No Bienvenida

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El dúo se encontraba a unos pocos metros del teatro, Inco fue el primero en pararse al escuchar la pregunta que le había hecho Margarita. Aunque era alguien que no tenía problema con los estudios ¿Por qué no formaba parte de ningún club? Ahora que lo pensaba ni siquiera lo había intentado, es como sí se hubiese olvidado de ellos incluso cuando había ayudado a la caimán a encontrar uno.

Su acompañante se paró y le observó confundida, parecía estar pensando más de lo que ella esperaba la respuesta. Pasaron varios segundos hasta que el joven encontró la razón del porque no se había unido a ningún club, necesitaba dedicarle muchas horas al estudio por su propia cuenta, de lo contrario, muy probablemente, las notas volverían a bajar.

Al pensar en su respuesta, unos recuerdos no muy agradables volvieron a su cabeza. Eran en St.Hammond, luego del baile, sus notas comenzaron a bajar a pesar de que él seguía poniendo el mismo esfuerzo que antes en los estudios. Muchos de los profesores habían intentado hablarle, Ferris tuvo una charla de que si necesitaba ayuda, él y todos sus amigos estaban ahí para hacerlo. Por desgracia, Inco rechazó todo eso, diciendo que solamente necesitaba dedicar más esfuerzo a sus estudios para subir las notas, que ya había superado lo sucedido con Olivia. Desde entonces debía dedicar sesiones mucho más largas, solamente para hacer que sus calificaciones dejarán de bajar.

—No estoy en ninguno —una respuesta que causó que Margarita abriera los ojos de par en par. Antes de continuar se quedó en silencio por un momento y apartó su mirada de la chica—. Prefiero estudiar por mi cuenta por las tardes, aunque quizás en algún futuro me una a un club. Probablemente luego de saber las notas de las primeras pruebas.

Inco continuó caminando, seguido por la caimán qué no sabia que decir en momentos como este, lo único que se le ocurría eran unas palabras de ánimo.

—Estoy segura de que te irá muy bien en las pruebas. Me demostraste el fin de semana que sabes mucho.

Aquello que fue dicho con un tono energético por parte de la joven, no parecía penetrar en la cabeza de Inco, que se encontraba perdido en sus pensamientos. Cuando finalmente estaban frente a la puerta del edificio, él la abrió mostrando un pasillo algo estrecho, tapizado con un color rojo. El suelo de madera tenía una gran mancha verde en la entrada, como si a alguien se le hubiera caído una lata de pintura.

Mientras ambos caminaban, se podía escuchar unas voces que provenían desde el interior, unas personas que se encontraban casi gritando a todo pulmón. Cuando finalmente salieron de aquel pasillo, lograron ver un hermoso escenario, uno que era idéntico al del sueño que el calvo había tenido. Sin querer interrumpir la escena, ambos se quedaron observando desde la lejanía lo que estaba sucediendo.

Sobre el escenario había algunos estudiantes tirados en el suelo, de pie se encontraban dos. Uno era un joven al que no se le podía ver su rostro porque llevaba una máscara negra plana y la otra una chica, Rocío para ser más exactos, La cual estaba sosteniendo una especie de alabarda china y a la par que golpeaba el suelo con la culata de esta decía.

—Aunque esté sola, llegará la noche. Y a cada noche le sigue el amanecer. Una simple estrella que se desvanece no puede aspirar a superar la luz del sol naciente —Dijo eso llena de determinación y un tono resentido, mientras que al terminar de decirlo una especie de llamas de cartón comenzaron a ser levantadas desde el suelo.

Aquello lucía como una escena culmen de la obra que se estaba llevando a cabo, pero por culpa de haber entrado tarde, no parecía surtir efecto en los dos únicos espectadores que estaban presentes. Pese a eso, Margarita estaba emocionada, lo suficiente como para soltar un gran silbido y aplausos por lo que acababa de presenciar, provocando que los actores pusieran su atención en ella y en el humano que se estaba agarrando el tabique con los ojos cerrados.

—¡Muy bien, muy bien al menos ahora consiguieron que una persona les aplaudiera, pueden tomarse un pequeño descanso! —una voz que estaba siendo aumentada por un megáfono se escuchó por las primeras filas.

Algunos de los actores comenzaron a bajar del escenario, mientras que otros se iban a la parte trasera. Rocío no dudó en acercarse al grupo de sus compañeros al igual que Margarita, seguida por un Inco que se encontraba aliviado de que lo que había hecho la albina no molestara a los estudiantes.

—Rocío, eso estuvo genial el como lo dijiste y golpeaste con el palo ese y luego esas llamas salieron del suelo —la caimán hablaba muy emocionada mientras hacía formas con sus manos—. Tu vestimenta también es muy linda, no imaginaba que te quedaría tan bien un traje así.

La andaluza se encontraba llevando un traje formal con una camisa blanca y una corbata roja, lo que más resaltaba del mismo era un dragón dorado en uno de sus costados. Ella no pudo evitar ruborizarse un poco por él como su amiga no paraba de adularla.

—Je, gracía' illa, la verda' que he tenio que prepararlo musho. Pero si ta molao eso hace que haya valio la pena —mientras decía todo esto, se estaba frotando debajo de la nariz a la vez que tenía leves risas orgullosas.

Margarita aún parecía querer continuar hablando de lo genial que había sido la escena, lastimosamente fue interrumpida por Inco quien se puso a su lado, aclarándose la garganta.

—Bueno, no queremos quitarte mucho de tu tiempo, así que, Margarita vamos hay unas partes que quiero mostrarte —de manera algo abrupta Inco le agarró la mano a la caimán, para luego intentar llevarla en una dirección opuesta a donde estaba Rocío.

Luego de dar un par de pasos, se dio cuenta de que aún le faltaba algo de fuerza para poder arrastrar a esa chica, la cual se encontraba algo enfadada por lo que estaba haciendo, así que aplicó algo de fuerza en el agarre causando que el chico la soltara.

—No es necesario que me lleves de la mano —una mirada fija con el ceño fruncido iba hacia su guía—. Además, estoy segura de que a Rocío no le supone ninguna molestia mostrarnos el lugar.

El joven, algo enfadado, observaba a la española y también olía el obvio olor a hierba que provenía de ella, aun no entendía que debía de hacer para que Margarita entendiera que es una mala idea juntarse con esa chica. En respuesta a lo que estaba sucediendo, Rocío no dudó en hablar.

—No te raye', Inco, que si hace falta yo me sé tol sitio como la palma ' mi mano. —Levantó el pulgar junto a sus palabras, teniendo una positividad igual a la de Margarita.

I "wani" get over the gator. ¡Rewritten!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora