Capítulo tres

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Me despierto en mitad de la noche porque tengo un mal presentimiento. Noto una energía muy oscura en la habitación. Recorro con la mirada toda la habitación, hasta que en una esquina encuentro el motivo de mi sobrecogimiento. Es el ser más feo y terrorífico que he visto en mi vida. Su piel es grisácea, tiene largas garras negruzcas, los huesos y las venas se le marcan, su cabello es largo y negro, su hocico es como el de un murciélago, tiene orejas puntiagudas y unos ojos completamente negros.
Estoy paralizada del miedo.

-Por tu olor creo que tu sangre será un gran manjar. -Dice la criatura con una voz cavernosa y terrorífica.

Él se acerca, intento moverme pero mis extremidades no responden. Como si estuviera bajo el efecto de un poderoso hechizo. Tampoco mi boca emite sonido alguno. Él me acaricia el brazo con sus afiladas garras y se relame los colmillos.
Jake irrumpe en la estancia derribando la puerta que debía de estar cerrada también por algún tipo de hechizo, se abalanza contra la criatura. En mitad de la pelea se convierte en un lobo negro gigante y destripa con un par de mordiscos a lo que debe de ser un vampiro.
Una vez solo queda un cúmulo de tripas, sangre y pellejos en el suelo, me abraza con fuerza. Yo solo lloro desconsoladamente en su hombro. He estado a punto de morir.

-Tranquila cariño, tranquila, ya ha pasado. -Sus caricias y su tono de voz dulce me tranquilizan un poco.

-¿Cómo se coló esa cosa Jake? -pregunto exasperada.

-En su forma de murciélago, por alguna rendija, tendré que buscarla lo más pronto posible para tapiarla. Pero mientras esté a tu lado no tienes nada que temer.

-Hazme el amor, Jake, hazme olvidar esta pesadilla con tus caricias. -Le suplico.

Un buen polvo me tranquilizará y me hará pasar un buen rato. Él desliza la mano entre mis bragas y comienza a masturbar mi clítoris. Me arqueo más hacia él, como si él fuese la gravedad. Comienzo a gemir conforme su presión en mi zona erógena aumenta.

-Estás muy húmeda -susurra en mi oreja.

Llego pronto al orgasmo y lo abrazo, él me tumba y se coloca encima de mí. Se baja sus pantalones y su ropa interior dejando libre su masculinidad. Mi feminidad y su masculinidad se fusionan, de forma tan necesitada y pasional. Mis frenéticos gemidos llenan la habitación, estoy tan extasiada y feliz que me da igual que nos escuche su familia.

-Estoy a punto de venirme cariño. -Jadea él, contrae su abdomen temblando del frenesí y noto un gran chorro entrar a mi interior.

Pero no termina aquí este encuentro de placer, me besa, metiendo su lengua bien al fondo mientras acaricia mis pechos. Vuelve a masturbarme, solo que esta vez con más dedos que recorren cada zona de mis genitales.

-Eres una obra de arte, Rina.

-Tú también, Jake.

-Sé que me amas -dice aumentando la intensidad con la que me toca.

Gimo.

-No puedo amarte, Jake, no te conozco, esto es solo un disfrute. Un gozo. -Me sincero, tan excitada por la forma en la que me toca.

-Sé que ablandaré tu corazón, cielo. Y me dirás que me amas a gritos cuando te toque. Me vuelves loco. -Su voz es grave y excitada.

Llego otra vez al orgasmo y quedo dormida. Noto sus brazos envolver mi cuerpo, y me siento agusto, como si finalmente hubiera encontrado un hogar de verdad. Pero ya estaban tardando en aparecer de nuevo las pesadillas. Debo de gritar tan fuerte que él me despierta.

-Cielo, cálmate, eso que está en tus recuerdos no puede hacerte daño ahora. Yo me encargaré de que estés siempre segura.

Sus palabras son un consuelo y lo abrazo.

-Jake, no confío en los hombres. Cuando entráis en nuestros corazones nos hacéis mucho daño a las mujeres. -Digo con voz rota.

-Yo no lo haré, te lo juro.

Embarazada de un licántropo (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora