Carta cuarenta y ocho.

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Fui a tu casa. Tu padre me contó que intentaste quitarte la vida.

Me tambaleé y todas mis fuerzas cayeron. Corrí con lágrimas bajándome por el rostro hasta llegar a mi casa. Esta carta la dejaré en tu casa más tarde, cuando tome el té que mamá me ha traído y cuando logre superar esto.

Si mi letra es inentendible, tienes que saber que no es fácil escribir con mi cuerpo temblando.

-Una escritora rota.

De una escritora a un artista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora