La semana siguiente a la tarde de educación física, Chiara se sentía un poco mal. Intentó concentrarse en sus estudios, pero su mente seguía dando vueltas al posible interés entre Lucas y Violeta.
Naiara, en voz baja pero claramente audible, comentó: — Veo a Lucas muy detrás de Violeta, es muy cansino.
Dena le respondió: — Creo que pueden llegar a ser algo, no sé. Nunca hubiera pensado que compartir equipo los podría unir tanto.
Al escuchar a sus propias amigas hablar así, Chiara comenzó a pensar que tal vez había más entre Lucas y Violeta de lo que imaginaba. Sin embargo, había cosas que no encajaban en su mente. ¿El tweet de Violeta? Lucas no tenía los ojos verdes.
La clase transcurría más lenta de lo habitual cuando Naiara, girándose hacia atrás, le dijo a Chiara: — Gafitas, deja de hacer ruido con el puto boli.
Chiara, sorprendida, respondió: — Bueno, bueno, perdón.
Naiara, con una sonrisa burlona, añadió: — Uy, me va a ser complicado perdonarte. — Y sin dejarle decir nada más, cogió el dosier de Chiara y le prometió devolverlo una vez lo hubiera copiado.
Desde lejos, Rus la observaba con una mueca, lo que provocó que Chiara riera. Fue en ese momento cuando Violeta la miró directamente, escribiendo la palabra "payasa" en su libreta y mostrándosela a Chiara. Aunque aún estaba molesta sin saber exactamente por qué, esa molestia la atormentaba, y Chiara simplemente apartó la mirada.
Durante el almuerzo en el comedor escolar, Chiara decidió sentarse en una esquina apartada con Martin y Ruslana, tratando de evitar cualquier interacción innecesaria. Sin embargo, Violeta y Dena se acercaron a su mesa con una expresión desafiante en el rostro.
Dena se llevó a Rus, algo que Chiara encontró extraño, pero pensó que seguramente Ruslana se lo contaría más tarde. Martin aprovechó para irse con Juanjo; últimamente pasaban mucho tiempo juntos y se veían adorables.
Violeta saludó a Chiara con un tono que dejaba entrever su intento por provocarla: — Hola, Chiara.
Chiara levantó la mirada, manteniendo una expresión neutral: — Hola, Violeta.
Violeta se sentó frente a ella con una sonrisa vacilona y comentó: — Así que, ¿sigues con la rabia de no poder superarme con el balón? Pensé que serías más deportista, pero veo que me equivoqué.
Chiara decidió seguirle el juego esta vez: — No te preocupes, Violeta. No esperaba que una experta como tú me permitiera ganar.
Violeta arqueó una ceja, evaluando su respuesta, y añadió: — No ganarías ni jugando sola. — Rió ligeramente.
Chiara sonrió, intrigada por la dinámica entre ellas: — Qué graciosa, si fueras humorista, no tendrías ni para poder teñirte, zanahoria.
Entonces, un silbido hizo que Chiara desconectara de la conversación. Lucas acababa de silbar para captar la atención de la pelirroja, lo que hizo que Chiara rodara los ojos y soltara una risita. Volvió a conectar en la charla con Violeta, quien seguía con su mirada fija en ella y continuó con la provocación: — No te gusta mucho Lucas, ¿eh? Mira que es mono.
Chiara mantuvo su compostura y decidió no mostrar incomodidad: — Oh, no me disgusta. No me interesa mucho lo que haga Lucas.
Violeta inclinó la cabeza, escéptica: — No te creo, nada.
Chiara decidió jugar con su juego: — Bueno, sí que es verdad que algo de gracia sí me hace, sobre todo cuando te silba como a un animal.
Violeta abrió la boca ligeramente, sorprendida por la respuesta. Pero, lejos de retroceder, continuó: — Seguro que estarías deseando que él fuera detrás tuyo, no me creo lo contrario.
Chiara, con un susurro casi conspirativo, replicó: — Pues tendrías que empezar a creértelo, porque me gustan las chicas.
Violeta pareció sorprendida, chasqueó la lengua y procesó la respuesta, pero no retrocedió. Con un tono un tanto burlón, añadió: — Interesante, "boyera".
Antes de que Chiara pudiera responder, Violeta se levantó de la mesa: — Me voy con Lucas.
Actuando por impulso, Chiara agarró suavemente su brazo mientras se alejaba: — Lucas está por el otro lado.
Violeta se giró, visiblemente avergonzada. Chiara sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo ante la cercanía de Violeta, quien se quedó quieta por unos segundos, examinándola detenidamente. Fue entonces cuando Martin regresó, y Violeta se despidió: — Hasta luego, Chiara, — alejándose con una mezcla de nerviosismo y tensión palpable en el aire.
La tarde se alargó con clases tediosas y el murmullo constante de sus compañeros. Chiara se sentía atrapada en un remolino de emociones contradictorias. La presencia de Lucas y Violeta la distraía más de lo que estaba dispuesta a admitir. Tal vez solo le molestaba la idea de que Lucas pudiera estar interesado en Violeta por su forma tan babosa de irle detrás y de tratarla.
Cuando por fin sonó el timbre de salida, Chiara salió corriendo hacia el gimnasio. Era su momento de liberación, donde podía concentrarse únicamente en las flexiones, máquinas, ejercicios y dejar de lado las complicaciones personales.
El entrenamiento fue intenso y absorbente. Chiara se entregó completamente al deporte, sintiendo cómo cada abdominal y cada sentadilla la ayudaban a pensar menos. Las actividades físicas siempre habían sido su refugio, el lugar donde podía ser ella misma sin las presiones sociales o las expectativas de los demás.
Al terminar la práctica, Chiara se sintió renovada y lista para enfrentar lo que fuera que el día siguiente trajera consigo. Recogió sus cosas y se dirigió hacia los vestuarios, donde encontró a Ruslana esperándola con una sonrisa.
— ¿Cómo te fue hoy, Chiara? —preguntó Ruslana, con genuino interés en su voz.
Chiara respondió mientras se cambiaba rápidamente: — Bastante bien, gracias. Necesitaba despejarme un poco.
Ruslana asintió, entendiendo perfectamente su necesidad de escapar de las tensiones del día. Mientras caminaban juntas hacia la salida del gimnasio, Chiara no pudo evitar preguntarle sobre lo que había sucedido durante el almuerzo con Dena y Violeta.
— Fue un tanto extraño, ¿verdad? —murmuró, ajustándose la mochila sobre el hombro.
Ruslana suspiró, pensativa: — Sí, lo fue. Parecía que Dena tenía algo importante que decir, pero no sé exactamente qué quería, es confusa.
Intrigada, Chiara le pidió más detalles. Ruslana siempre tenía una perspectiva diferente de las cosas y solía captar detalles que a ella se le escapaban.
— Violeta tiene una dinámica interesante.
Se dirigieron hacia sus casas, compartiendo el silencio cómodo que había entre ellas. Aunque Chiara se sentía agotada por el día, también se sentía más clara sobre lo que necesitaba hacer.
Al llegar a casa, Chiara se encontró con su hermana menor en la sala de estar, absorta en un juego de tocar el piano. La risa de su hermana resonaba en la habitación y le recordó a Chiara la sencillez de la niñez.
— ¿Cómo estuvo tu día? —preguntó su hermana, apartando la mirada de la pantalla.
— Fue... interesante —respondió Chiara, sonriendo al pensar en todo lo que había pasado.
Se dirigió a su habitación, se sentó en su escritorio y sacó su diario, donde solía escribir sus pensamientos más profundos. Tomó una pluma y comenzó a garabatear, dejando que las palabras fluyeran libremente sobre el papel, ya que a veces era mejor escribir las cosas que decirlas en voz alta.
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I hate loving you - KIVI - Enemies to lovers
FanfictionChiara Oliver, una chica no muy popular, pero que suele caer bien. Mantiene un grupo de tres del cual forman parte Martin y Ruslana, se conocen desde la primaria. Violeta Hódar, típica popular que tiene a medio mundo detrás de ella. Sus amigas son...