jujutsu kaisen; one shots.

𝗦𝘂𝗴𝘂𝗿𝘂 𝗚𝗲𝘁𝗼.

Pensando en ti.

El sol comenzó a verse a través de las cortinas blancas de aquella habitación, un nuevo día había comenzado y con ello otro día más con vida. Habían pasado un par de días desde que el recipiente de Vessel había muerto en aquel combate, los días en la academia se volvieron más silenciosos, entre ellos fue Suguru Geto, alumno de primer año de la academia de Jujutsu Kaisen, estaba en el mismo grado que la chica que ahora miraba desde su ventana el sol que pasaba por las cortinas. Se levantó de su cama y fue a ducharse, y prepararse para otro día en la academia.

Pasaron los minutos y se encontraba sentada en los escalones que daban en dirección a las habitaciones, tenía su pierna derecha cruzada encima de la otra, mientras observaba el silencio que comenzaba, después de aquel incidente, no había visto a sus compañeros en la academia, más que a Shoko, cerró sus ojos cuando escucho pasos acercarse, abrió lentamente sus ojos para toparse aquel pelinegro de cabello largo pararse frente a ella con las manos sobre su bolsillo. Se miraron en silencio sin decir absolutamente nada, después este mismo se sentó a su lado con las piernas abiertas y pasaron unos segundos hasta que decidió hablar.

— Harigae... — habló bajito mientras la miraba de reojo, ella estaba aún con sus ojos cerrados, sintiendo todo en silencio, solo los abrió para verlo y después de eso, continuo en la misma posición en la que estaba. — Harigae, te estoy hablando.

— Y yo escuchando. — Rompió el silencio con aquel comentario, para después abrir sus ojos y miradlo de frente, recargándose con cuidado en el escalón que estaba detrás de ella, apoyando sus codos para estar ligeramente derecha.

— Me iré de aquí, ya no existe algún sentido nada de esto y la verdad es que si nuestro único propósito en la vida es siempre ver por los estúpidos humanos, prefiero morir a eso. — comenzó hablar, mientras la chica lo miraba en silencio, se veía más pálido, su cabello estaba más largo y se veía con menos brillo, tenía ojeras debajo de sus ojos tan lindos que solía tener.

— Entiendo.

— No lo haces, tú misma usas tu energía maldita para curar a los demás, y más que nadie tienes el propósito de destruir maldiciones, por lo que paso con tu familia hace años, eres la única hechicera capaz de ser portadora de Vessal aparte de Riko, pero te negaste aquella vez por tus principios. — él se levantó de aquellos escalones y se acercó a ella con cuidado, tomando sus rodillas lentamente y abrirlas para pasarse en medio de ellas y estar más cerca. — Tus principios de no poseer algo más, más que tu propia energía, tú misma sabes que los humanos no son más que simples criaturas sin sentido y metas.

Harigae Nami, la única del clan Harigae con vida y con la capacidad de ser recipiente, toda su vida creció y fue criada para ser un recipiente y ser vista como una diosa para los humanos, el problema que jamás se detuvieron a preguntar si ella lo quería, cuando cumplió 14 años su cuerpo estaba listo para ser el recipiente de Vessel, pero en ese momento una maldición de nivel especial apareció en aquella casa del clan y destruyo todo lo que había a su paso, menos a ella. Con los meses descubrieron que Nami había atraído esa maldición para asesinar a todo su clan, a los meses despertó su energía maldita y con ella su técnica, poco sé sabia de la técnica, pero con ese incidente sabían que tenía algo que ver con las maldiciones.

Cuando la misión de proteger a Riko como recipiente del Vessel comenzó, se le preguntó a ella si estaría dispuesta a serlo ahora, y siquiera dijo algo, solo se levantó y se fue de aquella sala, y ahora estaba ahí sentada con aquel pelinegro entre sus piernas observándola en silencio.

— Suguru. — en ese momento ella lo alejó con la yema de sus dedos posados en la frente de aquel chico. — Estás demente.

— Nami. — tomo la mano que uso para alejarlo y beso el dorso de ella, mientras la veía con una mirada lacida, para después acercar la muñeca de ella y dejar un beso. — Eres más que perfecta para lo que quiero hacer, eliminar a todos los humanos sin la capacidad de ser hechiceros, hacer un mundo sin "monos", solo personas con energía maldita, solo nosotros dos. — Piensalo. — tomo ambas manos, apretandolas entre las de él. — Con tu tecnica de energia podremos atraer todas las maldiciones y destruirlos completamente, despertar a la maldicion Sugai y acabar con todo a su paso, tu controlando un ejercito de maldiciones, podriamos hacer maravillas.

— Suguro, basta. — ella arrebato sus manos de las de él, y se levanto de ahi, comenzando a observalo desde arriba. — No ire contigo a ninguna parte, y no usaremos nada mio, mi tecnica es unicamente mia y solo la usare para salvar a las personas que más lo necesitan de personas que piensan como tu.

Aquello lo solto con cierto odio en sus labios, ya habia vivio años complaciendo a los demás y con el peso de cargar demasiado, despertar Sugai además de terminar asesinandola a ella por el poder que cargaba y que ella debe cargar, no quedaria rastro de ella, no le daria el gusto de hacer eso.

—Nami... — Suguru se levantó y la tomo del brazo con fuerza, haciendo que ella soltara un quejido de dolor. — No estoy preguntandote que si vendras o no, haré que vengas, y no me importa lo que me cueste, tendre que usar tu tecnica para hacerlo.

En ese momento ella sintio un terror atravesar sus celulas, jamas habia sentido tanto terror hasta ese momento, cargaba con una maldicion de grado especial tipo Sakuna, y estaba temblando de miedo por lo que decia aquel chico que solia besar por las noches despues de los entrenamientos. Suguru la solto cuando noto que estaba temblando de miedo, lo menos que queria era causar un enfretamiento, y más porque se habia ido hace un par de días de la academia y nadie debia saber que estaba aqui.

— Recapacitalo, yo estaré pensando en ti mientras esto, y cuando vuelva a verte, espero que estes lista para este momento.

Suguru Geto se dio la media vuelta y se desaparecio entre los arbustos de aquella academia, la chica se quedo sin aliento, para despues dejarse caer sobre sus rodillas y piernas al suelo, miro sus manos y sintio como las lagrimas comenzarona  brotar de sus ojos.

[...]

¿quieren segunda parte? la verdad lo escribi con la idea de hacer otra parte, ando con mucha imaginacion la verdad, asi que, aprovechenme.