Ep (22)

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Mi mundo ardía en llamas, consumiéndome sin piedad. Era consciente de que todo a mi alrededor era tóxico, un veneno que se infiltraba en mi organismo, corroyendo mi alma. Mi dolor era el reflejo de lo injusta que puede llegar a ser la vida.

La oscuridad me envolvía, ahogándome en un mar de desesperanza. Cada respiración era un recordatorio de la agonía que me rodeaba. Mi corazón, un peso muerto, se hundía en la profundidad de mi pecho.

La vida, una cruel ironía, me mostraba su faz más oscura. La justicia, un concepto lejano, parecía un espejismo en el desierto de mi existencia.

¿Cuántos nos escondemos detrás de máscaras de hierro, aparentando ser lo que no somos? ¿Cuántos caemos en los complejos o estereotipos de la sociedad, intentando encajar, pero nos perdemos a nosotros mismos en el proceso?

¿Cuántos venimos de familias disfuncionales que nos condenan a guardar secretos, marcas invisibles que nos torturan y juegan con nuestra mente? ¿Cuántos nos inventamos una personalidad para ocultar lo que realmente somos, solo para agradar, pero ni así lo conseguimos?

¿Cuántos ocultamos dolor detrás de sonrisas que esconden un oscuro pasado, donde alguien nos condenó a guardar silencio? ¿Por qué, si solo somos niños o niñas, hay personas que se creen con el derecho de lastimarnos, solo por ser los más pequeños y indefensos?

Deberían protegernos, no herirnos ni marcar-nos para siempre, dejando una alma vacía que con el tiempo se tornará en su peor pesadilla, haciéndolos perder la cordura.

Deberían protegernos, no herirnos ni marcar-nos para siempre, dejando una alma vacía que con el tiempo se tornará en su peor pesadilla, haciéndolos perder la cordura

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Mis pasos eran lentos. Tenía una idea de por qué el director me mandaba a llamar, pero no quería confirmarlo. La idea de darme la vuelta y salir corriendo se me hacía tentadora, pero no lo hice. Yo no tengo por qué huir; esa no era yo. Sería una cobarde si lo hiciera. Así que no me quedó de otra más que continuar.

La recepción de la universidad era un espacio elegante y sofisticado, con paredes revestidas de madera oscura y suelos de mármol pulido. Detrás del mostrador de recepción, una mujer impecablemente vestida con un traje de chaqueta gris claro, sonreía con profesionalismo. La subdirectora, Dra. Rodríguez, estaba sentada en su silla, con una postura erguida y una expresión de autoridad. Su cabello oscuro estaba recogido en un moño elegante y sus ojos castaños brillaban con intensidad.

A un lado de la recepción, una puerta de madera maciza con un letrero dorado que rezaba 'Oficina del Director' parecía una frontera entre el mundo administrativo y el sanctasanctórum del líder de la institución. La puerta estaba cerrada, pero parecía emitir una aura de poder y secreto.

La iluminación suave y cálida del espacio creaba un ambiente acogedor, pero también transmitía una sensación de formalidad y respeto. En las paredes, retratos de antiguos directores y profesores destacados de la universidad parecían observar a los visitantes con una mirada de expectativa. El ambiente estaba impregnado de un olor a cuero y papel, recordando la rica historia de la institución.

Loving wasn't enoughDonde viven las historias. Descúbrelo ahora