Los días que siguieron al anuncio del torneo fueron un torbellino de emociones y expectativas para Chiara. El colegio entero estaba inmerso en los preparativos, y cada equipo comenzaba a organizar sus prácticas con una mezcla de entusiasmo y nerviosismo. Chiara, sintiendo la presión del evento, tuvo que desapuntarse del gimnasio, ya que sabía que no tendría tiempo para entrenar durante los meses de preparación para la competición escolar. Sin embargo, lo que más la inquietaba no era la competencia en sí, sino la idea de tener que trabajar en equipo con Violeta, con quien la tensión parecía crecer cada día. Para Chiara, era como si una nube oscura pendiera sobre ellas, lista para desatar una tormenta en cualquier momento.
La primera práctica del equipo llegó rápidamente, y el grupo se reunió en el campo después de clases. El sol brillaba con fuerza, pero el ambiente estaba cargado de una energía nerviosa que se sentía en cada rincón del césped. Raúl, un chico atlético y carismático que siempre destacaba en los deportes, tomó el mando de inmediato y comenzó a organizar al equipo para calentar. Mientras todos se alineaban para realizar los estiramientos, Chiara sintió una mirada fija en ella. No necesitaba girarse para saber de quién provenía. Violeta, con esa mirada que parecía perforar, observaba cada uno de los movimientos de Chiara, como si estuviera buscando algo que criticar. Chiara intentó concentrarse en los ejercicios, estirando sus músculos y enfocándose en su respiración, pero la presencia de Violeta era imposible de ignorar.
Cada vez que Chiara bajaba la cabeza para tocar sus pies o giraba para estirar los hombros, sentía que la mirada de Violeta recorría su figura, analizándola, esperando un error. Y, como si fuera una profecía autocumplida, ese error ocurrió. Durante uno de los estiramientos, Chiara perdió el equilibrio por un segundo, y aunque fue un desliz insignificante, supo que Violeta no lo dejaría pasar.
Después del calentamiento, Raúl sugirió que hicieran un pequeño partido para empezar a coordinarse como equipo. El campo, que hasta ese momento había sido un lugar de práctica tranquila, se transformó en una arena donde cada movimiento contaba. Chiara intentó mantener la cabeza fría y jugar lo mejor que podía, concentrándose en los pases y en su posicionamiento, pero Violeta no hacía las cosas fáciles. Parecía decidida a señalar cada uno de los errores de Chiara, como si quisiera probar algo.
—¿De verdad eres tan torpe? —dijo Violeta cuando Chiara falló un pase que ella esperaba recibir. Sus palabras fueron cortantes, llenas de desdén, y Chiara sintió que algo se quebraba en su interior.
Chiara respiró hondo, intentando no dejar que el comentario de Violeta la afectara. Sabía que responder con la misma moneda solo empeoraría las cosas. —Lo siento, fue mi error —respondió, esforzándose por mantener la calma en su voz, aunque sentía un nudo en el estómago.
Sin embargo, antes de que Violeta pudiera replicar o hacer algún otro comentario sarcástico, Lucas apareció en la cancha. Su presencia, inesperada y llena de confianza, desvió la atención de la incomodidad que se había acumulado entre las dos chicas. Era difícil no notar la chispa de interés en sus ojos cuando se acercó a Violeta, y ella lo recibió con una sonrisa que no le dedicaba a cualquiera. Esa sonrisa, que rara vez mostraba, provocó en Chiara una sensación incómoda que no esperaba.
Lucas, con su actitud despreocupada, se acercó más de lo necesario para hablar con Violeta, invadiendo su espacio personal de una manera que molestó a Chiara. Violeta no se apartó; de hecho, parecía estar disfrutando de la atención, lo cual solo aumentaba la incomodidad de Chiara.
—¿Cómo va todo por aquí? —preguntó Lucas, aunque estaba claro que solo quería saber cómo le iba a Violeta. Su tono era ligero, pero había algo en su postura que mostraba una seguridad que irritaba a Chiara.
—Mejoraría si algunos supieran cómo pasar un balón —respondió Violeta, lanzando una mirada rápida y despectiva hacia Chiara antes de girarse hacia Lucas. Su tono, que había sido duro y frío con Chiara, se suavizó apenas perceptiblemente cuando dirigió su atención a él, y sus ojos brillaron con una chispa que hizo que Chiara apretara los dientes.
Chiara trató de ignorar la creciente incomodidad que sentía al verlos juntos. Se obligó a mantenerse ocupada, alejándose un poco para recoger un balón que estaba a un lado del campo. El sol proyectaba largas sombras sobre el césped, y aunque intentaba centrarse en cualquier otra cosa, la imagen de Lucas invadiendo el espacio de Violeta no dejaba de repetirse en su mente. Cuando finalmente se obligó a regresar al juego, pasó cerca de ellos, demasiado cerca quizás. Al hacerlo, su hombro rozó a Violeta, un contacto que parecía casual pero que Chiara sabía que no lo era.
—Perdón —murmuró Chiara, aunque en el fondo sabía muy bien que no había sido un accidente.
Violeta se quedó quieta por un momento, como si intentara procesar lo que acababa de ocurrir. Chiara sintió que sus ojos la seguían mientras se alejaba, pero se negó a mirar atrás. La frustración se arremolinaba en su interior, mezclándose con una confusión que no lograba entender del todo. Al mismo tiempo, una parte de Chiara era dolorosamente consciente de que Lucas seguía muy cerca de Violeta, y no podía evitar que ese hecho la molestara más de lo que debería.
Lucas continuó hablando, ajeno a la tensión que se acumulaba entre Chiara y Violeta. —Entonces, ¿nos vemos después? —preguntó, tratando de continuar la conversación con Violeta. Su tono, cargado de una seguridad casi arrogante, irritaba profundamente a Chiara. Parecía dar por sentado que Violeta aceptaría sin pensarlo, como si su interés fuera un hecho consumado.
—Quizás —respondió Violeta, con una sonrisa enigmática que decía mucho más de lo que quería admitir. Sin embargo, mientras lo decía, su mirada se dirigió hacia Chiara. Incluso mientras Lucas hablaba, la atención de Violeta se desvió hacia Chiara, y en ese momento, sus miradas se encontraron brevemente. Fue una fracción de segundo, un instante que pareció detenerse en el tiempo, pero suficiente para que el aire entre ellas se cargara de una tensión palpable.
Era como si Violeta, a pesar de su aparente interés en Lucas, no pudiera evitar observar a Chiara, midiendo su reacción. Chiara notó que, mientras Lucas seguía hablando, Violeta apenas asintió, distraída, como si lo que realmente le importara estuviera en otro lugar. Esa breve conexión visual afectó a Chiara más de lo que quería admitir, y un torbellino de emociones comenzó a arremolinarse en su interior, imposible de controlar.
Chiara se alejó de ellos, la frustración ardiendo en su interior. ¿Por qué le afectaba tanto verlos juntos? Era una pregunta que no quería responder, ni siquiera para sí misma. Estaba claro que Violeta y ella no eran amigas, pero la idea de que Lucas se acercara a Violeta de esa manera la llenaba de un sentimiento que no quería admitir. Sentía una extraña mezcla de resentimiento y algo más que no lograba identificar, y sabía que no era saludable, pero le era imposible sacarlo de su mente.
Raúl decidió terminar la práctica después de un rato más de juego, y mientras todos se dispersaban, Violeta y Lucas seguían conversando a un lado del campo. Chiara se quedó un poco más, observándolos desde lejos, incapaz de evitar que algo dentro de ella se removiera cada vez que los veía juntos. Notó que Violeta seguía lanzando miradas furtivas en su dirección mientras hablaba con Lucas, como si quisiera medir su reacción a lo que sucedía entre ellos.
Raúl se acercó a Chiara, sacándola de sus pensamientos con su presencia tranquila. —No te preocupes tanto por ella, Chiara —dijo con un tono amable, pero directo, que hizo que Chiara se sintiera expuesta.
—No es eso —mintió Chiara, aunque ambos sabían que no era cierto—. Solo estoy pensando en cómo mejorar para el torneo.
Raúl la miró con una mezcla de comprensión y seriedad. —Mira, sé que Violeta puede ser difícil, pero si logran trabajar juntas, pueden ser un equipo imparable. No dejes que te afecte lo que hace fuera del campo.
Chiara asintió, aunque en su interior sabía que no sería tan fácil como sonaba. Las palabras de Raúl eran sensatas, pero ponerlas en práctica se sentía como una tarea imposible. Observó a Violeta una última vez antes de despedirse de Raúl y dirigirse hacia la salida. Mientras caminaba hacia la puerta del campo, sintió una extraña mezcla de alivio y frustración, como si algo entre ellas estuviera a punto de cambiar, pero ninguna de las dos estuviera dispuesta
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I hate loving you - KIVI - Enemies to lovers
FanfictionChiara Oliver, una chica no muy popular, pero que suele caer bien. Mantiene un grupo de tres del cual forman parte Martin y Ruslana, se conocen desde la primaria. Violeta Hódar, típica popular que tiene a medio mundo detrás de ella. Sus amigas son...