𝐔𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐊𝐈𝐍
Cuando ella intentó describirlo, se dio cuenta de que no había palabras suficientes. Sus sueños están llenos de formas familiares y siluetas que siempre cambian. Con el tiempo, se convierten en algo majestuoso y bello, y e...
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ADELLA SE SENTÓ FUERA DEL CAMPAMENTO, con la espalda apoyada en el nuevo muro que los 100 habían construido. Era temprano y sólo unos pocos estaban despiertos. Sacó la carta de su bolsillo y la desdobló.
Adella se mordió el labio mientras ojeaba la tosca letra de su padre. En ella se explicaba brevemente que el soporte vital del arca estaba fallando y que ella debía asegurarse de mantener su brazalete puesto y ayudar a los 100 supervivientes.
Lo que no esperaba era que le arrancaran el papel de la mano.—Vaya, qué madrugadora eres—.Adella puso los ojos en blanco y se levantó, quitándose la suciedad de encima, con los ojos clavados en el sospechoso.—¿Qué es esto?—Murphy inspeccionó el papel.—¿Tienes una pluma?—
—Nada, ¿me lo devuelves?—preguntó Adella, cruzando los brazos sobre el pecho, poco impresionada por sus payasadas.
Los ojos de Murphy recorrieron el papel.—¿Papá querido escribió esto para ti?—le preguntó con una sonrisa de satisfacción.—El soporte vital está fallando en el arca—.Canturreó con interés.—Por eso nos enviaron aquí abajo—.Murphy asintió lentamente con la cabeza mientras Adella gemía, poniendo los ojos en blanco.
—¿Terminaste, John?—preguntó Adella, alzando las cejas.—Porque preferiría sacarme los ojos a puñaladas antes de tener una conversación contigo—.Él levantó la mano, con el papel todavía en ella, cuando Adella fue a tomarlo.
La señaló con el dedo, ignorando su comentario sarcástico.—Papi querido está en el consejo y por eso sabe lo que pasa—.Él sonrió mientras ella, frustrada, levantaba los brazos, murmurando palabras poco amables. Sabía cómo meterse en su piel y eso le hacía gracia. Pero ella también sabía cómo meterse en la suya.
Adella se acercó a él y le arrancó el papel de las manos.—Muy divertido—.Lo fulminó con la mirada.
Murphy frunció el ceño, sin entender lo que decía, pero no tuvo tiempo de cuestionarlo porque ella ya había vuelto al campamento, arreglándose la gorra.
Adella, por decirlo amablemente, odiaba a John Murphy. Él sabía cómo fastidiarla y lo disfrutaba. Pero Adella sabía cómo fastidiarlo.
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