Eloi victoriosos, hablaréis con vuestras familias, con vuestros amigos y vecinos y con todos los que os rodean, y les diréis: «yo estuve allí, con el almirante, el día en el que derrotamos a Morlock», y enseñaréis con orgullo vuestras insignias, y lo haréis con satisfacción, queridos hermanos, pues todos sabrán que supisteis luchar con honor y coraje.

El discurso del almirante me hacía sentirme extraño, en un lugar y un tiempo que no eran los míos.

—Y dentro de muchos años, cuando ya el curso de la edad os alcance, la gente os recordará y dirán: «él fue uno de ellos, él fue uno de los que derrotaron a Morlock».

Los ojos de los antes asustados cangrejos, ahora pletóricos, se inflamaban de patriotismo.

—¿Queréis a los malditos Morlocks destruyendo Eloi?

—¡No! —Gritaban todos.

—¿Queréis nuestra galaxia dominada por la antimateria?

—¡No! ¡No! ¡No! —Gritaban llenos de furia.

Más allá del Big BangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora