Pasado, Violencia y Amenazas

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Los pocos días antes del fin de semana se volvieron monótonos para los jóvenes. Para su mala suerte, Margarita, aún tenía que seguir durmiendo en una cama incómoda pero, las charlas que tenía con Rocío por las noches la ayudaban a aligerar el estrés. Inco se mantenía apegado a ella, no solían hablar mucho más allá de las cosas pertinentes para las materias y alguna pregunta ocasional evadida por alguno de los dos. Eso sí, tuvieron algo de suerte, pues no hubo ningún otro incidente como el del bozal en la mesa de la caimán.

El Sábado finalmente había llegado y los tres jóvenes se reunieron a primera hora en la biblioteca.

—Buenos días —Inco fue el primero en hablar, saludando mientras observaba a la chica caimán que parecía estar dormida de pie junto a Rocío—. ¿Podrá estudiar estando tan cansada?

La respuesta a esa pregunta fue un bostezo muy amplio por parte de Margarita, uno con el cual los presentes pudieron contemplar lo amplia que que era su boca y lo grande de sus colmillos. Aunque además de sus otros dos acompañantes, el único otro ser que andaba por ahí era la bibliotecaria, la cual estaba más concentrada en jugar al solitario en la computadora.

—Bien estoy —gracias al bostezo su voz tuvo un tono algo profundo—. Traje algo de café para terminar de despertarme. Así que, por favor, comencemos cuanto antes con las sesiones de estudio.

Margarita señalaba con la cabeza un pequeño termo que traía en la mochila. Sin ponerse a hablar mucho más, el trío de estudiantes toma asiento en un lugar algo apartado. Los tres comienzan a sacar los libros y cuadernos que utilizarían hoy, también sus laptops, con excepción de la dinosaurio que no tenía dinero para una de estas.

—Weno, hoy empezamo' con diseño y cuando hayamos acabao con lo' primero tema', no' ponemo' con er lenguaje visua. —La andaluza apartó algunos cuadernos y acercó otros, esperando la respuesta de sus compañeros.

Inco abría los libros sobre diseño fotográfico, ya se sabía en gran medida la teoría, lo único que sentía que le faltaba era la práctica. Margarita revisaba lo que tenía anotado en sus cuadernos y se rascaba la cabeza mientras observaba las grandes cantidades de texto.

—Yo pensaba que aquí estaríamos sacando fotografías todo el día, no leyendo tantos libros —suspiraba mientras comenzaba a leer para sí misma algo que estaba segura que ya sabía.

—Una teoría sólida es necesaria para poder sacar las mejores fotografías —mencionó Inco mientras abría un libro y observaba fijamente a la caimán—. Sin esas bases nunca podrás llegar a los estándares que se manejan por la universidad.

Había dicho eso con seguridad y como una advertencia. La cual fue tomada de manera algo mixta, Rocío, por su parte, estaba de acuerdo con que era algo necesario aunque había muchas cosas que se podían ignorar perfectamente. Mientras que Margarita sonrió un poco y a la vez que continuaba con la mirada clavada en el libro, dijo:

—Pues el concurso que gané, el cual fue organizado por esta universidad, no fue muy difícil que digamos —una pequeña carcajada se escapaba al final del comentario.

Rocío se aguanto la risa, ya que ella le había demostrado con algunas fotografías que a pesar de ser algo mala en la teoría, era muy buena en la práctica. Por su parte, Inco, prefirió quedarse en silencio, tenía varias cosas para reprocharle a la chica, no solamente en lo académico sino que también por las actitudes violentas que solía tener. Pero prefirió mantenerse en silencio y continuar estudiando.

Las horas fueron pasando y las únicas palabras que eran intercambiadas, solamente tenían que ver con lo académico. Principalmente era Margarita preguntando muchas cosas que eran nuevas para ella, algunos términos que no terminaba de entender. Inco respondía de manera demasiado técnica a esas dudas, causando que la mayoría de las veces la chica terminara entendiendo menos que antes. Para su suerte, Rocío estaba ahí, la cual siempre ayudaba a explicar las cosas que decía Inco.

Ya casi se cumplía una semana desde que era su guía, y por primera vez se había percatado de algo que resultaba muy obvio para los demás estudiantes. La chica tenía un pequeño acento, el suficiente como para no ser alguien de este país.

—Margarita, ¿Tú también eres de España? —paró de observar el libro, para entonces mirar a la chica—. Ya que pareces entender tan bien a Rocío, supongo que eres de ahí también.

Ambas chicas se observaron por un momento, La albina pensaba que ya le había dicho a Inco de qué país era, pero probablemente se le había olvidado. No era la primera vez que le decían que era de España por el acento que tenía.

—No, soy de Ethen. Son muy diferentes, no solamente por la cultura, sino que también por la económica y las típicas cosas que diferencian a un país desarrollado de uno que no lo está...

Mientras que ella continuaba explicando algunas de las diferencias entre ambos países. Las neuronas dentro de la cabeza de Inco estaban funcionando al máximo, para imaginarse en qué mierda era exactamente Ethen, se encontraba seguro de que eso no podía ser un país. Luego de que pasaran algunos segundos, finalmente se percató de que probablemente ese era el nombre de alguna ciudad o barrio.

—Ah, ya entiendo, entonces eres de México —dijo estando seguro de eso con una pequeña sonrisa, a la par que el ceño de la caimán se fruncía y suspiraba.

Las ganas de pegarle un golpe al calvo estaban aumentando, pero hasta cierto punto no podía enojarse demasiado por un error de ese tipo. Ella tampoco era la mejor en geografía, apenas y sabia los países que rodeaban Ethen, pero estaba cansada de que confundieran a su país con una ciudad mexicana.

—Un poquito, un poquitito más abajo, algo así como en América del Sur —mientras decía eso, extendió el dedo pulgar e índice dejando un pequeño espacio entre ellos—. Es un país poco conocido, de hecho hasta me sorprende que se considere uno para el estado en el que se encuentra.

Inco se rascó la nuca un poco apenado por haberse equivocado, estaba seguro de que conocía a casi todos los países de América Latina, como: Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela. Tal vez se le habían escapado los pequeños.

—Lo siento, ando un poco flojo reconociendo los países.

Margarita respondió con una pequeña sonrisa y subiendo el pulgar, las disculpas se escuchaban convincentes, cada momento que pasaba junto a Inco confirmaba lo que sospechaba de él, era un idiota pero no parecía ser una mala persona.

Cuando finalmente llegaba la hora que habían pactado para tomar un pequeño descanso, los tres salieron hacia el jardín y tomaron asiento en una pequeña banca, teniendo sus respectivos almuerzos preparados. Como siempre, el jardín se encontraba lleno, aun mas siendo un día en el que la mayoría de estudiantes aprovechaban para tomar un descanso. La distancia que mantenían de la chica caimán era considerable, los rumores aun no cesaban y no parecía que lo harían pronto.

Inco se limitaba a escuchar atentamente la conversación que estaban teniendo ambas chicas.

—Entonces, de todas las flores que hay en la habitación ¿Cuál es tu favorita? —preguntó la caimán, mientras daba algunos mordiscos a su almuerzo sintético—. A mi me gustaron todas por igual, pero quizás en un tiempo tenga una favorita.

Rocío se quedó en silencio por unos segundos mientras miraba hacia arriba. En la habitación había una gran variedad de flores y cada una tenía una historia, junto a un significado. Si tenía que escoger una favorita entre todas ellas, esa sería...

—Po' diría que mi flo' favorita e' el clavel —Hizo una breve pausa, sonriendo mientras miraba hacía el cielo—. Su simboli'mo me anima a seguí tó' lo día, quisiera se' tan libre como un clave'.

Margarita observaba con una sonrisa lo que estaba diciendo su compañera, pero había algo que la dejó con una intriga.

—¿Acaso ya no eres tan libre como un clavel?

Llevaban poco menos de una semana de conocerse, pero nunca había visto a Rocío con una falta de "libertad". Completamente lo contrario, siempre daba la sensación de ser una persona alegre y energética.

—E' complicao illa, no lo piense' mucho —Respondió tras pensárselo un poco.

La caimán entendió que era mejor no hablar sobre el tema, quizás era algo demasiado personal para la andaluza. Luego de esa respuesta ninguno de los tres jóvenes dijo una palabra más, solo se escuchaba el ruido de ellos comiendo y el de los otros estudiantes que estaban por los alrededores.

Mientras comía, el chico, no pudo evitar sacar un pequeño quejido. Su dolor en el estómago no le maltrataba mucho pero por momentos sentía ciertas punzadas de dolor, lo que provocó que Margarita recordara algo, aún le debía unas disculpas por ese incidente.

—Inco, en cuanto a lo del golpe —paró de comer y esperó que la observara para continuar hablando—, lo siento. No debí de haberte golpeado, y también disculpa por tardar unos días en disculparme.

Inco no había parado de comer, mientras miraba fijamente a la chica y escuchaba sus disculpas. Estas lo sorprendieron, ya que no se esperaba que Margarita se disculpara, quizás fuera una de esas bravuconas que sí podían sentir arrepentimiento. Ahora que lo recordaba, Mia al principio fue muy molesta también pero en el baile escolar, había demostrado que tenía un corazón. Quizás las dos eran iguales

—Disculpas aceptadas —dijo con una pequeña sonrisa, mientras dejaba de comer por unos momentos—. Margarita, si puedes entender que golpear a la gente es algo que está mal, entonces deberías dejar de hacerlo. Hablando se pueden entender las personas.

Si ella continuaba con unas conductas violentas eso solamente haría que los demás le tuvieran más miedo, y con buena razón. En la cabeza de Inco le costaba entender el porque ella se dejaba llevar tanto por unos simples comentarios, como los de Anta o tomarse tan mal el que le tomara unas simples fotografías. Esta era la oportunidad que tenía, para hacerle entender que eso era algo que debía cambiar.

Margarita sabía que Inco no se equivocaba en lo que se decía, pero aun así no pudo evitar molestarse. Ojalá las cosas fueran tan fáciles como simplemente "aguantarse las ganas".

—Es complicado, no me agrada golpear a la gente y aún menos ser tan violenta, pero —al principio su tono fue algo calmado, pero a medida que recordaba, su ira aumentaba poco a poco—, como se supone que no me moleste cuando ellos se comportan como unos imbéciles. Acosadores y racistas, son cosas que tuve que aguantar por mucho tiempo, ahora mismo es algo que no estoy dispuesta a seguir permitiendo.

La chica no pudo evitar recordar otros incidentes que tuvo, Anta no era el primer imbécil racista que se encontraba. Desde su anterior instituto ella fue tachada como la bestia salvaje que provenía de las selvas, incluso otros dinos la trataban diferente por culpa de su país de origen.

Inco estaba de acuerdo con que ella no tenía que soportar a acosadores o racistas, pero la violencia no era la solución.

—Margarita, tienes que entender que si continuas con un comportamiento así las cosas solo terminaran mal —el chico observaba fijamente a la caimán y hablaba con un tono firme—. Mientras yo sea tu guía, te defenderé de ese tipo de cosas, pero a cambio necesito que dejes ese tipo de conductas... En cuanto a lo de Anta, ya estoy pensando en algo para que nos deje de molestar, así que puedes estar tranquila.

Solamente necesitaba que ella contuviera su ira, solamente por un par de días más, hasta que él finalmente deje de ser su guía. Aún tenía sus dudas de si llevarla o no frente a Anta el lunes, pero si ella lograba comportarse, quizás no haría falta.

Margarita simplemente sonreía, ciertamente sentía que Inco podía ser alguien en quien ella pudiera confiar.

—Gracias Inco, estás siendo un muy buen guía —fue lo que ella le dijo con una sonrisa, para luego continuar comiendo.

A pesar de que Inco ya sabía que estaba siendo un buen guía sin la necesidad de que la chica se lo dijera, esas palabras dibujaron una genuina sonrisa en su rostro. Aunque hubiera preferido que quien dijera esas palabras fuera la directora, o alguien más importante que Margarita, pero bueno siempre se empieza por abajo.

El pequeño descanso que se habían tomado de los estudios ya estaba llegando a su fin, aún quedaban una buena cantidad de horas que debían de estar en la biblioteca, así que rápidamente se dirigieron a continuar con estas necesarias y tediosas clases de repaso.

Durante esas horas, Margarita hacía lo posible para que la mayor cantidad de información quedará retenida en su cabeza y cuadernos. Inco se sorprendió de lo bien que estaba explicando Rocío, aunque obviamente él era más inteligente que ella, sus conocimientos no eran muy diferentes a los de los alumnos promedio de la universidad.

Por mucho que los tres jóvenes estuvieran estudiando un tema que los apasionaba, el estar haciéndolo por tanto tiempo terminó causando cierto aburrimiento en ellos, siendo natural terminar hablando de otro tema, en esta ocasión era Inco quien lo buscaba.

—Por cierto, Margarita —observó el celular de la mencionada que ahora estaba encendido en una aplicación de PDF—, la fotografía con la que ganaste el concurso, ¿la tomaste en tu país?

La caimán se sorprendió por la pregunta, pero agradecería tener una excusa para parar por unos momentos el estudiar. Rápidamente agarró su celular y comenzó a escribir algo en el explorador.

—No, es de donde vivía hace unos pocos meses junto a mi madre —luego de finalmente terminar de escribir, deja sobre la mesa para que Inco y Rocío puedan ver el teléfono. En este había imágenes de un pueblo no muy grande, que se encontraba cerca de una ciénaga—. Es el estado donde vivía antes, Lightswamp, está a unas cinco horas de la universidad.

Rocío observaba las imágenes, donde lo que más destacaba eran las ciénagas y algunos tours que había en estas. Inco recordaba haber escuchado algo acerca de ese estado, que lo más llamativo que tenía era sus grandes cantidades de tierras naturales, solamente había una ciudad algo importante, el resto eran pueblos algo pequeños.

Margarita continuó hablando.

—Estoy segura de que pude haber sacado una mejor fotografía, pero no tenía el equipamiento necesario. Mi cámara no solamente es algo vieja, sino que también ya está en sus últimos momentos —ella sacó de su mochila, el estuche donde tenía guardada su cámara y la dejaba sobre la mesa. Una cámara blanca, que ya tenía varios rayones y manchas—. Aunque debería de poder aguantar hasta que termine de juntar el dinero para comprarme una nueva.

Inco observaba la cámara, sorprendido de que siquiera aún funcionase por la cantidad de golpes que tenía y por lo vieja que parecía. Por otra parte estaba Rocío, que seguía observando las imágenes de la ciénaga, también los pequeños textos que hablaban de lo peligrosas que podían ser, no solamente por los animales sino por las plantas venenosas.

—Illa, ¿de verda' iba' tú sola a esto' sitio'? ¿Ere' chica scau' o algo asin?

Por lo peligroso que se describían esos lugares, se le hacía algo difícil imaginarse que Margarita saliera sola a esos lugares. Inco estaba en una posición igual, por mucho que ella fuera una caimán, eso no hacía que los cocodrilos y caimanes no la atacaran.

—Al principio me acompañaban algunos adultos, íbamos en grupos pequeños —Margarita comenzaba a sentirse feliz al recordar aquellos tiempos—. Pero yo prefería ir sola, tenía más libertad para decidir por dónde ir... Eso provocó algunos accidentes, pero ninguno grave. Para mi suerte había un hospital muy cerca, en el cual ya tenían preparados los tratamientos para los venenos más comunes que se encontraban ahí.

Ambos oyentes no dudaron en creer lo que decía y no tardaron en relacionar uno de esos accidentes a la gigantesca herida que tenía en su espalda. La caimán al ver que ya estaba hablando desde hace un rato y que sus dos compañeros la observaban en silencio, decidió esperar a que alguno de ellos dijera algo.

—Bueno, estoy seguro de que tienes algunas historias interesantes para contarnos —Inco agarró su cuaderno—. Aunque lo mejor sería regresar con lo que nos queda de las materias, así terminamos por hoy.

Él solamente tenía curiosidad de dónde había sacado la fotografía y eso ya lo había dicho. Así que ya tocaba regresar a la lectura de los materiales y hacer que esta última hora terminara de una buena vez. Aunque a Rocío le hubiera gustado preguntarle algunas cosas a Margarita, podría hacerlo por la noche, este era el momento para que su amiga se pusiera al día.

Las horas pasaron y finalmente había llegado el momento de cerrar la biblioteca, para Inco, esta era la libertad de parar de estudiar e ir a su habitación para pasar un tiempo haciendo cualquier cosa, probablemente mirando videos críticas acerca de películas viejas. Los planes de Margarita eran continuar estudiando en la habitación, aunque por lo cansada que estaba, antes tenía planeado tomar una pequeña siesta en aquella desagradable cama.

Aquella siesta, se terminó convirtiendo en algo más, ya que la misma no finalizó hasta que la alarma del día siguiente sonó. Su compañera le dejó dormir esas doce horas de recorrido, pues ciertamente las necesitaba. Aun así, la caimán le pidió que para la próxima vez la despertara, que por mucho que le gustaría dormir esas horas, era algo que por ahora no se podía permitir.

Inco, al igual que el día anterior, estaba odiando tener que levantarse temprano en su fin de semana. Pero quizás, hoy era su último día como guía y mañana, con ese plan de Anta, ya podría enfocarse finalmente en mejorar sus fotografías y convertirse en el mejor fotógrafo de la universidad.

I "wani" get over the gator. ¡Rewritten!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora