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Advertencia: Este capítulo contiene una escena gráfica de acoso/bullying, si eres sensible a estos temas puedes saltarla

La noticia de su compromiso tomó por sorpresa al pueblo quienes los apoyaron de forma incondicional. Todos quedaron cautivados con la historia del joven pordiosero que enamoro al príncipe de corazón frío.

Max tenía razón, su plan al menos si se trataba de ganarse al pueblo era un completo éxito, estaban en la boca de todos, todos querían saber más detalles y esperaban con ansias la ceremonia de compromiso.

La prensa no se quedó atrás, los pergaminos llegaron rápidamente al castillo y Nat se sorprendía hasta casi reírse de la forma en la que describían su físico, era absurdo pensar que el siquiera tenía belleza y menos comparable a la de la realeza.

En el castillo fue todo lo contrario, todos lo miraron con desprecio y odio asegurando que el había embrujado al príncipe con alguna poción extraña o incluso hasta lo compraban con una rata que solo quería escalar en sociedad a pesar de que lo conocían desde que el menor era un bebé recién llegado al palacio y sabían que a Nat nada de eso le interesaba.

Sin contar que tan pronto como su compromiso fue anunciado, fue relevado de todas sus tareas como sirviente, lo cual creo más rabia entre el personal.

Tubo su primera probada de crueldad cuando el rey dio la orden que dejará de dormir entre la servidumbre y sus cosas fueran trasladadas a la habitación de Max, como futuros esposos era lógico que durmieran juntos.

Nat estaba listo para ayudar a los sirvientes, no esperaba que hicieran todo el trabajo solos aunque fuera mover solo unas cuantas prendas y baratijas, que eran demasiado preciadas para Nat.

Al llegar a su habitación vio como tomaban sus cosas, jugaban con ellas burlándose de él, haciendo chistes a cuestas de su feminidad, algunas la quemaban lanzandolas a la pequeña chimenea o directamente rompiendo las delicadas telas.

Corrió intentando salvar lo poco que pudo, pero solo se reían levantandolas alto ya que no podría alcanzarlas ni siquiera saltando.

- Eres una basura. - Le dijo una de las criadas que antes consideraba su amiga.

- ¿Cuantas veces se la tuviste que chupar al príncipe para que siquiera fueras considerado? - Dijo otra rompiendo una de sus pijamas.

- ¿No sabes que a todos les da asco un omega usado? Y el muy estúpido pretende ser rey consorte. - Continuó uno de los guardias que Max había golpeado la última vez.

El otro guardia que lo había acompañado ese día lo tomó por el cabello hasta derrumbarlo en el suelo, puso su bota de trabajo llena de tierra y barro en su rostro haciendo una ligera presión.

Nat trato de no llorar pero claramente no pudo controlar sus impulsos, lo supo cuando su mirada se vio borrosa por las lagrimas acumuladas.

- Que te quede claro que podrás ascender pero para nosotros seguirás siendo la misma simple escoria de siempre.

Tiraron lo que quedaban de sus cosas y luego de escupirle en el rostro sus atacantes se fueron.

Se dejó llorar por un buen rato, completamente humillado y dolido por la forma en la que había sido rebajado a nada. Quería irse, quería llorar y correr a los brazos de su rey, quería consuelo por parte de Max pero sabia que el estaba ocupado y el rey había dado una orden, trasladar sus cosas.

Por lo que tomó fuerza de donde no las tenía para levantarse y organizar la habitación, recoger el desastre que habían causado, limpiar los suelos, el polvo y empacó las pocas cosas que quedaban.

Tyrant. - MaxnatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora