If we could wake up

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La vida de Martin se sentía tan surrealista desde que conoció a Juanjo. No se creía que un padre estuviese ligando con él. Y mucho menos que este tuviera tanto impacto en su vida.
Su vida antes se basaba en comer, dormir, trabajar y poco más. Pero ahora tenía a un hombre de más de 1,80 escribiéndole mensajes que parecían sacados de un libro de amor adolescente. Martin no se quejaba de su situación, pues cada vez que leía uno de sus mensajes le salía, sin darse cuenta, una sonrisa en su cara y su ritmo cardíaco aumentaba.
Se sentía como en un sueño, todo era demasiado perfecto y temía que algo saliera mal. Tenía miedo de que el colegio se enterara y se lo tomaran para mal, que los padres se quejaran y que acabase siendo despedido. Algo dentro de él le advertía de esto y pensaba que era mejor dejar las cosas como estaban; pero era ver, escuchar, leer o escribir a Juanjo y ese pensamiento se desvanecía y cambiaba por uno que le decía que nunca tenía suficiente del otro. Que se quería ahogar en él y que no iba a ser suficiente

“Martin, ¿puedo hablar contigo?” Chiara interrumpió sus pensamientos. Martin carraspeó avergonzado de lo que estaba pensando.

“Sí, claro. ¿Pasa algo?” Chiara se sentó al lado de él en el sofá y suspiró.

“Ruslana pasa.” Sinceramente, Martin sospechaba que alguna conversación de este tema iba a ocurrir algún día. Llevaba semanas notando una tensión extraña entre las dos chicas. No tenía ni idea de qué les pasaba, pero tenía cierta sospecha de que Chiara saliendo con una chica tenía algo que ver. “Um, sabes que estoy viendo a una chica.”

“Sí.”

“Bueno, todo genial con ella, pero es que no paro de pensar en Ruslana.”

“¿Te gusta?” Preguntó.

“No lo sé.” Suspiró fuertemente y se llevó las manos a la cabeza. Se notaba que había pensado mucho sobre el tema. “Hace unos meses, antes de que tú vinieras, nos emborrachamos una noche y acabamos acostándonos. La cosa es que al día siguiente lo hablamos y llegamos a la conclusión de que había sido un error. Que lo habíamos hecho porque estábamos borrachas y ya está.” Martin se quedó en silencio un momento, intentando asimilar lo que acababa de escuchar. Las cosas empezaban a tener sentido por fin. Intentó pensar cómo contestar.

“Joder. No me lo esperaba.” Dijo al final.

“Decidimos no hablar de ello.” Asintió. “Pero desde que llevo saliendo con Violeta, parece que está enfadada conmigo. A veces pienso que está celosa.” Se sorprendió cuando dijo el nombre de la chica, hasta ahora no les había dicho nada sobre ella.

“Ya, a mí también me dio esa sensación. Deberíais hablarlo y aclarar las cosas.”

“Lo sé. La cosa es que me lleva evitando semanas. Es como si me odiase y no quiero que lo haga.” Se le quebró la voz al final y empezó a sollozar.

Martin se acercó a ella para abrazarla. La rodeó con sus brazos e intentó reconfortarla con caricias en la espalda. “No llores Kiki.”

Siguió llorando. “Siento que todo es mi culpa. Y que todo esto va a generar tal mal rollo que nos va a afectar a los tres.”

Se separó un poco para poder mirarla a los ojos. “No es tu culpa y eso no va a pasar, ¿vale?” Chiara se secó las lágrimas con la manga de su camiseta e intentó tranquilizarse. “Tienes que hablarlo con Ruslana. Preguntarle qué le pasa.”

“Lo intentaré.” Chiara le volvió a abrazar. “Gracias Martin.” Susurró.

“No las des. Si necesitas hablar más, ya sabes dónde encontrarme.” Se abrazaron durante unos minutos mientras Chiara dejaba de llorar del todo. De repente, empezó a sonar su móvil. Alguien le estaba llamando. Tuvo miedo de que fuera su madre. Se separó otra vez para ver quién era.

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