Capítulo 24

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Capítulo 24: Enfrentamiento con Zetsu. 

La luz del sol apenas penetraba en el denso bosque mientras Sasuke Uchiha y Hinata Hyuga se acercaban a su destino final. Los informes del anciano de la aldea y las pistas que habían encontrado en la cueva los habían conducido hasta este lugar. Ambos sentían una presencia oscura y palpable, como si la misma naturaleza les advirtiera del peligro inminente.

—Está aquí —dijo Sasuke en voz baja, su Sharingan brillando con intensidad—. Puedo sentir su chakra.

Hinata asintió, activando su Byakugan. —No está solo. Hay varias copias de él repartidas por el área, pero la verdadera está justo delante.

Se movieron sigilosamente entre los árboles, sus sentidos agudizados. Al llegar a un claro, vieron a Zetsu, su cuerpo parcialmente fusionado con el suelo, su rostro retorcido en una sonrisa maliciosa.

—Finalmente han llegado —dijo Zetsu, su voz resonando con un eco inquietante—. Los he estado esperando.

Sasuke no perdió tiempo en hablar. Con un rápido movimiento de su mano, lanzó un Amaterasu, llamas negras que surgieron de su ojo y se dirigieron directamente hacia Zetsu. Pero Zetsu se desvaneció en el suelo, esquivando el ataque con facilidad.

—Será más difícil de lo que parece —murmuró Sasuke, sus ojos buscando cualquier signo de movimiento.

De repente, Zetsu emergió detrás de ellos, sus manos transformadas en afiladas garras. Hinata reaccionó al instante, lanzando una ráfaga de golpes con su Jūken, impactando en los puntos de chakra de Zetsu y haciéndolo retroceder.

—Buen intento, pero necesitarán más que eso para derrotarme —dijo Zetsu, con su cuerpo regenerándose rápidamente.

Sasuke y Hinata se posicionaron espalda con espalda, preparados para cualquier ataque. Zetsu comenzó a dividirse en múltiples clones, cada uno avanzando hacia ellos con una velocidad y ferocidad asombrosas.

Sasuke desenvainó su espada y, con una velocidad cegadora, comenzó a cortar a través de los clones de Zetsu, cada golpe infundido con su chakra del Rinnegan. Hinata, por su parte, usó su técnica de los Ocho Trigramas, creando un escudo giratorio de chakra que repelía a los clones que se acercaban.

—¡Katon: Gōkakyū no Jutsu! —gritó Sasuke, lanzando una enorme bola de fuego que incineró a varios clones de Zetsu a la vez.

Hinata, usando su Byakugan para localizar al verdadero Zetsu, lanzó una serie de golpes rápidos y precisos, cada uno dirigido a puntos vitales de chakra. Zetsu gritó de dolor mientras sentía los efectos de los golpes de Hinata, su regeneración comenzando a fallar.

—¡Hinata, ahora! —gritó Sasuke.

Hinata concentró su chakra en sus palmas y ejecutó su técnica más poderosa, el Hakke Rokujuuyon Shou, impactando repetidamente a Zetsu en una danza de velocidad y precisión. Cada golpe debilitaba más a Zetsu, impidiéndole regenerarse.

Sasuke aprovechó la oportunidad y canalizó su chakra del Rinnegan, preparándose para su técnica final.

—¡Kirin! —gritó, levantando su mano hacia el cielo. Las nubes se oscurecieron y un relámpago gigantesco descendió del cielo, dirigiéndose directamente hacia Zetsu.

El impacto fue devastador. El relámpago golpeó a Zetsu con una fuerza increíble, destrozando su cuerpo y dejando un cráter humeante en el suelo. Zetsu intentó regenerarse una vez más, pero sus esfuerzos fueron inútiles. Su cuerpo se desintegró, dejando solo restos carbonizados.

Sasuke y Hinata respiraron con dificultad, sus cuerpos agotados pero victoriosos. Miraron los restos de Zetsu, asegurándose de que no quedara rastro de él.

—Lo logramos —dijo Hinata, su voz temblando ligeramente por el esfuerzo.

Sasuke asintió, guardando su espada. —Sí. Pero no podemos bajar la guardia. Zetsu siempre ha sido un maestro de la supervivencia. Necesitamos asegurarnos de que no quede nada.

Pasaron varios minutos asegurándose de que no quedara ningún rastro de Zetsu. Finalmente, satisfechos de que la amenaza había sido neutralizada, se sentaron en el borde del cráter, permitiéndose un momento de descanso.

—Gracias, Hinata —dijo Sasuke, mirando al cielo. —No podría haberlo hecho sin ti.

Hinata sonrió suavemente. —Somos un equipo. Siempre lo seremos.

El sol comenzaba a ponerse, bañando el paisaje con una luz dorada. La batalla había sido intensa, pero ambos sabían que su misión aún no había terminado. Debían regresar a Konoha y reportar su éxito a la Alianza Shinobi. Pero por ahora, se permitieron un breve respiro, saboreando la victoria y la camaradería que los unía.

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