Ep (16)

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Las horas son el constante recuerdo de que el mundo nunca se detiene por nada ni por nadie. Cada hora es una tortura inmensa que me presiona hasta asfixiarme, hasta sentir que me falta el aire, que no puedo, que me ahogo. ¿Será que esto me llevará al borde del abismo?

La brisa fresca golpea mi cuerpo con fuerza. Era tarde; las calles se encontraban vacías, a excepción de uno que otro ser humano corriendo de un lado a otro para cubrirse de la lluvia que caía con fuerza. Todos parecían huir de la tormenta, menos yo, que caminaba sin importarme el agua que mojaba mi cabello y cuerpo. La lluvia parecía cubrir mis lágrimas, haciendo que pasaran por gotas de lluvia. Cualquiera que me mirara pensaría que estoy loca por caminar en medio de la calle con la lluvia sobre mi cabeza.

Después de lo que pasó con Melanie, me retiré dejándola sola. Tomé mis cosas y huí de ahí; salí de la universidad sin importarme nada. Necesitaba pensar y aclarar mi mente, pero con lo que no contaba era con la tormenta que se avecinaba.

Ahora aquí me encontraba, caminando por la calle, sola en medio de una tormenta, importándome una mierda todo.

Sabía lo que me esperaba una vez que pusiera un pie en la residencia Anderson; lo sabía porque la bruja Smith no se quedaría callada. Así que lo mejor que pude hacer fue vagar, sin importar nada, ni la lluvia mojándome. Siempre fue mi mejor manera de evadir los problemas, aunque sea por un rato, aunque sabía que en algún momento tendría que afrontarlos.

Caminé hasta llegar a la privada, donde saludé al guardia que me permitió el acceso. Caminé unas cuantas veces por el parque hasta que tomé valor para llegar a la residencia Anderson. Una vez en la puerta, saqué las llaves de mi chaqueta, abrí la puerta y el silencio fue lo que captó mi atención. Parecía que no había nadie, o eso creía. Entré sin hacer ruido; apenas iba a subir las escaleras cuando una voz habló.

"De qué huyes, niña?" dijo Olivia, la ama de llaves de la casa, con una leve arruga en su frente, como si una pequeña duda se asomara en sus ojos.

Ella era una persona ya mayor, la mayor parte de mi infancia la viví con ella, así que me conocía al derecho y al revés. Era una señora ya de 60 años, su cabello era blanco como la nieve y suave al tacto. A pesar de los años, ella seguía pareciendo una joven. Parecía no envejecer, sus ojos seguían brillando con la misma intensidad de siempre.

"Amm... de nada, solo estoy mojada y quería ir a cambiarme para no pescar un resfriado," dije forzando una sonrisa que más bien parecía una mueca. Mis mejillas estaban sonrojadas, no solo por el frío, sino por la incomodidad de la situación.

Ella me miró elevando una ceja, cruzándose de brazos. "¿Así o será que huyes de tus padres?" declaró con curiosidad, una sonrisa forzada asomándose en sus labios. Sus ojos brillaban con tristeza

Mierda, era obvio que huía de mis padres. A todo esto, ¿dónde estaban? Se suponía que se encontraban en casa, ya que demoré demasiado en regresar. "Nana, ya sabes de quién huyo a todo esto, ¿dónde están?" Pregunté con curiosidad, frunciendo el ceño y mirando a mi Nana con una mezcla de preocupación y frustración.

Ella solo me miró, girando levemente la cabeza de un lado a otro, con una expresión de complicidad y un ligero toque de picardía en los ojos.

"La directora los llamó. No asististe a las últimas clases, además que te sacaron de química por negligente con la profesora Smith", respondió con preocupación, frunciendo el ceño ligeramente.

"Yo...de verdad lo siento", dije acercándome a dejarle un beso en la frente, con la mirada llena de culpa y tristeza.

Un suspiro salió de mis labios. Estaba cansada y mojada. Me alejé para no mojarla; realmente quisiera no preocuparla, pero mis acciones dicen lo contrario. Ya no sé qué hacer. Ver la tristeza en sus hermosos ojos me partía el alma. Ella me conocía desde pequeña; fue quien me crió, quien cuidó de mí, quien estuvo ahí para mí, y lastimarla de esta manera, preocupándola por tonterías, me rompía cada vez más.

"A mí no es a quien le debes disculpas, niña, sino a tus profesores. Ellos no te han hecho nada", dijo moviendo un mechón de mi cabello mojado detrás de mi oreja. Sus dedos rozaron mi piel con un tacto tibio y cariñoso. No pude evitar acercarme más a él, buscando más de ese contacto.

"Per-", comencé a decir, pero ella me interrumpió antes de que pudiera terminar la oración. Sus ojos se llenaron de una mezcla de tristeza y comprensión, y una leve sonrisa se asomó por un instante en sus labios.

"Pero nada mi niña, debes comportarte para no tener problemas con tus padres" dijo, frunciendo el ceño con preocupación por mi bienestar.

Suspire antes de verla y asentir. "Lo intentare, no prometo nada" dije con cansancio, dejando caer mis hombros en señal de derrota.

"Con eso me quedo más tranquila niña, sube a tu habitación y cambiate. No están tus padres así que puedes estar tranquila" dijo, esbozando una leve sonrisa de alivio.

Subí a mi habitación, busqué algo cómodo para darme un baño. Me sentía cansada de caminar, cansada mentalmente y emocionalmente. No sé qué es lo que voy a hacer, pero necesito hacerlo antes de que todo esto acabe conmigo.

Abrí la regadera, dejando que el agua fría cubriera mi cuerpo. Me sentía muy estresada y cansada; no sabía qué iba a pasar en el futuro, y eso me estresa: el no saber si voy a salir con vida.

Dejé que mis pensamientos me dominaran por un momento; dejé que todas mis preguntas me atormentaran.

Salí, me vestí, cepillé mi cabello y me acosté cubierta de pies a cabeza. Mi teléfono sonó. Saqué mi mano por debajo del edredón, tomándolo de la mesita de noche. Contesté sin siquiera mirar de quién se trataba.

"Sí, ¿quién molesta?" respondí con un tono de fastidio.

"Hola, soy Kayla, espero no molestar", dijo con una voz dulce.

"¿Qué necesitas?" pregunté, todavía sin mirar el teléfono.

"¡Quería preguntarte si quieres salir con nosotros! Vamos a ir a comer y a ver una película, solo si quieres, y si no estás ocupada."

"Mmm... no lo sé, estoy cansada." No me vendría mal salir a distraerme un rato...

"Bueno, está bien, pero solo un rato." Después de un momento de silencio hable.

Ella chilló de emoción al otro lado de la línea "¡Nos vemos en la plaza Luna te parece?".

"Bien, una cosa más, ¿quién te dio mi número?" pregunté con cansancio, ya que nadie aparte de mi grupo de amigos tenía mi número.

"Jeje, perdón, me lo dio Melanie. Espero y no te moleste", dijo soltando una risita.

"Okey, nos vemos más al rato", dije cortando la llamada sin esperar respuesta.

Me levanté con cansancio, caminando hacia mi clóset, buscando algo que ponerme. Me puse unos jeans de mezclilla azul, con una playera blanca lisa, una chamarra gris sencilla y unos tenis blancos. Me maquillé de manera sencilla, ocultando mis ojeras y mi rostro demacrado. Tomé mi celular y lo guardé en mi pequeña mochila, junto a mi cartera, y caminé fuera de mi habitación.

Bajé las escaleras, tomé un paraguas y salí de la casa. Tenía que caminar hacia la parada de autobuses para tomar uno.

Estaba en la parada, esperando el autobús que llegó después de 10 minutos. Cerré el paraguas al subir y me senté para apreciar la ciudad, las calles tranquilas, sin mucha gente transcurriendo por la lluvia.

La ciudad de Averlenison es una pequeña ciudad y no tiene muchos habitantes. Es conocida por muchos como la ciudad perdida, ya que estaba muy escondida de las demás.

Había una pequeña leyenda que suelen contar muchas abuelas, que decía que quien encontrara Averlenison tendría una buena vida, o eso decían, ya que para muchos era difícil poder encontrarla.

Hola, cómo están. Espero que estén bien, quería comentarles que después del capítulo 20 me voy a enfocar más en el romance y no en los temas psicológicos de Jennifer. ¿Por qué? Porque yo ya tengo el capítulo 20 porque es un flashback del pasado de Jennifer y el odio de sus padres. Van a ser dos flashbacks los que tengo en mente, el número 20 y otro. Entonces no van a estar seguidos uno del otro, pero eso es otro tema. Solo quería comentarles eso y espero que estén bien y que se cuiden mucho porque ese calor está muy fuerte. Tomen agua. Creo que es todo. Nos leemos en la próxima. Adiós.

Loving wasn't enoughDonde viven las historias. Descúbrelo ahora