Alguna vez una palabra te ha dolido más que mil golpes. A veces las palabras son más dolorosas que mil dagas atravesando tu espalda. Palabras que son inofensivas para otros, pero para ti son mil cuchillos atravesando tu cuerpo. A veces las palabras son un arma de doble filo. Algunas personas las usan pensando que te ayudarán, pero es todo lo contrario, te hieren y lastiman.
Pero, así como hay personas que las usan para ayudar, hay otras que las usan en tu contra porque saben que esa puede ser tu mayor debilidad.
"Se puede saber qué es lo que te pasa, y no me vengas con ¡No me pasa nada! Jennifer, ¿es en serio? ¿Qué rayos te pasa?", dijo Alison, su voz subiendo de tono con cada palabra.
Suspiré, sintiendo la tensión en el ambiente. "Puedes dejar de dar vueltas como loca, desquiciada, me abrumas", dije, tratando de mantener la calma.
Alison se detuvo en seco, sus ojos clavados en los míos. "Gran definición sobre mi persona, Jenni", dijo con un tono sarcástico que no ocultaba el enfado.
"Perdón, ¿sabes que no lo digo en serio... o sí?" Dije fingiendo inocencia, con una sonrisa traviesa asomándose en mis labios.
"Supongo", respondió ella, con un tono dubitativo que dejaba entrever su incertidumbre. Sus ojos me miraban con una mezcla de curiosidad y desconfianza
Y antes de que pudiera decir otra cosa la puerta se abrió dando paso a mi madre.
"Se te ofrece algo, madre?" dije algo molesta por su intromisión en mi habitación.
"Tu padre quiere hablar contigo, cariño," dijo en un tono suave.
"¿Y de qué, si se puede saber?" pregunté.
"No lo sé, querida. Te espera en su despacho. Con permiso, estás en tu casa, Alison," dijo retirándose.
"Gracias, señora Anderson," respondió Alison.
"Ahora que hice Jenni, ¿en qué problema te metiste ahora para que tu padre quiera hablar contigo?", dijo Alison, con curiosidad.
"No he hecho nada, o bueno, que yo me acuerde", dije, pensando en qué problema me habría metido.
Me quedé en silencio, pensando qué rayos había hecho. Mi padre no era de hablarme a menos que me hubiera metido en problemas.
"Tierra llamando a Jenni," dijo Alison, moviendo sus manos frente a mi rostro para captar mi atención. "Deja de arrugar la frente, te saldrán arrugas," añadió, frunciendo el ceño con una sonrisa traviesa.
"Iré a ver qué es lo que quiere", dije, preparándome para levantarme de mi silla y caminar hacia la puerta.
Alison asintió, y yo salí de la habitación en dirección al despacho de mi padre.
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Loving wasn't enough
RomanceEsa historia no sólo es de romance sino también con temas delicados como lo son la ansiedad y la depresión. Me estoy informando lo mejor que puedo para poder tocar temas psicológicos como los ya antes mencionados y no quiero que nadie se sienta ofen...