Colaboración. | Draco Malfoy x Edward Cullen.

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Draco POV

Lo primero que siento antes incluso de abrir los ojos es dolor. Un dolor intenso y lacerante en mi brazo izquierdo que me hace apretar los dientes. Abro los ojos. Reconozco la habitación en penumbras y el incómodo colchón cuyos muelles se clavan en mi espalda. Estoy en el hotel.

Me incorporo un poco con los recuerdos de lo que ha pasado golpeando mi cerebro y provocándome un dolor de cabeza. ¿Alguien nos ha delatado? ¿O simplemente ha sido mala suerte? El tipo sabía mi apellido. Atacaron a Edward...

Mis ojos recorren la habitación hasta encontrarlo en una de las desvencijadas sillas. Un fino rayo de luz se cuela entre las cortinas cerradas y arranca destellos de su mano. No me mira. Puedo ver su perfil entre claro oscuros.

-Eres un buen enfermero, Cullen. –mi voz suena rasposa mientras intento mover el brazo vendado pero una ráfaga de dolor me hace pensarlo mejor así que me quedo quieto, sentado con la espalada apoyada en el cabecero.

Lo observo mientras mis ojos se acostumbran del todo a la oscuridad. Tiene la mandíbula apretada, como siempre cuando algo le molesta, y sus ojos clavados en algún punto de la superficie de la mesa. Por un momento, el terror me invade ante su silencio.

-¿Estás herido? –cuestiono. Sé que es difícil herir a un vampiro pero quizás recibió más hechizos de los que yo creía. Me muevo, quedándome sentado al borde la cama y sin aliento.

-No. –su respuesta me debería tranquilizar pero su tono provoca todo lo contrario.

-Entonces, ¿qué ocurre?

Recuerdo todo lo que hicimos en ese club, todo lo que quería hacer con ese vampiro que ahora no se digna a mirarme. Hacía tiempo que no me sentía tan...vivo. Tan expectante por algo. He ido caminando por la vida como un fantasma, buscando emoción en cualquier cosa que llenara el vacío. El vacío de la muerte de mi madre. El vacío de la vida de ser un jodido Malfoy.

-Cuándo. –es lo único que dice hasta que por fin gira el rostro hacia mí. Sus ojos rojos están llenos de dolor. Y de rabia. Odio esos ojos, sé que era más feliz cuando los tenía dorados. Y por algún estúpido motivo la felicidad de Cullen me importa. -¿Cuándo me ibas a contar que eres un mortífago?

Me congelo. Literalmente siento cómo mis músculos se congelan. Me doy cuenta en ese momento de que estoy desnudo de cintura para arriba. De que mi brazo izquierda está a la vista.

Y la marca.

Esa puta marca.

Ahí está, como si se estuviera riendo de mí.

-No es lo que piensas.

La carcajada que suelta es como un puñal.

-Esta es la cosa, Malfoy, no sé qué pensar.

-Cullen...

-¿Eres un traidor? ¿O infiltrado entre los aurores? ¿Estás luchando por traer a Voldemort de vuelta?

-Edward...

Me levanto a pesar del dolor en todo mi cuerpo, camino un par de pasos hacia él. Sus ojos parecen arder de ira, puedo ver sus colmillos a la vista. Otra persona tendría miedo. Bueno, dejé de preocuparme por mi seguridad hace mucho.

-¡CONTESTA!

Da un golpe en la mesa que hace que el borde de la misma caiga al suelo. Un trozo de madera víctima de la fuerza sobrenatural. Doy otro paso más hacia él, hasta que las astillas se me clavan en las plantas de los pies.