Abogado del Diablo

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Eran casi la una de la tarde y el plan para el resto del día de Inco era sencillo, agarrar unos libros de su habitación, luego ir a la biblioteca para ayudar a Margarita a terminar de ponerse al día. Pero al ingresar a su dormitorio, había una nube de vapor saliendo del baño que inundaba todo el sitio, junto a un olor agradable parecido a frutas tropicales.

—Es raro que pases una noche fuera de la universidad, ¿acaso te olvidaste las llaves? —Noah estaba sentado en la cama, vistiendo solamente unos pantalones bombachos mientras se secaba el cabello con una secadora.

El calvo se llevó una gran sorpresa, ya que su compañero no solía dirigirle la palabra. Al final, tampoco quería charlar mucho tiempo, pues eso dejaría a la albina esperando.

—Me quedé en casa de Margarita, estábamos haciendo un proyecto juntos —dijo a la par que buscaba en su lado de la habitación los libros.

—Vaya, yo pensaba que los rumores de que te estabas cojiendo a la chica dino eran mentira —al no recibir una respuesta a eso se quedó unos segundos pensando—, entonces ¿Es verdad que la lagarta esa tiene polla?

Aunque Inco había intentando ignorar al homosexual para no llegar tarde a la biblioteca, esa ultima pregunta provocó que mirara fija y claramente molesto a su compañero.

—En primer lugar, aún no somos novios y en segundo, obviamente ella no tiene un pene, ¡es mujer! —se acercó a Noah y habló en un tono alto para que le quedara claro el mensaje.

—Claro, como digas. Mira, si esa chica tiene una polla más grande que la tuya no tienes porque sentirte mal, al fin y al cabo el tamaño no lo es todo —al mismo tiempo que hacía esos comentarios burlones, se estaba poniendo una camisa y una sudadera—. Yo voy a salir por un par de horas, si ensucias algo con tu novia lagarta, lo limpias.

Antes de llegar a escuchar la respuesta y los lloriqueos del calvo, el rubio pelilargo se fue de la habitación, sacudiendo su melena, llevándose consigo su mochila y llaves. Aunque no disfrutara mucho hablar con Inco, principalmente por su personalidad egocéntrica, le era divertido tomarle el pelo de vez en cuando.

El paradero de Noah era un lugar desconocido, pero según le habían dicho no debería de estar muy lejos de la universidad. Por culpa del frío otoñal, se encontraba temblando un poco, esto también se debía a que se acababa de bañar con agua muy caliente. Sin querer estar más tiempo del necesario afuera, sacó su celular y comenzó a llamar a alguien mientras caminaba.

—Contesta, contesta puto niño rico —murmuraba hasta que finalmente alguien contestó la llamada—. Soy yo, Anta, estoy cerca de tu casa así que estate atento, no quiero estar mucho tiempo afuera, me estoy helando.

—No te preocupes, ricitos de oro. Reconocerás mi casa —soltó un rebufo orgulloso al decir esas palabras—, además, habrá un anquilosaurio esperando en la puerta.

Antes de poder seguir hablando la llamada fue cortada y el rubio se quedó algo confundido, juraba haber escuchado de que habría un dinosaurio en frente de la puerta del chico que le había dicho varias veces que los odiaba. Sin querer perder más tiempo, comenzó a caminar más rápido ya que quería encontrar esa casa cuanto antes, limitándose a acercarse a la más ostentosa que encontrara.

Ciertamente, que fuese una zona de personas adineradas no ayudaba mucho a encontrar el lugar que buscaba, que no fuera bueno para recordar las direcciones tampoco lo hacía. Terminó decidiendo preguntarle a alguien si sabía donde quedaba la casa de la familia Gonista. Las calles no estaban muy transitadas, ya que la mayoría de personas se encontraban dentro de su casa, la figura que más le llamó la atención fue la de un anquilosaurio verde que se encontraba vistiendo un traje y llevando unas gafas negras.

Caminando hacia la gran casa que se encontraba custodiando la gran bestia, Noah se acercó, Al parecer Anta no mentía con que tendría a un dinosaurio esperándolo en la puerta.

—Buenas, ¿Aquí es la casa de Anta Gonista? —preguntó para estar seguro a la par que contemplaba a la criatura de casi dos metros que tenía frente a él.

Un resoplido fue la respuesta que recibió, sin decir ni una sola palabra, analizó al humano de arriba a abajo, provocando que los nervios del chico fueran aumentando por lo intimidante que se veía. Tras haber corroborado que la apariencia del mismo coincidía con la que le habían dado, abrió la puerta e hizo una seña con la cabeza para que el humano pasara.

Él ingresó rápidamente al interior de la casa, manteniendo una distancia considerable de aquella cola que parecía ser un gran martillo. Finalmente, estaba en un lugar climatizado donde no hacía frío. Aunque el interior era amplio, las decoraciones e inmobiliaria escaseaban mucho, como si recién se estuvieran mudando. Pese a aquello, las que había parecían extremadamente sofisticadas y los escasos cuadros, bastante antiguos.

I "wani" get over the gator. ¡Rewritten!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora