Carta cincuenta.

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La enfermera nos prohibió la entrada, dijo que era muy tarde. Milo tuvo que abrazarme porque rompí a llorar, cuando divisé tu cara pálida y tus muñecas vendadas.

Igual estabas hermoso.

-Una escritora desilusionada y triste.

De una escritora a un artista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora