Cada tarde, después de clases, el campo de entrenamiento se transformaba en un hervidero de energía y nerviosismo, donde la presión por mejorar y destacar crecía día tras día. Sabían que el torneo no solo pondría a prueba sus habilidades como equipo, sino también las tensiones individuales que se respiraban bajo la superficie.
Esa tarde, mientras se dirigía al campo, decidió hacer una llamada rápida antes de que comenzara la práctica. El sol descendía en el horizonte, proyectando largas sombras sobre el césped, mientras se acercaba al lugar donde el equipo ya empezaba a reunirse. Necesitaba un momento de desconexión, una pequeña conversación que le ayudara a centrar la mente antes de enfrentarse a otra sesión cargada de tensión.
—¡Hola, Chiara! —contestó Martín con su habitual entusiasmo.
—¡Hola, Martín! —respondió Chiara, sintiendo un alivio inmediato al escuchar su voz—. ¿Cómo está Max? ¿Ya se acostumbró a la casa?
—Max está increíble —respondió Martín con una risa que transmitía felicidad—. Es un torbellino, no para de correr por todos lados y ha destrozado un par de cosas, pero no puedo enojarme con él. Es demasiado adorable.
La risa de Martín era contagiosa, y Chiara no pudo evitar sonreír mientras escuchaba las travesuras de su cachorro. La imagen de un pequeño golden retriever correteando por la casa la hizo reír, y por un momento, toda la presión del torneo se desvaneció.
—¡Eso suena genial! —dijo Chiara, relajándose un poco más—. Me imagino que te tiene ocupado todo el tiempo.
—Un poco —admitió Martín, su tono despreocupado—. Pero vale la pena. Es increíble cómo un cachorro puede traer tanta alegría.
—Me alegra escuchar eso —dijo Chiara sinceramente—. Ojalá pueda conocer a Max pronto. Parece que ya se ha ganado tu corazón.
—Cuando quieras, Chiara. Ya sabes que Max y yo estaremos encantados de recibirte. Aunque, te advierto, no creo que te deje ir sin que juegues un rato con él.
Chiara rió suavemente ante la imagen mental de Martín persiguiendo a un cachorro incontrolable. —Me encantaría. Gracias, Martín. Me voy al entrenamiento. ¡Nos vemos mañana!
—¡Suerte en la práctica! —se despidió Martín antes de colgar.
Chiara guardó el teléfono y se dirigió hacia el campo, sintiéndose un poco más ligera después de la llamada. Sin embargo, esa sensación no duró mucho. Al llegar, notó cómo el equipo ya estaba reunido, preparándose para la práctica. El aire estaba cargado de esa mezcla familiar de expectativas y tensión, y como siempre, sentía la mirada de Violeta sobre ella, distante y crítica.
Raúl, con su energía habitual, tomó el mando e inició la sesión. El equipo se organizó rápidamente y comenzó con los estiramientos. Mientras se alineaban en el césped, Chiara intentaba mantener la concentración en los ejercicios y en su respiración. Sin embargo, era difícil ignorar la presencia de Violeta, que parecía seguir cada uno de sus movimientos, siempre alerta, como si estuviera esperando el más mínimo error.
Después de un calentamiento intenso, Raúl sugirió hacer un pequeño partido para seguir afinando la coordinación del equipo. Las posiciones se asignaron rápidamente, y el juego comenzó. La pelota se movía con rapidez de un lado a otro del campo, y todos estaban concentrados en mantener la formación.
En un momento crucial, el equipo contrario recuperó el balón y se lanzó hacia la portería con una rapidez inesperada. La delantera del otro equipo, conocida por su velocidad y precisión, se dirigió directamente hacia la meta con la intención de marcar un gol.
Chiara, sin pensarlo, se lanzó a interceptar la jugada. Su corazón latía con fuerza mientras corría hacia la trayectoria del balón, intentando calcular el momento exacto para detenerlo. En el último segundo, logró interponerse entre la pelota y la portería, desviando el tiro con su cuerpo. Sintió el impacto contra su costado, pero la satisfacción de haber bloqueado un gol inminente superó cualquier incomodidad.
La adrenalina seguía corriendo por sus venas cuando, de repente, Paula, una compañera con la que había hablado en algunas ocasiones, la abrazó por detrás con entusiasmo.
—¡Eso fue increíble, Chiara! —exclamó Paula, aún aferrada a ella—. ¡Menuda parada!
Su efusividad sorprendió a Chiara, pero no pudo evitar sonreír mientras correspondía el abrazo con una palmada en la espalda. Al levantar la vista, su mirada se cruzó con la de Violeta. Estaba a unos metros de distancia, observándolas, y su expresión era indescifrable. Sin embargo, sus ojos reflejaban una incomodidad que Chiara no pudo ignorar. Frunció el ceño por un breve instante, una sombra de desagrado que se desvaneció tan rápido como apareció, y luego volvió a concentrarse en el juego.
El partido continuó con la misma intensidad, y un rato después, Pol, uno de los jugadores más estratégicos del equipo, se acercó a Chiara mientras corrían hacia su posición.
—Buen bloqueo, Chiara —dijo Pol, dándole una palmada en el hombro—. Pero necesitamos más de eso si queremos ganar este torneo.
—Gracias —respondió Chiara, agradecida por el reconocimiento—. ¿Alguna idea de cómo podemos mejorar?
Pol asintió, su mirada analítica recorriendo el campo. —Creo que necesitamos ser más rápidos en la transición de defensa a ataque. Cada vez que recuperamos el balón, nos cuesta demasiado tiempo reorganizarnos. Si logramos salir con velocidad, podemos sorprender al equipo contrario y ganar más oportunidades de gol.
Chiara reflexionó sobre lo que decía, dándose cuenta de que tenía razón. —Es verdad, hemos estado un poco lentos en eso. Tal vez podamos practicar pases más rápidos y cortos en la próxima sesión, y asegurarnos de que todos estén en sintonía cuando hagamos la transición.
—Exacto —dijo Pol, asintiendo con entusiasmo—. También deberíamos trabajar en movernos en bloques más compactos, así no dejamos tantos espacios libres en el campo. Si logramos mantenernos más juntos, podremos presionar mejor al rival y forzar errores.
—Buena idea —dijo Chiara, notando cómo sus sugerencias comenzaban a formar una estrategia clara en su mente—. Podemos proponerlo al equipo después de este partido.
—Definitivamente —concluyó Pol, dándole otra palmada en el hombro antes de alejarse para ocupar su posición.
La conversación con Pol dejó a Chiara con una sensación de confianza renovada. Sabía que con ese enfoque, podrían mejorar su juego y llegar lejos en el torneo.
El partido continuó, y el balón se movía con rapidez de un lado a otro del campo. De repente, llegó a los pies de Violeta. Con una habilidad impresionante, dribló a los defensas con agilidad y avanzó hacia la portería contraria. Sus movimientos eran calculados y precisos, hasta que finalmente, con un toque magistral, lanzó el balón directo a la esquina del arco, fuera del alcance del portero. Un gol perfecto.
El estallido de emoción fue inmediato. Todo el equipo corrió hacia Violeta, celebrando el gol con gritos y aplausos. A pesar de que era solo un entrenamiento, estaban mejorando y dando lo mejor de sí mismos. En medio de la euforia, Violeta abrazó a Chiara, rodeándola con sus brazos. Ella parecía buscar consuelo o seguridad en ese abrazo, como si el contacto físico con tanta gente le resultara extraño o incómodo. Chiara sintió la calidez del abrazo y, por un instante, todo lo demás pareció desvanecerse. Los gritos y risas de los compañeros se convirtieron en un murmullo distante mientras Violeta se aferraba a ella con fuerza.
El abrazo de Violeta desarmó a Chiara. Sintió el peso de su cuerpo presionado contra el suyo, y aunque el momento fue breve, la intensidad del contacto dejó una impresión duradera. Violeta soltó un suspiro antes de separarse bruscamente, como si quisiera borrar la acción de inmediato y actuara como si nada hubiera pasado.
Los otros jugadores siguieron vitoreando y abrazando a Violeta, ajenos a lo que acababa de suceder entre ellas. Chiara se quedó inmóvil por un momento más, tratando de procesar la extraña mezcla de sensaciones que el abrazo le había dejado.
El entrenamiento continuó, pero la mente de Chiara seguía atrapada en esos dos momentos: el ceño fruncido de Violeta cuando Paula la felicitó, y luego aquel abrazo inesperado.
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I hate loving you - KIVI - Enemies to lovers
FanfictionChiara Oliver, una chica no muy popular, pero que suele caer bien. Mantiene un grupo de tres del cual forman parte Martin y Ruslana, se conocen desde la primaria. Violeta Hódar, típica popular que tiene a medio mundo detrás de ella. Sus amigas son...