There wouldn't be a single thing we couldn't do

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Después del día de Navidad se separaron sus caminos durante unos días. Juanjo y Vega se fueron a Magallón y Martin a Getxo para pasar el último y primer día del año junto a sus respectivas familias.
La despedida había sido dura, ninguno de los tres quería separarse de los otros.  Aunque, teniendo en cuenta las veces que se habían llamado esa semana, parecía que no se habían separado siquiera. Hasta podría casi decirse que habían hablado más entre ellos que con sus familias.
Sin embargo, cuando sonó la última campanada y no pudo desear el año nuevo a Juanjo y Vega, inmediatamente, sintió como un vacío. El año que viene haría lo que fuera para pasar todas las navidades a su lado.

Pasaron los días y Juanjo y Vega tuvieron que volver antes a Madrid por temas del trabajo de Juanjo. Entonces quedaron en recogerle en la estación cuando él volviera unos días más tarde. Se acuerda de salir del tren y verles corriendo hacia él con una gran sonrisa en sus caras. Se dió cuenta en ese momento de que había encontrado lo que le hacía feliz en la vida y dio gracias por haberles podido conocer.

Vega había saltado sobre él cuando estaba lo suficientemente cerca.“¡Martin!”

La sujetó bien en su brazos y la abrazó. “Hola, cielo.” Vega le rodeó con sus cortos brazos como pudo.

“Te he echado mucho de menos.”

“Y yo a tí.”

“¿Y a mí no me has echado de menos.” Juanjo les miraba con los brazos cruzados.

“No a tí no.” Bromeó. Juanjo hizo un puchero con los labios. El punto débil de Martin. Se acercó al más alto y dejó un beso sobre ellos. “Muchísimo.”

Ahora, varias semanas más tarde, Martin descansaba entre los brazos de Juanjo. Ambos estaban tumbados, en el sofá de la casa del último, viendo una película de miedo que echaban por la tele. Era bastante tarde ya, Vega hacía horas que se había ido a dormir, pero ellos querían pasar más tiempo juntos.

No se creía que su vida fuera así ahora. El año pasado estaba solo y perdido en Getxo y ahora había encontrado dos personas que le habían puesto los pies en la tierra y le habían demostrado que la vida, aunque sea dura de vez en cuando, merecía la pena si es a su lado. Obviamente no todo era de color rosa, tenían sus peleas, sus piques por tonterías… Pero lo hablaban, si alguno se había molestado por algo lo decían e intentaban solucionarlo.

“Madre mía.” Dijo Juanjo cuando la chica de la película se acercó al sótano de la casa. Bajó las escaleras. “¿Por qué hace eso?.. La van a matar a este ritmo.” Martin le miró de reojo. Le estaba empezando a molestar. “Ay coño, qué susto.”

Acercó su cara a la de su novio. “Amor, calla un poco.” Le hizo caso y volvió a centrarse en la película.

“Ala, una menos.” Siguió con sus comentarios. Ya no podía prestar atención a lo que pasaba.

“Juanjo.” Le advirtió.

“¿Qué pasa?” Le miró inocentemente, como si no llevara toda la película hablando por los codos.

“Cállate, por favor.”

Juanjo sonrió y después unió sus mejillas. “Perdón.” Besó su mejilla como disculpa. No pasó ni un minuto de la película “Hostia, que sigue viva.” Ya no aguantó más. Se dió la vuelta para quedar cara a cara. Juanjo le miró sorprendido, como si no hubiera hecho nada malo. Martin se sentó sobre su regazo y se inclinó hacia él.

“¿No te piensas callar?” Se quejó sobre sus labios. Estos rozaban con los suyos, sentía su respiración chocando contra ellos. Su corazón latía con rapidez.

“Pero si casi no he dicho nada…” Sonrió inocentemente de nuevo. Posó sus manos sobre la cintura del menor y juntó sus cuerpos todavía más. Dejó unos besos en su cuello hasta llegar a su oreja y susurró en esta. “Pero bueno, si quieres callarme, por mí no hay problema.”

Wouldn't it be nice?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora