Oliver

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Era el primer día de bachillerato para Chiara, y aunque intentaba mantener la calma, no podía evitar sentirse nerviosa. Después de meses de preparativos y expectativas, se encontraba frente a la puerta del aula, con el estómago hecho un nudo. La emoción de comenzar una nueva etapa educativa se mezclaba con la ansiedad de enfrentar lo desconocido. Sin embargo, había un pequeño consuelo que la ayudaba a respirar con más tranquilidad: estaba en la misma clase que sus dos mejores amigos, Ruslana y Martin. Ellos eran su ancla, su refugio en ese mar de incertidumbre.

Ruslana y Chiara habían sido inseparables desde la primaria. Chiara siempre había admirado el espíritu libre de Ruslana y su capacidad para encontrar el lado divertido de cualquier situación. Martin, por su parte, era como el pegamento que las mantenía unidas; siempre sabía qué decir para hacerlas reír y olvidar sus preocupaciones. Saber que estaban a su lado la relajaba un poco, pero no lo suficiente como para disipar todos sus miedos.

Lo que realmente inquietaba a Chiara era tener que compartir clase con Violeta Hódar y sus inseparables amigas, Denna y Naiara. Desde la secundaria, aquellas chicas habían sido una constante fuente de problemas. Violeta, con su mirada altiva y sus comentarios mordaces, parecía disfrutar haciendo sentir pequeños a los demás. Denna y Naiara, por supuesto, no se quedaban atrás; eran su séquito, siempre listas para secundar sus crueldades con risas y burlas. El estómago de Chiara se revolvía al pensar en los posibles enfrentamientos que podrían tener ese año.

Al entrar en el aula, Chiara buscó a sus amigos con la mirada. Allí estaba Ruslana, luchando con la cremallera de su mochila.

—¡Ruslana! —exclamó Chiara con alivio al verla—. Pensaba que, como es el primer día, no ibas a venir y me ibas a abandonar.

—Hombre, tengo que caer bien a los profesores desde el segundo cero. Que si no, luego me pasa como el año pasado —respondió Ruslana con desgana, logrando finalmente abrir su mochila—. No sé ni cómo he pasado de curso.

—Al menos nos ha tocado juntas, eso es lo importante.

—Sí, ¿lo malo? Que las tres tontas de siempre van con nosotras —dijo Ruslana, terminando la frase con una sonrisa falsa que no lograba ocultar su desagrado.

Justo en ese momento, alguien tocó la espalda de Chiara. Se giró con miedo, pensando que podría ser Denna o, peor aún, Violeta, pero para su sorpresa, se encontró con Martin.

—¡Martin! ¡Te he echado mucho de menos!

—Yo también a vosotras. La próxima vez que me obliguen a ir a un campamento en inglés, os llevo conmigo a rastras —dijo Martin, abrazándolas y entregándoles dos pulseras, una para cada una, con la palabra "marruski". Él también llevaba la suya.

El alivio de Chiara fue palpable. No importaban los problemas que pudieran surgir; mientras tuviera a Ruslana y Martin a su lado, sentía que podía enfrentarse a cualquier cosa. La presencia de sus amigos le daba fuerza y confianza, aunque el nerviosismo no desapareciera del todo.

Sin embargo, la tranquilidad no duraría mucho. Apenas empezaron a instalarse en sus asientos, Naiara no tardó en hacer su primer comentario malintencionado del día.

—Me toca sentarme enfrente de la gafitas —dijo Naiara burlona, refiriéndose a Chiara.

—Tú al menos te podrás divertir viendo a la rara, ¿pero yo? Me siento al lado de Álvaro, que se pasa las clases cantando y con auriculares —le contestó Denna, haciendo una mueca de disgusto.

Chiara intentó ignorarlas, pero era difícil no sentirse afectada. Desde el primer año de secundaria, aquellas chicas habían hecho de su vida un pequeño infierno. Sus constantes burlas y comentarios hirientes siempre encontraban la manera de hacerla sentir fuera de lugar. En esos momentos, la presencia de sus amigos era lo único que la mantenía firme.

Mientras esperaba a que la clase comenzara, Chiara no podía evitar pensar en cómo sería ese año. ¿Seguirían Violeta y su séquito haciéndole la vida imposible? ¿O podría encontrar una manera de mantenerse al margen de sus crueldades? La respuesta no tardó en llegar cuando escuchó a Naiara burlándose de ella por enésima vez.

—¿Qué miras tanto? —soltó Denna, mirándola fijamente. Chiara rápidamente apartó la mirada para evitar problemas.

El ambiente se tensó aún más cuando Violeta hizo su entrada en el aula. Sin poder evitarlo, Chiara dirigió su mirada hacia donde estaban las chicas. Violeta había llegado, y al verla, una sensación de inquietud la invadió. La líder del grupo cruzó miradas con Chiara, y por un instante, pareció sorprendida. Sin embargo, Chiara sabía que Violeta ya debía estar planeando nuevas maneras de molestarla.

La clase transcurrió sin mayores incidentes, pero la tensión en el ambiente era palpable. Naiara solo se giró una vez para mostrarle a Chiara un "retrato" que le había hecho, en el que la había deformado grotescamente. Chiara intentó concentrarse en las explicaciones del profesor, pero las burlas de Naiara eran difíciles de ignorar.

—Chiara, ¿vienes? —dijo Martin, cogiendo su bocadillo cuando finalmente sonó el timbre del recreo.

Chiara asintió y los siguió fuera del aula. Los 45 minutos de tiempo libre eran un alivio, una oportunidad para alejarse del aula y de la tensión que reinaba en ella.

—¿Qué tal sentándote detrás de Naiara? —preguntó Ruslana una vez que estuvieron fuera.

—Bien, podría ser peor. Está muy cambiada, físicamente.

Pero la tranquilidad del recreo no duró mucho. De repente, Violeta y sus amigas se acercaron. Martin, Ruslana y Chiara intercambiaron miradas de preocupación.

—¿La pelinegra, qué? —dijo Violeta, pasando por el lado de Chiara sin mirarla directamente. El viento sopló, haciendo que su pelo le tapara parcialmente la cara. Aun así, Chiara no pudo evitar pensar en lo guapa que estaba.

—¿Qué te metes? —saltó Ruslana, con mala cara.

—Oye, tú te callas —respondió Naiara, clavando su mirada en Ruslana, quien, sorprendentemente, dirigió la mirada al suelo.

La tensión entre los dos grupos era palpable. Chiara intentó mantener la compostura mientras Violeta la examinaba con una expresión fría y seria.

—Oliver, este verano te ha sentado peor que de costumbre —dijo Violeta, observándola de arriba a abajo.

—Pues bien que me has escaneado un par de veces —respondió Chiara con una pequeña risa.

—Eres una friki, no te quieras creer importante —frunció levemente el ceño al decir esas palabras.

—Chiara, pasa de ella —dijo Ruslana, dándole una suave caricia en el brazo—. Aparte, estás guapísima, el sol te sienta genial.

Pero las burlas de Denna no se hicieron esperar. —Vaya, las novias —se burló—. Va a daros un besito.

—No es mi... —Chiara intentó decir, pero Ruslana habló por encima de ella.

—¡¿Y si lo somos, qué?! Pesada —dijo Ruslana, ya harta de las provocaciones.

Finalmente, Martin intervino, intentando calmar los ánimos. Agarró a Ruslana y la apartó, mientras Violeta y sus amigas se alejaban, riendo entre ellas.

Chiara miró a Violeta una última vez antes de seguir a sus amigos. Sabía que el enfrentamiento con Violeta y su grupo era solo el comienzo de lo que sería un año difícil, pero también sabía que no estaba sola. Mientras estuviera con Ruslana y Martin, tenía la esperanza de poder enfrentar cualquier cosa que se les presentara.

I hate loving you - KIVI - Enemies to loversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora