En esta historia es contada por Jimin quien lleva toda su vida en una habitación rodeado solo de su madre y el médico que viene siempre a cuidar de el.
Jungkook llega para darle vida a lo que parece ser todos los días igual, dando un giro de 360° lo...
Así fué como lo entendí todo, no sabía de que iba esto con claridad, lo que sí confirmé es que no quería alejarme de él.
— ¿Te gustó la sorpresa?
— ¡Hoseok! ¿Que haces aquí?
— No te preocupes no le diré nada a Min-Ji, quería ser participe de este momento
— ¿Que? ¿Sabías esto?
— Así es, me agrada ese muchacho, pero por encima de eso quiero que seas estúpidamente feliz Jimin, por eso mira quien vino a visitar, detrás de tí...
Me di la vuelta, mis latidos aumentaron exageradamente, ahí estaba era Jungkookie, el chico que durante 2 meses solo veía a través de una pantalla, era él aquí a solo unos metros de mí, quise salir corriendo y abrazarlo pero una voz hizo una advertencia, haciendo que reaccionara de una vez a mi impulso.
— Jimin, recuerda que no pueden acercarse a menos de 5 metros, por favor hagamos esto rápido!
— ¡Gracias, gracias Hoseok!
— Tienen 5 minutos a partir de ahora, contando...
Mis ojos estaban llenos de lágrimas, pero era la felicidad que invadía mi ser, tanto que no supe que decir en ese instante, entonces él tomó la iniciativa.
— ¿Te quedaste mudo Jiminshi? Pero si siempre hablas 3 horas y yo solo 2 minutos ¡Jajaja!
— Jungkookie, te ves muy bien, me atrevo a decir que eres más lindo en persona.
— ¿Que dices? Tú eres un ángel Jiminshi...
— Exageras, pero lo tomo!
— Si no fuese por qué te quiero vivo estaría abrazándote fuerte, pero te necesito con vida.
— Jungkookie...
Justo cuando le diria lo mucho que lo amo llegó Hoseok...
— Bueno se acabó el tiempo, vuelve a tu habitación jovencito y tú Jungkook ve a tu casa, no quiero quedar sin empleo ok?
— Vale, vale... Te veo al rato rubio, cuídate por mí.
— Gracias por todo esto.
— ¡Adiós!
Hoseok limpio todo antes de que llegara mamá, metió cada fotografía en un sobre y lo escondió donde se suponía nadie podría encontrarlas.
Mientras tanto yo, levitando, llegué a mi habitación. Lloré como niño pequeño, creí no merecer nada, que estaría solo para siempre, pero llegó a mostrar luz entre tanta oscuridad.
Pasé horas procesando todo lo que había sucedido, siempre me culpé, me estaba perdiendo momentos como estos. Fue tanta emoción que me quedé profundamente dormido sin ver el mensaje en mi teléfono...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.